En Giethoorn la mayor parte de las casas están ubicadas en diminutas islas rodeadas por canales. Para entrar en las mismas hay unos curiosos puentes que saltan de islote en islote hechos de madera. En algunos de ellos tienes una puerta para evitar que los animales se escapen o que visitantes indeseados (léase turistas) entren en sus jardines. Si os fijáis bien veréis el buzón de correo a la izquierda de la imagen, al comienzo del puente. El camino que pasa por allí es el carril bici por el que van los habitantes del pueblo cuando no usan sus barquitos para desplazarse. Cuando vives en un lugar así tu cuerpo se habitúa a otros tiempos, a otras prioridades, otra forma de ver la vida, sin atascos de tráfico, sin prisas, sin los humos de los escapes de los vehículos, algo muy diferente a lo que la gran mayoría está acostumbrada.
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Ver de cerca aquello que está lejos
Hace unos años, cuando comencé a comprarme equipo fotográfico, alguien me dijo que eso era tirar el dinero y que para hacer buenas fotos la cámara más cutre era más que suficiente. El consejo vino de un intelectual de la miseria, uno que sabe mucho de nada. En uno de los primeros libros de fotografía que me compré, el autor decía en la tercera página del libro que si quieres soñar con hacer fotos como un profesional te tienes que comprar el equipo que usan los profesionales. En otras aficiones puede que el equipo que uno tenga no afecte al resultado pero en la fotografía, la calidad de la óptica y del equipo es fundamental. Puedes tener delante de tus ojos el paisaje más hermoso que hayas visto en tu vida que si lo único que tienes a mano es la cutre-cámara de tu móvil es más que probable que consigas una cutre-foto. Con los años he ido añadiendo piezas a mi equipo, cada una pensada para una situación determinada. Tengo objetivos para macro, variables, de ojo de pez, extensores, flash, trípode, memorias, anillos de extensión, baterías de repuesto y un montón de parafernalia más. Antes lo guardaba todo en un rinconcito y ahora casi que ocupa un armario completo.
Desde hace un mes he estado tratando de conseguir un objetivo de segunda mano canon EF 400mm f/5.6L USM o uno de 300mm. La razón es que dentro de poco más de una semana me voy a Polonia con un grupo de fotógrafos holandeses y pasaremos cinco días capturando imágenes de águilas pescadoras y aunque no estarán muy lejos, no tengo en mi equipo nada que cubra la distancia necesaria. Después de intentar sin éxito pillar uno de segunda mano esta semana me rendí y opté por comprarlo nuevo. Lo encargué y ayer me lo entregaron.
El eje central de la expedición a Polonia y de futuras salidas para fotografiar aves y otros objetos que no están cerca es un objetivo enorme, el más grande de todos los que tengo y que produce imágenes de una calidad muy buena. Me ha costado un pastón pero conque logre una sola imagen decente de un águila habrá merecido la pena.
Otro día haré una nueva foto de familia con todos juntos aunque como me deshice de mi vieja Canon EOS 350D, dependeremos de la mediocre calidad del iPhone para la foto. Ahora que acaba de salir al mercado la nueva Canon EOS 7D me está entrando el gusanillo y como me de un arrebato vendo mi cámara y me compro una de esas.
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La casa con la enredadera en su fachada
Aunque ya debería haber acabado la serie sobre Giethoorn, me encantan las casas y los canales que hay en ese pueblito y pienso seguir unos cuantos días más con imágenes de este lugar. Hoy tenemos otra casa con tejado de caña que además tiene su fachada cubierta con una enredadera. Las contraventanas son también típicas holandesas y en Amsterdam tenéis un par de ejemplos de casas con ese tipo de contraventana pintadas en el mismo color. Una de esas casas está en el mercado de las flores.
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Tenía una vaca lechera ??
Normalmente a la hora del almuerzo suelo ir a caminar con mi amigo el Moreno. Tenemos nuestras rutas habituales y mientras cubrimos la cuota de kilómetros diaria hablamos y discutimos los grandes asuntos que se debaten en el mundo o a falta de algo mejor, nos reímos de la gente que vemos por el camino. Sin embargo no siempre es así. Hay días que vamos al centro para comprar algo o a alguna de las ciudades cercanas a Hilversum y hasta puede que nos pilles en algún lugar haciendo fotos durante esa hora que los demás aprovechan para engullir algo de comida.
El otro día el Moreno me preguntó si quería acompañarlo a un pequeño pueblito a diez minutos de Hilversum en coche. Había comprado por Internet un juego de lego para su hijo y como la «tienda» estaba cerca acordó con el propietario el pasarse a recogerlo aquel día. Ya he comentado lo increíble que es la red para conseguir las cosas más baratas. El mismo juguete en las jugueterías tradicionales vale un treinta por ciento más caro. Salimos de la oficina en su coche y cuando ya estábamos llegando a nuestro destino y el navegador GPS de su coche nos soltaba esas frases legendarias con las que te guían y que parecen no tener sentido nos cruzamos con una vaca muerta junto a la carretera ??
El tufillo que desprendía era insoportable pero le pedí que redujera la velocidad un poco y con el iPhone le hice un par de fotos. Habían cubierto al pobre animal con una manta. Aluciné con aquel animal tirado a la vera de la carretera y le pregunté si nadie denunciaba a los dueños o algo. Siempre he supuesto que las vacas no se mueren, que nos las comemos y si la carne ya no tiene buen color, acaba en las hamburguesas de las cadenas de comida rápida que por algo son de color gris oscuro. El Moreno me dijo que en los Países Bajos si se te muere un bicho de estos, llamas a una agencia que se encarga de pasar a recogerlo y le harán una autopsia para averiguar la causa de la muerte. Cuando llamas les dices donde la has dejado y ellos ya se buscan la vida para venir con un camión y llevarse al bicho. La cosa es que no aparecen en el día y con los calores de este mes de septiembre el hedor que había allí era insoportable.
A la vuelta volvimos a pasar y de nuevo le pedí que parara. Abrí la ventanilla y casi nos morimos pero le hice una foto en la que se puede ver la cara adorable de la vaca muerta y esa postura tan rara que le ha dejado el rigor mortis, que más bien da la impresión que la muerte la pilló dando a su cuerpo alegría y cosa buena.
Un detalle que doy por sentado que se os ha escapado es el del cartel del fondo. Es el de una casa que se está vendiendo a quince o veinte metros escasos de donde se encuentra la vaca y para ese sábado, un par de días más tarde, tenían organizado un día de puertas abiertas. Me imagino las caras de los clientes que vienen a ver la casa y que siempre han querido vivir en el campo cuando llegan y antes de ver ese posible hogar se encuentran casi en la misma puerta aquella pobre vaca muerta y apestando y aún más increíble es si le tienen que explicar a sus hijos lo que ha pasado allí.