Hay un lugar al que van todos los cruceros que recorren la bahía de Ha-Long, la cueva de Sung Sot. La cantidad de barcos es tal que se crea una especie de procesión de barcos dejando a sus pasajeros en el pantalán y en otro pantalán ubicado en otro lugar recogen a la gente y solo tienen una oportunidad con lo que no tienen demasiada tolerancia con los acarajotados que gustan de separarse del grupo y todo el mundo lleva algún tipo de pulsera, collar o chaleco con diseños distintos para que te puedan encontrar fácilmente. La foto está tomada a la salida de la cueva Sung Sot, debajo se puede ver un par de barcos recogiendo pasajeros y estamos rodeados por un montón de islotes. Aquello parece una postal.
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Hacia donde vamos
Ya lo he dicho en alguna ocasión por aquí. Estamos en guerra, en una guerra mundial y en el futuro cuando se escriba la historia, seguramente mencionarán lo necios que fuimos por no darnos cuenta antes y también por permitir a los políticos que se supone que tendrían que estar trabajando por nuestro bienestar, hacer lo que hicieron.
Esta no es una guerra tradicional, no es el tipo de conflicto al que estamos acostumbrado. En este juego, el contrincante es una rata vil y despreciable y tenemos que buscar esa línea en la Biblia que dice lo de OJO POR OJO y ponernos a ello. Para mí, después de ver lo que han hecho hoy en un aeropuerto y en una estación de tren, en plan cobarde y contra inocentes, lo más difícil es entender por qué toda la fuerza aérea de los veintiocho países de la Unión Europea no está ya en el aire, cargada con todo lo peor que tengamos en armamento y en dirección a las cinco ciudades principales de esas ratas asquerosas para nivelarlas y no dejar ladrillo sobre ladrillo. La única manera de establecer una comunicación de cualquier tipo es cuando ambas partes hablan el mismo idioma o tienen un protocolo de comunicación compatible y este es el único que entienden ellos.
Siempre que paso por un aeropuerto me sorprende la candidez con la que vivimos. Da igual si un tipo mira el tamaño de tus botellas de líquidos si en el mismo edificio, en la parte insegura, cualquiera puede hacer lo que quiera y ese es un lugar en el que una persona con un bulto enorme no es sospechosa. En aeropuertos estadounidenses, en los dos aeropuertos de Estambul y en algunos de Asia, no puedes entrar en la terminal sin que todos los bultos que lleves pasen un control de seguridad. En Europa, asumimos que nadie irá a ese recinto lleno de gente para hacernos daño porque nosotros no lo haríamos. La letra con sangre entra y en nuestro caso, ya estamos llenando garrafas y parece que vamos a necesitar un montón más para despertarnos y tratarlos como se merecen.
Hoy, como todos los días de la semana, pasaré por la mayor estación de trenes de los Países Bajos y mientras camino rápidamente por la misma, lo haré con la sensación que es cuestión de tiempo que nos golpeen allí. Mañana, además de ir por ese lugar, estaré en un aeropuerto. Justo el último lugar del mundo en el que querría estar.
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Islote erosionado por el mar
Algunos de los islotes están bastante erosionados en la zona de contacto con el mar, creando una especie de cuevas abiertas hacia el agua que durante la marea vacía se pueden recorrer con piraguas. En la foto se puede ver a un grupo con dos o tres piraguas en la parte izquierda de la imagen. Después de haber visto este tipo de estructuras kársticas por toda Asia, lo de la piragua no me llamaba la atención y no me compensaba el agotamiento que te produce al día siguiente, ya que si en el grupo tienes a una pacharcona o una china que solo fue allí a hacerse fotos, acabas quemado.
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El fin de semana
El fin de semana pasado mi jardín decidió abusar de mi bondad casi infinita. El viernes había quedado para visitar al Rubio y de paso llevar a su casa todo tipo de productos en los que el azúcar forma parte fundamental para que tuviesen cosillas ricas que comer. Ese día, la Unidad Pequeña número 1 tenía más tarde una fiesta de cumpleaños y como siempre, aluciné con los regalos de cumpleaños que se hacen en Holanda y que son cosas muy sencillas, normalmente hechas a mano por la persona que te las da y muy poco dinero. La madre me explicó que la chiquilla hace el regalo de sus fondos y por eso, entregaba algo personal y cinco leuros. La Unidad Pequeña número 2 iba al fútbol con el resto de chavales de su equipo y yo era la excusa perfecta para el Rubio, ya que gracias a mí no tuvo que acompañar al equipo y fue otro padre. La más pequeña, que además era la que esa semana celebraba su cumpleaños, se quedaba en la casa y la selección de cosillas que llevé se basaba en sus gustos.
En un momento determinado el Rubio nos hizo una foto, no una de esas selfies sino una foto tomada por una tercera persona que no aparece en la misma. Fue después de encochinarnos. Por supuesto los teléfonos de la manzana mordida están muy frustrados conmigo y cuando me ven, se desenfocan a propósito en venganza por mi traición. Tras la cena vino la tertulia, regada con cervezas de trigo alemana, en primer lugar y de una triple belga que estaba muy rica pero que era como un misil directo a la línea de flotación por el porcentaje de alcohol. Sobre las once de la noche usé el comodín del transporte y me marché a mi casa y el sábado, tras el mega desayuno y el pajareo, me acerqué al jardín, el cual me esperaba con ganas. Comencé podando la catalpa y dejándola como un palo clavado en el jardín. A partir de ahí, dentro de un mes y medio o así, ella se lanzará a crecer y al final del verano será una bola enorme de unos dos metros y medio de diámetro y con unas hojas del tamaño de folios. Después corté el césped por primera vez y una vez lo hice, lo volví a cortar reduciendo el tamaño al mínimo. La segunda tanda la hice contra mi voluntad y solo porque mi vecino me obligó, ya que según él, la escarificación del césped es más fácil cuando es pequeño. A esas alturas mi contenedor de residuos verdes estaba petado y tuve que tomar prestado el de mi vecino para llenárselo. Estuve como hora y media con un escarificador de púas, tarea que airea la tierra y quita el musgo que se forma al nivel de las raíces, o eso dicen. Tras acabar, medio muerto, seguí con otra máquina aún más jodida que hace unos agujeros enormes en el césped para meter aire más adentro. Esa fase es la de aireación, ya que el césped parece ser que quiere y demanda aire en sus más bajos fondos. Con dos contenedores petados de residuos, lo siguiente que hice fue ir en bicicleta a una de las tiendas gigantescas con productos de jardín y comprar un abono especial que le da comida para cuatro meses al césped y además mata el musgo que no murió en los procesos anteriores. Volví a casa con un saco en la parte de atrás de mi bicicleta y me pregunté cuántos de mis amigotes españoles serían capaces de hacer algo así, renunciar al coche que tienen pegado al culo y hacerlo todo en bici. Después cené temprano, me piré al cine y al volver a casa hice la compra, aunque solo necesitaba un par de cosas.
El domingo tras el mega desayuno y un par de boberías fui a Amsterdam para mirar un par de cosillas en tiendas e ir al cine. El primer objetivo fue un fracaso, o un éxito ya que ahora sé que no tienen lo que necesito. El segundo era una triple sesión en la misma sala, con veinte minutos entre películas. La primera de esas películas, en la filmoteca, resultó una experiencia traumática que no veas, una de esas cosas que no olvidas ni después de caminar hacia la luz al final del túnel. La segunda, también marginal, fue algo mejor pero entre ambos me dejaron con tal mal yuyu que decidí ahorrarme la tercera, que trataba de un danés que se va a suiza para que le den una buena ración de eutanasia, porque ya estaba en un nivel que si veía eso iba a acabar siendo yo el que viajara a la clínica más cercana. Después, mirando en IMDb descubrí que ninguna de esas dos películas se ha estrenado en cines de ningún país del universo así que me siento como una cobaya a la que han sometido a unas pruebas para observar su reacción.
Esta semana será corta ya que más o menos a la mitad me piro a Gran Canaria para entrenarme bajo el sol canario y prepararme para las tres semanas en las Filipinas. También aprovecharé para coger fondo y caminar varias horas al día.