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  • Flor de Jacinto en el Club de las 500

    13 de noviembre de 2009
    Flor de Jacinto

    Flor de Jacinto, originally uploaded by sulaco_rm.

    En Distorsiones vemos regularmente fotos de setas y flores. Por suerte vivo en un país en el que en primavera y verano hay tantas flores que es imposible no quedarte prendado de ellas y hacerles fotos. Además tengo un jardín lleno de todo tipo de flores y esta Flor de Jacinto que vimos por primera vez hace dos años y medio fue tomada en mi casa. Hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.

  • Segundo día. No veas la suerte que hemos tenido

    12 de noviembre de 2009

    El relato comenzó en Los preparativos y el comienzo del viaje a Polonia

    Estuvimos más de hora y media recorriendo la zona sin ver águilas. Nos cruzamos con otras aves e incluso vimos algunas manadas en formación emigrando hacia el cálido sur de Europa o hacia África. En ese tiempo también revisábamos las fotos y nos enseñabamos unos a otros las que creíamos que estaban bien. Pese a ir los tres en el mismo barco, con diferentes equipos se consiguen fotos muy distintas y todos teníamos siempre algo especial. En mi caso, una de las más espectaculares era de un águila joven que tras pillar el pescado y comenzar a remontar el vuelo, giró la cabeza durante una fracción de segundo y miró directamente hacia la cámara. Yo fui el único de los tres que consiguió esa imagen y al menos en la pantalla de mi cámara se veía perfecta.

    Cruzamos hacia la isla en la que el día anterior habíamos visto varias águilas pero allí no había nada. Los tres pensábamos que nuestra suerte se había acabado y cuando sabíamos que nos quedaba nada más que media hora vimos de nuevo un águila. Se acercó más que ninguna otra e hicimos unas fotos geniales. No solo cogió el pescado, se lo comió y volvió a buscar más otras dos veces. Lo flipamos y tras ella llegaron otras que parecían no tener miedo y cogían el pescado sin más problemas. Nosotros estábamos de nuevo ocupados haciendo fotos y tras ver a otra águila coger el pescado y remontar el vuelo vemos que se acerca desde lejos una segunda águila y se ponen a volar en formación. Nosotros les hacíamos fotos y como la acción transcurre en unos segundos no te da tiempo de prestar atención a los detalles y te concentras en conseguir la mayor cantidad de imágenes. En eso que las águilas pasan por detrás del barco y de repente la segunda ataca a la primera en el aire y se quedan enganchadas por las garras. Las dos águilas comenzaron a hacer un trompo mientras caían desde cincuenta metros de altura o más. Yo gritaba de excitación. Lo mismo hacía el Moreno e incluso Miss cagarrutas. Hasta el pescador alucinaba y gritaba mientras las dos águilas giraban y caían hasta golpear el agua y desaparecer en la misma. Al poco se debieron destrabar y las vimos asomar sus cabezas y empezar a aletear hasta que consiguieron salir y remontar el vuelo. Nosotros poco menos que aullábamos y no nos lo podíamos creer. El pescador soltó el timón y se vino al lado del barco en el que estábamos a mirar las fotos que teníamos. Posiblemente este fue el momento más mágico de toda la semana y ya en ese instante lo sabíamos. Por desgracia el sol y la colocación del barco no eran las óptimas pero que nos quiten lo bailado, al menos lo pudimos ver y en mi caso tenía un montón de fotos que sin estar muy allá, documentan de una forma preciosa todo lo que sucedió en el aire.

    El chute de adrenalina fue histórico y aún estábamos asombrados y hablando todos a la vez cuando apareció un nuevo águila y tuvimos que volver al trabajo. Después aparecieron unas cuantas más y cerca del puerto vimos a dos de ellas jugando cerca del bosque. Entramos en el muelle sabedores de lo especial que había sido esa excursión e incluso nos planteamos el pedirle al pescador que repostara y pillara más pescado y volver a salir unas horas más, decisión que habría sido muy acertada. Le pagamos lo convenido y le dejamos aún más propina que el día anterior. Estrechamos manos y si no es por todo el traje plastificado que llevaba, allí mismo lo abrazamos.

    Volvimos a la pensión y al entrar en el comedor los otros nos dicen que no habían visto casi ningún águila y las que vieron no bajaron a pillar pescado y se quedaron en el aire. Cuando escucharon la cantidad de águilas que habíamos visto y la de cosas que habían sucedido las miradas de odio y envidia eran más que evidente. Por segundo día consecutivo la suerte había viajado en nuestra embarcación y pese a obligarnos a ir por el camino técnicamente malo, habíamos triunfado. Copiamos las imágenes a los discos duros que llevamos y un poco más tarde salimos todos juntos de excursión en coche. Fuimos a un bosque junto a una laguna enorme y vimos ciervos y otras aves. Cerca de la puesta de sol conseguimos unas fotos preciosas con los árboles y la luz suave de la tarde reflejados sobre la laguna e incluso vimos algunas águilas volando hacia el bosque para buscar un lugar seguro en el que dormir.

    Al volver a la pensión teníamos un rato que aprovechamos para seleccionar las mejores fotos. A la hora de cenar la polaca nos dio de primero sopa y de segundo tenía pescado. De las diez personas cinco le dijimos que no queríamos comer lo mismo que las gaviotas y las águilas y la mujer se llevó un disgusto aunque lo solucionó pronto a base de escalopes y tortillas francesas y por supuesto, dos tartas. Tras la cena montamos el proyector y un tío le pasó su selección al organizador del evento. Tenía un montón de gaviotas cogiendo pescados pero ningún águila. Tras él me tocó el turno a mí y le dije que aunque técnicamente teníamos que elegir las veinte mejores, me había quedado con ochenta porque me resultaba imposible elegir. Yo aún no había visto mis fotos en una pantalla grande, solo en la cámara así que no podía estar muy seguro pero cuando la primera apareció en el proyector supe que lo había conseguido. Una imagen perfecta, nítida y alucinante, con unos colores preciosos. Después vino otra y así sucesivamente. Tenía series completas perfectas. La chica que iba en nuestro barco también había estado en Polonia el año anterior y volvió porque no consiguió hacer ninguna foto decente con las águilas capturando el pescado. Yo en mi segundo día tenía un montón de águilas cogiendo el pescado. Desde delante, por detrás, de lado, mirándome, con las alas extendidas, volando en posiciones imposibles, las tenía todas. Definitivamente fue mi día de suerte. La selección con las águilas enganchadas en el aire no está muy nítida pero la secuencia es preciosa e hice muchas más fotos que los otros dos. Al final vieron mis ochenta fotos y cuando terminaron se quedó todo el mundo en silencio.

    El Moreno se ofreció para ser el siguiente y puso su disco duro con todas sus fotos. Si las mías eran buenas las de él eran aún mejores. Su cámara es más rápida y puede hacer hasta diez fotos por segundo. ?l también tenía series completas con todas las imágenes enfocadas. Estuvimos más de una hora viendo sus imágenes. No había mucho espacio para la crítica, constructiva o destructiva porque las fotos hablaban por sí mismas. Cuando terminamos de ver las suyas los que quedaban por mostrar imágenes no quisieron enseñarlas. Decían que no valía la pena, que después de la exhibición que hicimos nosotros ya estaba todo dicho.

    La mayor parte se fue a dormir y nosotros nos quedamos bebiendo unas cervezas y aprovechando para comprobar si hacía falta calibrar mi objetivo con mi cámara. Algunos de los que estaban allí trajeron sus cámaras para calibrarlas ya que el Moreno es un experto en el tema y sabe como hacerlo. No nos dimos cuenta que la polaca estaba haciendo algo en el salón hasta que fue demasiado tarde. Se acercó sonriendo y nos dijo que había llenado la chimenea de madera para que nuestra habitación estuviera caliente. Casi la mato allí mismo. Al irnos a acostar la habitación no estaba caliente, era una sauna. Tuvimos que dormir con las cuatro ventanas abiertas pese a que afuera la temperatura era de unos pocos grados. Pese a este pequeño contratiempo, el segundo día resultó aún más increíble que el primero y estaba claro que ese día nuestros ángeles de la Guarda se habían ganado el sueldo.

    Así terminó la segunda jornada fotografiando águilas.

    El relato continúa en Tercer día. No hubo mucha suerte

  • Tostadas francesas en el club de las 500

    12 de noviembre de 2009

    Recuerdo que a comienzos de este año hubo una racha de recetas que yo uso habitualmente para desayunar. En febrero vimos la de las Tostadas francesas e incluso tuvimos algo de polémica porque inicialmente yo las llamaba torrijas y al parecer no lo son. De cualquier forma, foto ha ido acumulando visitas y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500. Este es uno de mis desayunos favoritos para los domingos, sobre todo ahora con el frío. Se prepara en un momento y están riquísimas.

  • Segundo día. Una orgía de águilas

    11 de noviembre de 2009

    El relato comenzó en Los preparativos y el comienzo del viaje a Polonia

    A las siete y diez de la mañana del segundo día en Stepniczka abrí los ojos y lo primero que hice fue mirar por las ventanas para comprobar el tiempo que hacía. El cielo era de un azul limpio y no se veía una sola nube en el horizonte. El agua parecía un plato y fijándome en los árboles vi que casi no había viento. Eran las condiciones perfectas para hacer fotos. Entre los árboles un montón de pájaros saltaban de rama en rama siguiendo intrincadas pautas. La habitación comenzaba a caldearse así que deduje que habían añadido madera a la chimenea. Fui al baño y estaba ocupado. Esperé un poco y cuando se abrió la puerta salió la única chica de nuestra expedición, la cual ni siquiera se quedaba a dormir en nuestra planta. Se puso completamente colorada y me dijo algo que no entendí. Como debió ver mi cara de confusión me explicó que el retrete estaba hecho un desastre pero que no había sido ella. Le sonreí y entré en el baño. Efectivamente, alguien había literalmente explotado jiñando y había dejado la cerámica del retrete como un cuadro impresionista. El agua del tanque de la cisterna no parecía ser capaz de llevarse aquel material. Hice lo único que se puede hacer en esas circunstancias: jiñé tranquilamente y después de dejar mi aportación al producto nacional bruto de Polonia bajé la cisterna y me metí en la ducha. Tras las abluciones matinales fui a la habitación y desperté al Moreno el cual me preguntó inmediatamente por el tiempo. Su cara de alegría cuando le dije que estaba soleado no tenía precio. También le advertí que tuviera cuidado en el baño porque la chica había entrado a cagar y la cabrona será mona, pero jiña como un caballo con diarreas. El me miró asombrado y se fue pensando que estaba bromeando. Me dediqué a preparar mi mochila, quité unos cuantos objetivos que me había llevado el día anterior y que no usé y opté por ir solo con la cámara y el 400mm además del Sigma ojo de pez y el 24-70mm para hacer algunas fotos en el muelle. Me aseguré de coger las dos baterías y toda la memoria que había llevado y que consta de dos tarjetas Compact Flash de dieciséis gigas, una de ocho y otra de cuatro. Cuando el Moreno volvió aún estaba alucinando con lo del retrete y no se podía creer que había sido la chica, lo cual le juré por mis uñas negras de los pies. Al rato bajamos a desayunar con nuestros termos y nos encontramos que ya estaban allí varios de los compañeros. Estuvimos hablando y felicitándonos por el día tan excelente que comenzaba y cuando bajó la chica el Moreno le lanzó un par de puntas y ella me acribilló con una miradas de odio intenso mientras yo me reía.

    El desayuno fue tan copioso como el día anterior y mientras estábamos en plena faena el jefe de los pescadores llamó para decirnos que uno de los barcos saldría con algo de retraso porque aún no había llegado al puerto. Al igual que el día anterior, salimos cargados como mulas y cruzamos la playa camino del puerto con todo nuestro equipo. El pescador que se había retrasado era el nuestro así que los otros dos barcos se fueron y a nosotros nos dejaron tirados. Además, como el día anterior vimos un montón de águilas por el lado derecho, hoy los otros dos barcos salían en esa dirección y a nosotros nos tocaba el castigo de ir por la izquierda. El Moreno estaba echando pestes. Estuvimos esperando una media hora en la que aproveché para hacer fotos de los pescadores, de un gato que se comía un pescado que le habían tirado y de los barcos atracados. Finalmente llegó nuestro barco, uno con matrícula número 11 y tras descargarlo y limpiarlo un poco nos montamos y salimos. Con unas condiciones tan buenas de luz no teníamos que incrementar demasiado el ISO para conseguir una buena velocidad. Volvimos a poner los ajustes en -0.3 para oscurecer un poco las fotos y en mi caso opté por prescindir del punto central para enfoque y me arriesgué con el autoenfoque de mi cámara, la Canon EOS 50D. Conviene explicar que el Moreno tiene una Canon EOS 1Ds Mark III, que viene a ser el Ferrari de la fotografía digital y la chica que decora retretes tenía una Canon EOS 1Ds Mark II. Ella llevaba un objetivo 300mm al que añadió un extensor 1.4x y mi amigo usa su 500mm, un cañón enorme. En esas dos cámaras el sistema de enfoque es mucho más sofisticado y se puede configurar para que use una selección de puntos e incluso los alrededores de uno de ellos, algo que en mi cámara no es posible. Por eso opté por extender el enfoque y hacerlo automáticamente, con la esperanza de tener más suerte a la hora de pillas las águilas enfocadas.

    Hicimos unos disparos de prueba con las gaviotas que nos seguían y pronto vimos el primer águila. Salió de entre los árboles, se fue acercando lentamente y cuando vio un pescado que le gustó se lanzó a cogerlo. Nosotros alucinábamos y hacíamos fotos. Según se fue llegó otra águila y también se lanzó a por pescado. A esta le siguieron otras, repitiéndose todo el tiempo las maniobras y las acciones. Nosotros disparábamos sin descanso nuestras cámaras, casi sin tiempo a comprobarlas, aunque en alguno de los momentos de pausa pude ver que ya tenía algunas fotos que prometían. Durante cuarenta minutos vimos unas treinta águilas de las que al menos quince se lanzaron a coger pescados. La palabra alucinante no le hace justicia a lo que vivimos. Los tres estábamos excitadísimos ya que en ese tiempo habíamos conseguido más y mejores fotos que en todo el día anterior. Yo comencé a preocuparme porque de seguir la cosa así iba a tener problemas con las baterías ya que con dos no llegaría muy lejos, sobre todo porque la que llevo de repuesto la compré por cuatro perras gordas y ha salido mala con ganas y tras unas doscientas fotos se descarga.

    Después de pasar junto a un faro en construcción pasó el frenesí de las águilas y a partir de ese momento no vimos ninguna otra salvo algunas posadas en los árboles.

    El relato continúa en Segundo día. No veas la suerte que hemos tenido

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  • Genin en 28 años después – 28 Years LaterPasando a toda leche!!! Salud

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