Una visita a la ciudad de Delft no está completa si no pasáis por la Delfts Blauw, la fábrica de la legendaria cerámica de Delft. En ella podréis ver como se prepara y además ver algunos de sus trabajos más espectaculares, todo ello en la fábrica De Koninklijke Porceleyne Fles, la cual es la única de las 32 fábricas que llegó a haber que queda en la ciudad.
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Salvado por mi Ángel de la Guarda
Ya he comentado en varias ocasiones que debo tener un Ángel de la Guarda con unos recursos increíbles y que siempre me cuida. La semana pasada tuvo ocasión de hacer algunas horas extras y demostrarme por qué le tengo que estar tan agradecido. Como parte de los preparativos para el viaje a Polonia, lugar en el que me encuentro desde el domingo y de donde no volveré hasta mañana, tenía que conseguir dinero polaco, los z?oty, una extraña moneda. Yo siempre he sido de llegar al lugar y acercarme a un cajero automático para sacar dinero, sobre todo porque mi banco no me cobra comisión alguna por usar estos aparatos en todo el territorio europeo, que como sabéis cubre veinticinco países y en aquellos que me cobran comisión, es ridícula e infinitamente inferior a las de las casas de cambio. Sin embargo, el lugar al que vamos en Polonia según me cuentan está muy retrasado y el hombre que organiza el safari fotográfico recomienda llevar algo de dinero polaco porque no encontraremos cajeros automáticos.
El viernes, el Moreno y yo nos acercamos a la oficina del GWK en la estación de tren de Hilversum, el lugar en el que se puede cambiar dinero, hacer transferencias o comprar entradas para eventos deportivos o culturales. La amable chica de la ventanilla nos dijo que no tenían moneda polaca alguna y se ofreció a llamar a la oficina de Utrecht y reservarnos el dinero que queríamos llevar. Lo hizo y mientras nos confirmaba que un sobre con setecientos z?oty me esperaría en Utrecht nosotros nos dedicamos a admirar su profesionalidad y lo amable que era. Quedé con el Moreno en que yo recogería el dinero al volver a casa y después de aprovechar para dar un paseo por el centro del pueblo, volvimos al trabajo no sin antes pasar por una oficina de mi banco en la que tienen una máquina especial con la que puedes ingresar dinero. Mis padres me habían dejado algo de dinero para resarcirme de los gastos de Luxemburgo y Praga y como en España parece que los billetes cuanto más grandes, mejor, tenía en el bolsillo uno de doscientos euros y otro de cien euros que en los Países Bajos son poco menos que inútiles, ya que nadie te los quiere coger. Los ingresé en mi cuenta y me olvidé del asunto.
Por la tarde volví a casa y se me olvidó totalmente lo del dinero. Sabía que tenía que hacer algo pero supuse que era encontrar el pequeño termo que me quería llevar conmigo, poner la lavadora, sacar el equipo, buscar mi trolley, escribir para la bitácora y mil pequeñas tareas más. A las ocho y media de la noche estoy sacando la ropa de la lavadora y tendiéndola cuando mi Ángel de la Guarda me susurra algo al oído. Se me fue la sangre de la cara. Salí corriendo para el ordenador, miré la página del GWK y por suerte la oficina de la estación de Utrecht abría hasta las nueve de la noche. Me puse la chaqueta, cogí una de mis cuatro bicis y pedaleé desenfrenadamente hacia la estación. A las nueve menos diez estaba entrando en la oficina de la empresa de cambio, vacía y con una única empleada que mataba el tiempo que le restaba de trabajo mandando mensajes con su teléfono. Le dije lo que quería, le di el nombre de la reserva y se marchó al interior de la oficina volviendo al momento con mi dinero.
Regresé a casa pedaleando y disfrutando del aire fresco y dando gracias por la suerte que había tenido. De no ser por el soplo, se me habría olvidado completamente. Al día siguiente, el sábado, me levanté y me quedé haraganeando en la cama mientras escribía todas las anotaciones de cine para el fin de semana. Después desayuné, me duché e hice un montón de cosas. No tenía mucha prisa ya que iba al cine en Amsterdam pero no era hasta por la tarde. Con una hora y media salí de mi casa a tomar el autobús y cuando estaba a medio camino miré en mi teléfono y veo que hay algún tipo de obras en las vías de tren entre Utrecht y Amsterdam y la alternativa es ir por Hilversum. Todavía lo podía conseguir pero iba a estar algo apurado. De nuevo mi Ángel de la Guarda me susurro algo al oído y decidí dejarlo para otra ocasión. Total, durante la semana había visto seis películas y por no ver las dos últimas no iba a pasar nada. Llegué al centro y aproveché para hacer compras, comer papas fritas y disfrutar del sábado en la ciudad. Volví a casa relajado y vine llegando después de las cinco. Un picor extraño me impulsó a mirar mi correo electrónico y veo que el fotógrafo que organizaba el safari en Polonia nos sugería que llevemos botas de agua porque debido a las lluvias de la semana anterior el nivel está muy alto y por donde nos vamos a mover tendremos problemas con zapatos normales. Otra vez en estado de emergencia. Los sábados la mayor parte de las tiendas cierran a las cinco y ya eran las cinco y cuarto. Miro las páginas de las ferreterías enormes que hay a cinco minutos de mi casa en bicicleta y veo que una de ellas abre hasta las seis de la tarde. Corro a coger una bici y pedaleo como loco para llegar al lugar. Entro en la ferretería pasadas las cinco y media y empiezo a caminar por los pasillos buscando las botas de agua. Al final las encuentro. Llamo a mi amigo el Moreno y le pregunto si él también necesita botas. ?l no había recibido el correo ni sabía nada así que se lo reenvié con mi iPhone y se fue al cuarto que tiene en el jardín a ver si las botas viejas aún seguían allí. Las encontró y me dijo que no le comprara unas a él. Volví a casa y llegué casi a las seis.
En dos días, dos actuaciones magistrales de mi Ángel de la Guarda. Una con el dinero polaco y esa intuición de ultimísima hora que me salvó y la segunda fue cuando me hizo desistir de mi idea de ir al cine y volver a casa y mirar mi correo y asegurarse que al menos una tienda con el producto que yo necesitaba estaría abierta. Allá en donde esté y espero que sea bien cerca de mí en Polonia quiero que sepa que se lo agradezco, que sé que está ahí, a mi vera y que hace una labor excelente.
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Maria van Jessekerk
La iglesia de Maria van Jesse en Delft está cerca de la plaza del mercado y es de estilo neogótico. Se construyó en el siglo XIX y es católica. Es la primera iglesia católica en el centro de la ciudad de Delft construida después del Reformismo. Sus dos torres son distintas, una está inspirada en la Vieja iglesia y la otra en la Nueva Iglesia. Como anécdota comentar que en el verano del año 2001 asistí a una boda de un indonesio que trabajaba conmigo en esa iglesia. Recuerdo que ese día aproveché y para optimizar el uso del traje (algo que odio), hice por la mañana una entrevista de trabajo en la empresa para la que trabajo hasta el día de hoy y después de la misma me recogió allí mi amigo el Rubio y fuimos a la boda. La ceremonia fue en holandés e indonesio, ese día la temperatura era de más de treinta grados y casi nos morimos en las dos horas que duró el servicio. El convite fue en el hotel Kurhaus en Scheveningen y no recuerdo si he contado esa historia pero os aseguro que fue increíble y posiblemente estoy en todas las fotos y videos porque nos sentaron en la mesa de los recién casados y yo estaba al lado del flamante esposo. Estos indonesios son gente rara, por ser extranjeros nos trataron como los super-invitados de honor.
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Johnny Loco – Dutch Delight
El otro día mientras paseaba a la hora del almuerzo me tropecé con esta Johnny Loco modelo Dutch Delight. La dueña estaba con sus niños jugando en un parque y cuando me vio hacer la foto me dijo que igual le debía pagar dinero por fotografiar esta preciosidad. Este tipo de bicicletas, como muchas de las que hemos visto hasta ahora permite el llevar a los niños y también la compra en la cesta delantera. De precio sale algo salada ya que vale alrededor de mil ochocientos euros. Es muy cómoda de conducir y me fascina su aspecto algo retro.
En el Álbum de fotos de bicicletas encontrarás un montón de bicis que he ido fotografiando a lo largo de los años