Estamos llegando al final de la serie sobre Estambul y aunque la foto de hoy es una de esas que siempre descartamos, la rescaté porque no solo permite ver el tamaño del palacio Dolmabahçe, un edificio enorme sino que también se ve que en Estambul hay mucho más que el centro de la ciudad, hay rascacielos y barriadas enormes a las que no llegan los turistas.
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Baklava
No puedes pasar por Turquía sin probar el baklava, un tipo de dulce que no es exclusivo de este país ya que también lo hay en otros de Oriente Medio e incluso en la India. Está hecho de una serie de capas de una masa de repostería muy fina cubiertas con diferentes cosas y bañado con un almíbar extremadamente dulce. Para mi gusto es demasiado dulce y nunca me ha llamado la atención. Mi amigo el Turco se empeñaba siempre que iba de vacaciones a su país en regalarme dulces de estos y yo terminaba llevándolos a la oficina para compartirlos con los compañeros porque después de comer un trocito acabo ahíto. En mi reciente visita lo comí en un par de ocasiones y sigo pensando que no es algo para mí.
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Mezquita Sehzade – ?ehzade Camii
Esta es otra de las mezquitas imperiales de Estambul y también se la conoce como la mezquita del Príncipe. La mezquita la encargó el sultán Suleiman I en memoria de su hijo mayor y fue la primera obra del arquitecto que también se encargó de la mezquita de Süleymaniye, una de las más famosas de la ciudad y que está en prácticamente todas las fotos de los turistas por su excelente ubicación.
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Aquello que nos debe importar …
Resulta curiosa la forma que tiene la gente de ver el mundo y lo inconsciente que puede ser. Si tienes un hijo, lo proteges con tu vida, sabes que es una pieza importantísima de tu universo y lo cuidas y atiendes prestando muchísima atención. También buscas documentar todos sus pasos desde que nace y le haces fotos continuamente. Hace seis o siete años llevabas a revelar el rollo y guardabas las fotos en un álbum. Todo eso cambió radicalmente con la llegada de la fotografía digital. A partir de ese momento podías hacer cientos o miles de fotos y guardarlas en casa, compartirlas, enviarlas a otros o mandarlas a imprimir. Fue un paso enorme al que no le damos demasiada importancia y que ahora que todo el mundo tiene cámaras digitales nos parece normal.
Sin embargo, tan normal como es, no prestamos la misma atención a la protección de nuestro legado digital, de esas fotos que atesoramos y que queremos que nos duran para siempre. Si hay algo que la gente parece dar por sentado es que el hardware dura para siempre y no se estropea, que nada nos puede pasar y que no debemos tomar ninguna medida al respecto.
Una de las pocas veces que he visto a mi amigo el Rubio llorar fue el día que me dijo que su disco duro había muerto y había perdido cuatro años de fotos, incluyendo todas las del nacimiento de su primera hija, su luna de miel, múltiples vacaciones y demás. El hombre contactó con una empresa en Alemania especializada en recuperar datos y estaba a punto de enviarlo y pagar los dos mil euros que le iba a costar sacar la información de ahí y pese al dineral, ni siquiera tenía garantías de esa compañía de salvarlo todo. Nos sentamos en su casa, con unas cuantas herramientas que yo usaba en mi trabajo y conseguimos sacar todas sus preciosas fotos y vídeos, sus documentos y demás. Volvió a llorar aunque esta vez de felicidad y me dio un enorme abrazo. Si alguna vez tuvo dudas de la razón de nuestra extraña amistad, ese día se le borraron. A partir de ahí aprendió la lección y comenzó a duplicar toda su biblioteca digital. No ha sido el único caso que conozco. Hace un par de semanas fue alguien que de nuevo, perdía años de recuerdos por creer que los discos duros viven para siempre. Creedme, trabajo en una empresa que fabrica equipos y la elección de los materiales se basa en ahorrar lo máximo posible y procurar que duren hasta un día después de vencerse la garantía. Es lo que hay.
En mi caso siempre he sido muy precavido. Reconozco la importancia de mi archivo digital y hago todo lo que está en mi mano por protegerlo. En el disco duro de mi ordenador hay un subconjunto de las fotos, usualmente las que aún tengo que revisar y ajustar. En dos discos duros externos mantengo copias idénticas de todas mis fotos, documentos y música, aquello que uso digitalmente. Uno de esos duros lo guardo en mi casa y el otro está en otra ubicación porque poner todos tus huevos en el mismo cesto es estúpido. El edificio puede arder, un ladrón puede entrar y limpiarme la casa y lo perdería todo así que ambos únicamente permanecen bajo el mismo techo un día al mes, aquel en el que los vuelvo a sincronizar. Además, todas las fotos procesadas están en mi cuenta de flickr, el lugar en la nube en el que tengo una tercera copia que puedo acceder fácilmente desde cualquier punto del mundo y que puedo compartir con amigos y conocidos cuando es necesario. Por último, una vez al año grabo las fotos del anterior en DVDs que almaceno en una tercera ubicación. Puede parecer paranoico pero solo muestra lo importante que es para mí el no perder esa información. Los discos duros se rompen o se acaban llenando y yo siempre duermo tranquilo porque en algún lugar tengo una copia de respaldo de aquello que más quiero.
Hasta este lunes tenía dos discos duros de 320 GBytes para esta tarea. Les quedaban diez gigas para estar completamente llenos y aún me faltaban por poner fotos que ya no cabían. El lunes salí de compras y me hice con dos discos duros Verbatim de 1.5 teras, cinco veces la capacidad de los anteriores. Son el duo que podéis ver en la foto. Ya están sincronizados y en sus lugares correspondientes. A los viejos les encontraré otro uso.
Si después de leer esto, aún sigues sin tener copias de seguridad de aquello que atesoras y puedes dormir tranquilo, te felicito. Espero que mantengas esa misma paz interior el día que por culpa de un fallo de hardware pierdas esa información. Ese día recuerda que siempre estuvo en tu mano el poder evitar la desgracia, que no era nada complicado ni difícil.
