El otro día fuimos al bosque a hacer fotos de setas y en particular de las amanita muscaria. Íbamos a un rincón en el que sabemos que ellas se sienten cómodas y efectivamente, había entre cien y doscientas setas en unos pocos metros cuadrados. El lugar es increíble.
Llegamos con nuestras mochilas llenas con cámaras, objetivos y demás trastos. En unos minutos el Moreno y Yo estábamos tirados por el suelo, cada uno a su bola, buscando un ángulo curioso, descubriendo una seta escondida o tratando de capturar un momento mágico. Estuvimos allí una hora. En ese tiempo pasó un montón de gente en bicicleta y se paraban a observarnos. Todas las mujeres nos daban instrucciones sobre lo que debíamos hacer o las setas que en realidad debíamos fotografiar. Resulta curioso. Los hombres te miran en silencio y como mucho hacen algún comentario casual mientras que ellas quieren controlar la actividad y encauzarla. Mi amigo el Moreno es mucho más cortés y paciente que yo. El responde a los comentarios mientras que yo los ignoro completamente.
Pese a la masiva presencia de setas no nos fuimos muy contentos. Había demasiada hierba y un torrente de sol tan grande que estropeaba cualquier intento de hacer una foto medianamente decente. Las setas las asociamos con rincones oscuros en el bosque, claros en los que llega algo de luz pero en los que predominan las sombras y allí teníamos demasiada luz.
El tiempo para encontrarnos con las setas es muy limitado y tenemos que aprovecharlo a fondo. Normalmente duran solo unos pocos días. Aún sigo esperando la llamada de alguien que me sopló que en algún lugar de los bosques que rodean Hilversum, bien escondido hay un Heksenkring o Anillo de Hadas. El día que nos avisen correremos a hacerle fotos.