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  • Ojos

    24 de febrero de 2016

    Normalmente no le presto ninguna atención a la cara de la gente y aún menos a los ojos. No los miro o no los miraba hasta que este año comencé a hacerlo traumatizado tras una conversación con unos amigos sobre la relación entre el síndrome del Vitorino y esos hijos que te salen con un color que no deberían. Todo vino porque me contaron que una pareja, ambos con ojos azules, cuando tuvieron un hijo (desconozco si era el primero o el decimocuarto), les salió con los ojos marrones. El tío se rebotó todo y le expresó a su mujer sus sentimientos de manera educada: – Mira que eres PUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUTA. Claro, todo venía a cuento que él, seguramente como yo, se había criado con la idea esa de que mezcla con chingamiento de ojos claros solo puede producir ojos claros y las mezclas con ojos obscuros suelen traer de ese tipo pero también pueden concluir en claros. Como los hombres no cargan el bebé en su tripote, que lo reservamos para la grasa almacenada gracias al consumo masivo de cerveza y carne de cochino, era obvio que su hembra se la estaba pegando con otro. O quizás no. Allí fue cuando me enteré que aquellas reglas que nos daban en clase en la EGB o quizás en el instituto ya no son válidas y que la cosa no era tan clara.

    Después de aquella reunión, comencé a hacer inventario del color de ojos de mis amigos y sus retoños, por ver si habían cosas raras. El primero fue mi amigo el Rubio, que resultó que tiene los ojos azules, de un color claro. Los de su mujer son como verdes y las tres unidades pequeñas se dividen en dos grupos, con una de ojos azules y dos de ojos verdes, con lo que en esa casa parece que hay fidelidad. El Turco también tiene ojos azules y su hija los tiene verdes. Otros amigos holandeses se mueven entre el azul y el verde. Tras un par de semanas, me encontré que vivo rodeado de gente con esos dos colores de ojos y múltiples variantes. Claro, eso explica que cuando en clases de italiano, hace ya tres años por lo menos, hicimos un ejercicio en el que tenías que decir el color de ojos de la persona a tu izquierda, la japuta que me miró le dijo al resto de la clase que mis ojos son NEGROS. Todavía se la tengo guardada y algún día lo pagará. Los míos son marrones, pero no marrón claro sino marrón de chocolate con alto porcentaje de cacao. Vamos, que en la escala de los colores de ojos los míos están en el grupo de los más dominantes y populares.

    En estas semanas de estudio ocular he descubierto que a mí me gustan los ojos de color marrón mucho más que los otros, que cuando alguien tiene los ojos claros yo ya asumo que es el malo de la película o el tonto del bote y agradezco que jamás me haya preocupado en mirar los ojos de la gente cuando los conozco o no tendría a dos de mis tres más-mejores amigos.

    En una de esas discusiones en la zona de descanso y papeo de mi planta uno de los chamos me dijo que él los tenía marrones. Le miré los ojos y lo tuve claro, aquello era como una mezcla sucia de verde y azul, parecía más bien el color que debe tener la diarrea generada con espinacas y se lo dije, mírame a los ojos y descubre lo que es el marrón, el tuyo es diarrea rala. Después nos enteramos que su color lo llaman avellana o algo así.

    Espero que esta obsesión se me pase pronto porque lo de mirar a los ojos a la gente no aporta nada y ya casi ha comenzado la primavera y que yo sepa, los avistamientos son en los bajos, no en la cara.

  • Jardín interior de la casa del Fauno

    24 de febrero de 2016
    Jardín interior de la casa del Fauno

    La verdad, la verdad, la casa del Fauno me pareció una keli fabulosa. Hay que decir que era como la casa de la Preysler, gigantesca y que ocupaba una manzana completa. La foto de hoy es de un mega-jardín que tenía y que ocupaba aproximadamente la mitad de la superficie total. Estaba rodeado por una columnata de la que han sobrevivido un montón de columnas hasta nuestros días.

  • Otro fin de semana en Estambul

    23 de febrero de 2016

    La mayor de las prioridades del año 2016 o la segunda mayor, si contamos con lo de que alguien me ofrezca un trabajo en el que se viaje un montón y te paguen bien y que la sede esté en Holanda, era el cerrar el triángulo del trío de amigos que forman el círculo de confianza y verlos a todos y cada uno de ellos lo antes posible. El día de mi cumpleaños vi al Rubio, a finales de enero fue el turno de Sergio y quedó documentado en Fin de semana en Málaga y el fin de semana pasado fui a Estambul para ver al Turco, el cual, a la chita matando, ya es vicepresidente ancestral y ejecutivo del décimo banco de su país de origen. Por segunda y seguramente no última vez en mi vida, elegí Pegasus como la aerolínea de transporte. De ellos me gusta que los horarios de sus vuelos me van bien, que puedes sacar la tarjeta de embarque desde tres días antes con lo que me ahorro el disgusto de las impresoras con la tinta seca de mi amigo y no me gusta tanto que vuelan a Sabiha Gökçen que es el segundo aeropuerto de Estambul y el que está en el lado asiático de la ciudad.

    El viernes, combiné media jornada laboral con el desplazamiento entre continentes. Salí de mi casa con mi mochila de treinta litros básicamente llena de comida y me fui a trabajar y desde allí, en tren a Schiphol o el mejor aeropuerto de Europa le duela a quien le duela. Pasé el control de inseguridad y me acerqué a la puerta de embarque del avión, el cual podemos ver en la siguiente foto:

    Avión de Pegasus en Schiphol

    El embarque fue a la hora prevista pero como siempre, una vez cerraron la puerta nos dijeron que no les permitían encender los motores y partir hasta media hora más tarde. La espera la maté echándome una siesta escandalosa que continuó hasta una hora después de que despegamos. El vuelo transcurrió sin novedades, volví a utilizar el visado que compré en diciembre porque dura seis meses y a la salida de la zona de recogida de equipaje me esperaba el chófer del banco para llevarme a casa de mi amigo. Una vez allí, comenzaron las actividades del fin de semana que comentaré aleatoriamente.

    El sábado nos fuimos a pasear por el Castillo de Rumelia – Rumelihisari, un viejo conocido para todos aquellos que leen y comentan en el mejor blog sin premios en castellano ya que pasé por allí en mi segundo viaje a Estambul y lo hemos visto en varias fotos, como en Castillo de Rumelia – Rumelihisari. En su interior se ha cometido un crimen contra la humanidad y el ejecutor ha sido el denostado Erdogán, que para demostrar el poder de los creyentes en su terrorismo, ha mandado construir y se ha construido una mezquita en lo que era el escenario de un teatro abierto que estaba allí desde hace siglos. Espero que su madre lo gane bien con su clientela porque me queda claro que es un joputa.

    Esta vez vuelvo a demostrar que la imaginación se me agota por instantes pero tengo destellos y he hecho solo, única y exclusivamente dos vídeos y el primero de ellos que veréis aquí en primicia y secundicia exclusiva, son en realidad tres vídeos unidos por la magia potagia de la tecnología con musiquilla:

    Castillo de Rumelia y junto al Bósforo

    El primer trozo está grabado desde el Castillo de Rumelia y los dos siguientes los hice el domingo desde la mismita vera del Bósforo, es decir, el legendario Elegido, The Chosen One, De Uitverkorene estuvo más cerca del borde de Europa que nadie ya que ahí mismo en el segundo y tercer segmento, a menos de un metro, se termina Europa, el continente y lo que hay al otro lado, es Asia, con sus terroristas sirios y todo lo demás. En el vídeo se pueden ver los dos únicos puentes que conectan Europa con Asia y de cuando en cuando hasta el culete del Turco. Decir que debido al tamaño, el segundo segmento está reproducido al doble de velocidad que fue rodado, todo gracias a la tecnología disponible al alcance de las yemas de mis dedos.

    Y por si no hay bastante, otra fotillo en el Castillo de Rumelia:

    Castillo de Rumelia

    Por la tarde fuimos a un centro comercial espectacular que tiene un teatro y un complejo de las bellas artes aburridas porque todos mis amigos me intentan culturizar a base de palos, ya sea Sergio obligándome a hacer en Málaga el caminito del Rey que resultó ser un pateo que no veas por todos los supermercados de los alrededores de Benalmádena, el Rubio que me grita para que corra dos veces por semana o el Turco que me llevó a una espeluznante exposición de la prehistoria de la informática y de los efectos especiales en la actualidad.

    Los efectos especiales de Gravity

    Además de encontrarnos con ordenadores prehistóricos que no reconocemos conocer para que no se nos pueda datar y ponernos edad, explicaban como se hicieron los efectos especiales de películas, una cosa fascinante para alguien como yo que voy muy de cuando en cuando al cine ya que por desgracia, este año y al final de esta semana, ya habré visto cuarenta y cuatro películas en una sala.

    Misticismo tecno en Estambul

    En el estremecedor vídeo anterior se puede ver una de las cosas que mostraban en aquella movida para sub-intelectuales con un vídeo que al parecer tiene su música generada por los chismes que hay en tres pirámides de cristal que había allí. Lo mejor de la exposición fue jugar al Pac-Man y al Donkey Kong, pero claro, todos sabemos que soy muy bruto y que salvo lo de correr y trepar a la palmera más próxima, que lo llevo impreso en mi código genético gracias a ser africano, el resto me resbala muy mucho. En el vídeo meneo la cámara noventa grados para aquí y para allá y lo hago por joder, para que tengan que retorcer los cuellos.

    Asia desde Europa en el Bósforo y puente al fondo

    El domingo, además de hacer fotos espectaculares en el borde mismo de Europa y si os fijáis bien hasta se puede ver a los sirios corriendo para colarse en Alemania, el Turco me llevó al campus de la universidad en la que estudió, un lugar increíble con unas vistas fabulosas. Por supuesto, yo soy más básico que un folio en blanco así que en el paseo me enseñó el rincón escondido en el que le hicieron la primera mamada y otros detalles culturales que son más de mi interés. Además me dijo que la dueña de esa boca le hizo un Vitorino a su marido hace poco más de dos meses con el Turco, que se la cruzó en algún lado y acabó intentando cerrarle un agujero tan grande que le salió por los bajos. En fin, que cosas de la vida.

    Antes de regresar, la madre del Turco se empeñó en equiparme militarmente para el regreso y preparó un almuerzo fabuloso e increíble con legumbres, todo eso sabiendo que yo volaba y que soy como un generador de gases que cuando me presurizas y despresurizas, puede haber un gran peligro.

    Armas químicas

    Aparte de las de la foto anterior, también me jinqué un montón de estas otras:

    Munición para gasear

    Por la tarde, el Turco me devolvió al aeropuerto de Sabiha Gökçen, pasé el control de seguridad de la puerta, el control de pasaporte, el control de inseguridad después del de pasaporte y finalmente llegué a la zona insegura para esperar por mi vuelo.

    Transavia y Pegasus en el aeropuerto de Sabiha Gökçen

    Retrasaron el avión cuarenta minutos aunque al final despegó casi una hora más tarde y por culpa de un temporal de viento que atacaba el centro de Europa, el avión se desvió un güevo y además, en lugar de las tres horas de vuelo, tardamos cuatro horas y veinte que me pasé alegando con una española que resulta que vive cerca de Hilversum y que iba sentada al lado mío. El avión dio un rodeo épico y yo me acordé de todos esos que vuelan en aerolíneas de altos costos que seguro que no ponen combustible suficiente. El aterrizaje fue BRUTAL, uno de los más espectaculares que he vivido, con la gente gritando, alguien potando por detrás de donde yo me encontraba, el avión que parecía que lo iban a partir en cualquier momento y en lugar de tocar tierra, forma romántica de referirnos al aterrizaje, nos estampamos contra la tierra y probablemente hasta hicimos un agujero en el asfalto de la pista. Con tanto retraso y el puto control de pasaporte por venir desde fuera de la Unión Europea, casi pierdo el tren de las doce menos cuarto a Utrecht, que es el último que va rapidito. Digamos que corrí sin dignidad alguna por la terminal y llegué al andén al mismo tiempo que el tren se paraba a recoger a los julays. El trayecto final en bicicleta hasta mi casa me sirvió de entrenamiento para el Giro de Italia ya que el viento me frenaba y sudé como un bellaco. Pese a estos ligeros contratiempos, fue un fin de semana fabuloso y el Turco me está sobornando emocionalmente para que vaya en verano a Bodrum y me pase unos días por allí con él, sus padres y su Primera Hija.

    Mi próxima parada: MÚNICH

  • Mosaico de la battaglia di Isso en la casa del Fauno

    23 de febrero de 2016
    Battaglia di Isso

    Otra de las cosas espectaculares de la casa del Fauno es el mosaico conocido como la Battaglia di Isso o il mosaico di Alessandro. Por supuesto, lo que vemos en el lugar es una copia ya que el original está expuesto en el Museo Archeologico Nazionale de Nápoles. En el museo se puede ver el original como si estuviera en un muro pero en la casa, en su ubicación real, estaba en el suelo. Este pedazo de mosaico está hecho de alrededor de un millón y medio de diminutas teselas, un trabajo del copón y se cree que se inspiraron en una pintura que existía en aquella época y que por supuesto se ha perdido.

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