Uno de los elementos más visibles en la ciudadela de Hue es la bandera, que está sobre una torre cerca de la entrada principal. La bandera ondea a treinta y pico metros de altura y es gigantesca. Creo que en tamaño seguramente solo la supera la que pusieron en la ciudad de las Palmas de Gran Canaria y que fue una de las estúpidas y corruptas ideas del famoso ex-ministro Zorria en su época de alcalde de la ciudad, el que mangoneaba de las compañías eléctricas y que cuando lo ves cerca, deberías controlar tu cartera porque te la afana sin que te enteres.
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Transporte de muebles en bicicleta en Vietnam
Una de las cosas que más rabia me daba en Vietnam es que siempre que pasaba una bicicleta espectacular por lo rara de la situación, nunca tenía tiempo para hacer la foto con la cámara o incluso el teléfono. Vi bicicletas usadas en configuraciones espectaculares y nunca conseguí una foto decente. La de hoy sucedió en Hue cuando veo un chamo con un tuk-tuk que carga un mueble de madera enorme y pesado en el mismo. Vietnam es el único país en el que he estado en donde una bicicleta sirve para todo. Los vi llevando neveras, lavadoras, muebles como éste, pescado o cualquier otra cosa que se te pueda ocurrir y si se trata de cargar humanos, petan la bicicleta hasta que no tienes imaginación suficiente para creer que las ruedas no exploten en cualquier momento por el sobrepeso.
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La ciudadela de Hue
Continuamos el paseo por Vietnam y llegamos a la ciudad de Hue, en el centro del país (que tiene la forma de un plátano y el centro se refiere a que es más o menos equidistante del norte y del sur, pero está cerca de la costa. Esta fue la capital de Vietnam hasta el año 1945 y la ciudadela que veremos en varias fotos y de la que se puede ver aquí parte de la muralla y el lugar en el que está la bandera fue declarada Patrimonio de la Humanidad salvo los truscolanes por la Unesco. Esta era una ciudad imperial y estaba junto al río Perfume.
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Un nuevo cine en mi circuito y en Utrecht
Hasta el más acarajotado de los que entran por aquí regularmente es plenamente inconsciente que ir al cine es algo que yo hago con una frecuencia infinitamente mayor al resto de los mortales e incluso los inmortales. Me la trae al fresco el cine visto en tu propia casa y para mí, la experiencia del cine es perfecta. Para satisfacer mi apetito insaciable, suelo acudir a varios cines en mi entorno, con la única limitación que han de pertenecer a la cadena de cines Pathé ya que es con ellos con los que tengo un abono de cine ilimitado por diecinueve leuros al mes y creedme, a mí cuando me dices que es ilimitado es como cuando vosotros vais al wok y os encochináis hasta el infinito y más allá con esa comida recalentada solo porque habéis pagado y después salís de allí con la tripa como un bombo de la lotería nacional. En mi ciudad, Utrecht, solo hay un cine Pathé con tres salas, el Rembrandt, uno que además es del año del quintín por lo menos. Con tres salas, las posibilidades son escasas y se centran en el cine comercial y muy pero que muy raramente llega algo de cine del que menos público atrae y eso lo compenso con otros cines. Mi segundo cine favorito es el Pathé Amersfoort, con siete salas, cerca de la estación de tren y a diez minutos desde Hilversum en tren y a diez minutos de Utrecht, con lo que resulta casi perfecto y además, suelen tener al menos una de las salas con pelis de autor. Cuando no consigo encadenar al menos una sesión doble por allí, la alternativa es ir al Pathé Arena, al ladito del estadio en el que juega el Ajax y que tiene trece fastuosas salas, aunque en ese todo es cine comercial salvo por las pelis en turco y en hindú para las minorías. También en Amsterdam y aprovechando que están muy cerca unos de otros, suelo ir a los dos que son más como filmotecas, el Pathé City junto a Leidseplein y el Pathe Tuschinski junto a Rembrandplein, este último el cine más bello que hay en en los Países Bajos y motivo frecuente de fotos de los turistas por su fachada modernistay olé con chimpún ya que, según la wikipedia, es uno de los cines más bellos del universo conocido y por conocer. Por último y a menos de cien metros de este último está el Pathé de Munt, con un montón de salas de cine comercial, lo cual me hace relativamente fácil la programación de sesiones dobles, que es como a mí me gusta el cine y que es como iba al cine cuando era un niño y mis padres se deshacían de mi toda la tarde del domingo mandándome a las sesiones dobles del cine Victoria que hasta tenían payasos entre las películas.
No tengo ningún problema en alcanzar y superar mi cuota personal de doscientas películas al año pero desde hace dos semanas, tengo un nuevo cine en los alrededores. En septiembre, en el noreste de la ciudad y en lo que se supone que va a ser el nuevo centro urbano, un área que están construyendo con todo tipo de viviendas y servicios, se inauguró en Utrecht un cine Cinemec, una cadena que justo en aquellos momentos estaba en apuros y los de Pathé compraron manteniendo su independencia. Parece que por fin se han dado cuenta que integrar mola más y da más guita porque desde hace dos semanas, mi abono ilimitado también funciona en ese cine, con lo que el fin de semana pasado pasé por allí para verificarlo. Tienen siete salas y está nuevito. Fui a ver una película que resultó una mierda pero eso no era lo interesante, la misión era comprobar la zona, calcular el tiempo en bicicleta hasta mi casa según la mejor ruta y la más bonita, ya que puedo ir en unos veinticinco minutos por un camino, el más óptimo, pero también puedo ir a la vera de un canal por un carril bici fabuloso y entonces tardo treinta minutos. Ya lo he incorporado a mi matriz de cines y esta semana haré un par de visitas.
En la foto anterior, una imagen de la sala 2 del Cinemec Utrecht, una nueva casa que se une a las otras en las que cada año paso cientos de horas.