Mi fascinación con Pompeya viene de un libro de la National Geographic Society de maravillas del mundo que mis padres recibieron a través de su subscripción al Círculo de Lectores, aquella organización que ayudaba a llenar estanterías en las casas con libros para que el ramalazo de verduleros no se nos notara tanto. Aunque desconozco si aquel libro sigue estando en la casa de mis padres, creo que he visitado ya varios de los sitios que nombraban. De la parte en la que hablaban de Pompeya, en mi memoria hay clavada una foto de un chamo como petrificado y de hecho, como la National era más de fotos bonitas que de explicaciones detalladas, yo llegué a Pompeya convencido de que los julays como el de la foto se los encontraron así. Allí me enteré que lo que quedó fue como un molde vacío y lo rellenan para hacer los cuerpitos ya que la gente se veía como menudita. El julay de la urna estaba expuesto dentro de las Terme Stabiane. En el suelo, antes de morir le dio tiempo a escribir truscoluña no es nación pero con la caló tan grande se borró el mensaje.
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Sesenta y cinco
Aclaración: Aunque muchos seguro que están pensando que esta anotación se refiere a la edad de Virtuditas, aquella lectora que ahora comenta con una periodicidad mensual, quiero confirmar y confirmo que no se trata de ella, aunque siempre nos quedará la duda sobre cuántos lustros hace que cruzó este hito.
Hoy en la oficina tuvimos el primero de muchos eventos excepcionales y que no se recuerdan en el mundillo laboral holandés. Hasta diciembre del año pasado o básicamente hasta hace una luna, en Holanda la gente se retiraba antes de los sesenta y cinco tacos. Dicho de otra manera, legalmente, todo aquel que se agarraba a su silla como si su vida dependiera de ello tenía que soltarla y marcharse el día antes de su sexagésimo quinto cumpleaños ya que no podían trabajar a partir de esa edad. Ahora y gracias al envejecimiento de la población, a las mejores medicinas y a que tenemos que mandar mucho dinero a Grecia para que los peluqueros se retiren con cuarenta tacos, en los Países Bajos lo de los sesenta y cinco es únicamente una anécdota y desde enero de este año, la edad de retiro se ha fijado en los sesenta y cinco años y medio y cada año irá retrocediendo seis meses o algo parecido. Hoy tuvimos el PRIMER cumpleaños de la historia en nuestra empresa de alguien que alcanza la edad de 65. El colega tendrá que currar hasta agosto de este año antes de poder jubilarse.
De siempre se dijo que la gente del norte es fría e insensible y son como calculadoras Casio pero resulta que no, que tienen su corazoncito caducado y sus momentos sensibleros y para el colega este senil que tenemos en la oficina hoy le prepararon el escenario que se puede ver en la foto, con un bosque de magdalenas que sujetan globos llenos de un gas que supongo que es el helio. Alguien se lo curró y se vino a la oficina a las siete de la mañana con una bombona de gas y un montón de magdalenas y globos y los llenó, les ató la cuerda y a su vez envolvió cada magdalena (de supermercado, no de las buenas) en plástico y las ató a cada globo. Es obvio y ni siquiera hay que mencionarlo que la persona que trajo la bombona de gas es rubia ya que hoy en día, uno que parece medio turco sale a la calle con una bombona y lo tirotean seguro, que ante la duda, mejor disparar primero y después interrogar por si es uno de esos josdeputa terroristas musulmanes de mierda.
Aparte del bosque de globos, le pusieron en su silla de la oficina como veinte más y carteles por todos lados recordando que tiene sesenta y cinco. Debido a la edad de los asistentes a la micro-fiesta de cumpleaños, hubo que instalar sillas en el lugar para que no se nos cansen los ancestrales, ya que con sesenta y cinco este año tendremos cinco cumpleaños adicionales.
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Columnas en las Terme Stabiane
Después de echar un kiki en el lupanare podías aprovechar y pasar por las Terme Stabiane y relajarte con una sauna o un baño. Supuestamente, este es el edificio más antiguo de la ciudad de Pompeya y se construyeron en el tercer o cuarto siglo antes de Cristo. En la foto podemos ver las columnas de los edificios que formaban el complejo desde el patio interior de las termas.
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Constipado
El lunes en mi empresa al parecer teníamos un nuevo experto en el milenario e imposible arte del control del aire acondicionado del edificio. Al parecer los cuatro o cinco expertos anteriores no eran lo suficientemente expertos y nunca llegaron a descubrir la solución del problema por lo que se trajeron a este, mucho más fabuloso que los demás y el colega tocó algo en el sistema. A media mañana yo ya comenzaba a mostrar síntomas de resfriado y a las tres de la tarde, era ya obvio que el joputa consiguió crear corrientes de aire frío dentro del edificio y que me pillaran a mí. Sabiendo que lo peor estaba por llegar, opté por llevarme el portátil a mi casa. El lunes por la noche, el festival de estornudos y los hilos de agua que caían por mi nariz sin parar pronosticaban una noche épica. Me puse Tiger balm junto a las fosas nasales pero no sirvió y se me cerraron. Durante la noche, me desperté continuamente, a veces muerto de calor, a veces helado o directamente no me dormía. Fue una noche de parranda. Por la mañana, conecté el ordenador en mi casa y trabajé como un campeón desde allí, moqueando a destajo. Sobre las diez y media tenía hora para mi médico de cabecera y fui a verlo ya que siempre es bueno que te vea cuando realmente estás enfermo. Le conté mis planes de automedicación y él estuvo de acuerdo. El resto del día lo pasé a trompicones. Por la noche la cosa mejoró un poco y mi segunda noche de resfriado no fue tan mala, con únicamente dos interrupciones a la una y media y a las cuatro y media, momentos en los que aproveché para sonarme y beber agua antes de volver a caer dormido.
Hoy he seguido trabajando desde casa, he optado por pasar de la clase de italiano y durante el día la cosa ha ido mejorando un poco. Aún estornudo de cuando en cuando pero ya no es algo tan dramático como ayer. Mañana reiniciaré mis rutinas, iré a trabajar, iré al cine, iré a caminar y con suerte, el catarro pronto será algo del pasado. En la oficina, a menos que ya hayan botado a ese cabrón, mañana me veo con el poncho peruano que tengo, con los guantes y con el gorro paseándome por el edificio para que hasta la recepcionista se entere que los de recursos inhumanos la han vuelto a cagar, hasta el fondo.