Esta es la primera de una serie de tres fotos tomadas desde el enclave del faro de Sardina del Norte y centradas en la puesta del sol y los instantes mágicos que la rodean. En esta primera foto vemos el sol rodeado de unos colores increíbles y bajo el mismo, el fast-ferry que une el puerto de las Nieves con el de Santa Cruz de Tenerife. Había un poco de calima y de ahí las extrañas tonalidades.
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Niveau vier geslaagd
Si hay algo increíble es la certeza de saber que he pasado el examen del cuarto nivel de holandés. Merecieron la pena las horas gastadas aprendiendo verbos y preposiciones, repasando una y otra vez la teoría, volviendo a hacerlo y repitiendo ejercicios hasta el infinito. El lunes de Pascua, mientras todo el mundo disfrutaba de un día de primavera increíble yo me sentaba a estudiar desde las ocho de la mañana y no lo dejé hasta las once de la noche, parando únicamente para cenar y para caminar durante una hora, que lo de andar se ha convertido en religión y sin mis ocho o diez kilómetros diarios no me siento bien.
El día del examen las impresiones eran contradictorias. Lo dividieron en tres partes: una de vocabulario, una de teoría y otra de escritura. La profesora nos había dicho que tendríamos una de preposiciones y no habría vocabulario así que no me preparé un examen muy distinto al que tuvimos. Para la parte de vocabulario no se podía usar el diccionario y la verdad que fue un desastre y si lo he pasado, ha sido de puro milagro. De los treinta puntos posibles conseguí veinte. La parte de la teoría la bordé. Soy un experto en gramática neerlandesa, conozco todas las triquiñuelas, los detalles, las excepciones y construyo frases respetando todas estas reglas. Es como hacer una casita usando piezas de Lego, vas poniendo unas junto a otras y al final te queda algo que se asemeja a una vivienda. Con el holandés es igual. Yo recuerdo las posiciones fijas de las palabras y salvo por estúpidos errores que cometo de cuando en cuando, al final te salen las cosas que te salen aunque no entiendas lo que quieres decir, que suele ser el caso.
El tercer módulo, el de escritura, ese tiene el inconveniente de sacar una historia de algo que te cuentan y que no te interesa pero por suerte, para estas cosas siempre está la Santa de Madonna que viene a resolvernos la papeleta. Da igual de lo que me pidan que escriba, yo logro enganchar la historia con ella y hasta ahora me ha traído mucha suerte, cuatro niveles y cuatro textos de la Más Grande.
Hoy fuimos a clase y yo ya sabía que había aprobado porque la profesora me había mandado un correo pero no estaba seguro de por cuánto margen y tampoco me lo creía hasta que no lo viera. Cuando el examen volvió a mis manos y lo miré aluciné en colores: OCHENTA Y CINCO PUNTOS Y MEDIO sobre cien posibles. Todo un logro. De los catorce puntos y medio que perdí, diez cayeron en el ejercicio de vocabulario que no me había preparado. En el resto del examen solo tuve pequeños fallos que me costaron cuatro puntos y medio.
Sobra decir que estoy muy contento y satisfecho de mi mismo y aprovecho para felicitarme por tamaño éxito. Ahora hay que practicar el idioma y sacarle brillo para que su uso y abuso se vuelva rutinario. Me sorprende porque casi sin darme cuenta, me veo capaz de crear frases, articular pensamientos y responder a preguntas sin ni siquiera dudarlo.
Y además hoy he cumplido un sueño que tenía desde siempre. Desde que era pequeñito, siempre quise cogerle las tetas a una mora y hoy lo he conseguido. Me senté al lado de la marroquí y ella intentó poner espacio de por medio pero las dos de Curaçao estaban a su lado y con sus culazos enormes no había espacio para maniobrar así que me fui apalancando poquito a poquito y alrededor de las dos y media de la tarde se produjo el gran milagro y capturé esas domingas terroristas musulmanas con las que tanto había soñado. Ya puedo tachar otra cosa de mi lista de actividades a lo largo de esta vida.
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Montaña de Gáldar
Esta es la segunda vez que vemos la Pico de la Atalaya en Distorsiones. También es conocida por montaña de Ajódar o el pico de la Atalaya. Cuando íbamos hacia Sardina vimos la nube cubriendo la cima de la montaña, con una forma preciosa. Pese a que tratamos de salirnos de la carretera inmediatamente y hacer la foto, fue demasiado tarde y la nube ya no estaba exactamente en el lugar en el que la vimos.
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La pérgola
Después de quitar un montón de árboles de Navidad que había plantado la dueña anterior en mi jardín, recordaréis que encontré La parra y desde ese instante se convirtió en uno de los elementos favoritos de mis cien metros cuadrados de naturaleza. Me había propuesto hacerle una pérgola para que se pueda desarrollar a gusto y mi amigo el Rubio había prometido ayudarme a hacerla. El resto de los colegas, cuando les comentaba el plan me miraban con cara de lástima y asumían que sería un desastre. Yo sin embargo sabía que la cosa saldría bien. Aunque ambos tenemos más o menos el mismo tipo de estudios, está claro que somos muy distintos. A mí me gusta escribir, imaginar historias, fantasear, desvariar y a él le das un trozo de lo que sea, o una herramienta y construye algo con sus manos. Yo estuve allí ayudándolo cuando podamos unos árboles enormes en su jardín o cuando construimos una cabaña para la madera de la chimenea o cuando montamos los muebles de todos los dormitorios de su casa. También cuando hicimos obras en su casa en Utrecht y sé de lo que es capaz.
El viernes habíamos quedado después del mediodía así que me tomé medio día libre. A la una de la tarde revisábamos el diseño que había preparado y comprobábamos sobre el terreno que las cosas irían como estaba previsto. Nos fuimos juntos a una de esas tiendas de materiales de construcción y jardinería que son como hipermercados (la elegida fue Praxis) y perdimos cerca de hora y media acumulando la madera y las herramientas necesarias. Un amigo me había dejado una sierra de vaivén y el Rubio se trajo algunas de las suyas. Comenzamos sobre las tres de la tarde y en las dos horas y pico que trabajamos no nos dio tiempo a hacer mucho, solo poner los soportes en la pared que mantendrían toda la estructura. Parece una tarea banal pero aquí los muros son de hormigón y no veas lo que cuesta agujerearlos. Como nuestro plan era hacerlo todo en cuatro horas, al final tuvimos que dejar gran parte del trabajo para el día siguiente ya que el Rubio se tenía que ir a su casa. Me invitó y me fui con él a cenar allí y mientras él se iba a clases de piano yo me dediqué a jugar con sus dos hijos mayores mientras su mujer se tomaba un respiro. En una hora los chiquillos me dejaron agotado.
Esa noche nos acostamos todos temprano y a las ocho de la mañana estaba con los chiquillos en la cocina enseñándoles a preparar magdalenas. Después de desayunar volvimos a mi casa y ahora sí que era tarea de cortar y juntar madera. Se nos dio muy bien y sobre la una habíamos terminado.
Falta poner unos refuerzos en la madera, algo que haremos otro día. Mi vecino estaba muy impresionado porque él también pensaba que haríamos una chapuza. Parece que nadie tiene fe en nosotros. A propósito, en la foto anterior también podéis ver a la izquierda y junto a la parra el campo de tulipanes que plantó mi madre y a la derecha pasada la pérgola mi campo de tulipanes. El año que viene doblaré las cantidades de nuevo. No hay nada más hermoso que un tulipán.
Cuando habíamos terminado y el Rubio se tomaba un café conmigo se nos unió mi vecino. Charlamos un rato y después de que mi amigo se marchó nosotros nos pusimos a trabajar en el jardín. Podamos la parra, la soltamos de sus agarres a la pared y la encaminamos hacia su nuevo hogar.
Ella estaba encantadísima y estoy seguro que en dos años ha tomado posesión de sus nuevos territorios, los cuales abarcan tres metros de largo por uno ochenta de ancho. Ya puestos, la aboné y después nos acercamos al césped del ala norte, pasada la caseta de las bicicletas. Está lleno de malas hierbas y necesitaba a gritos un tratamiento de choque. Mi vecino se trajo sus máquinas y lo primero fue arrancar las malas hierbas y para eso la primera máquina mete unas cuchillas en el suelo y las va extrayendo de raíz dejando atrás la hierba. Por increíble que parezca, sacó casi el setenta por ciento de la materia verde que había allí y lo dejó medio pelado. Después con otra herramienta hicimos agujeros para que se airee el suelo y después usando una aparato especial echamos un herbicida que terminará de matar las malas hierbas.
Le hicimos el mismo tratamiento al ala sur, aunque este es nuevo y está en perfectas condiciones. La máquina que saca las malas hierbas no extrajo ni el cinco por ciento de la masa y después lo aireamos y por si acaso también le hicimos el tratamiento de las malas hierbas. Esta semana le haré la segunda fase que es un fertilizante para incentivar su crecimiento y con eso y un bizcocho, mi césped estará increíble esta temporada.
Aunque hace un par de años nadie lo habría dicho, ahora no sólo tengo un jardín precioso, además disfruto pasando tiempo en el mismo, cuidando las plantas, podando, limpiando y planificando. Son tareas que relajan bastante y en las que pones toda tu concentración y terminas con la satisfacción de ver el resultado inmediatamente. Me falta nada más que comprar un manzanero y un limonero y por este año creo que habré terminado con las grandes obras en el jardín.