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  • Frugoni es un nombre de tango

    3 de agosto de 2006

    Flotaba por la pista de baile de una forma mágica. La música lo llevaba junto a su pareja, una hermosa joven a la que había conocido un día en una terraza. Aquel día cambió su vida, le encontró un nuevo sentido a todo.

    Lo de ellos fue amor a primera vista. Tardaron una fracción de segundo en convertirse en uña y carne. A partir de ese momento ya nunca se les vio separados. No podía existir el uno sin la otra. Eran la viva imagen de la felicidad. Ella lo descubrió todo sobre él, escuchó sus lamentos, sus preocupaciones, su historia hasta aquella tarde en que se conocieron y cuando él terminó su relato comenzó a cambiarlo, a mejorarlo y ajustarlo para lo que les esperaba por delante. Su historia no había sido fácil. Ya en el colegio los chiquillos se metían con él y lo perseguían gritándole su apellido: Frugoni. ?l trataba de escapar pero no siempre le era posible. Era un pobre niño con grandes gafas de pasta y aspecto desgarbado que se prestaba a ser ridiculizado. Se le podía ver corriendo por el patio seguido de una nube de enanos como él que le gritaban y los profesores nunca hacían nada para evitar aquel acoso. El pequeño Frugoni creció huyendo, sintiéndose rechazado por todos. En el instituto la gente se decía entre ellos no seas Frugoni cuando querían indicar una bobería y las gilipolladas eran Frugonadas. Había una línea completa de insultos e interjecciones con su apellido. ?l nunca se quejaba, nunca decía nada, sabedor que no lo escucharían y que reforzarían las chanzas si osara hacerlo. Procuraba pasar desapercibido pero era como un imán que atraía la maldad de los demás, que extraía lo peor que llevaban dentro y los incitaba a vilipendiarlo.

    En la universidad no mejoraron mucho las cosas. Seguía siendo el blanco fácil que elegía cualquier chaval que buscaba impresionar a las chicas. Tenía que cargar sus libros y todas sus cosas continuamente porque si dejaba la mochila en algún lado se la cogían y la tiraban, la vaciaban o hacían algo peor. Nadie alzó nunca la voz para defenderlo. Tampoco lo pretendía. Unos vienen a este mundo con todo resueltos y otros tienen que esquivar obstáculos continuamente. Es la ley de la vida. Siempre ha sido así. Por eso la tarde que tropezó con aquella preciosidad de chica se deshizo en disculpas. Ella le tapó la boca con su mano y se agachó a recoger las cosas que se habían caído. ?l se puso a ayudarla y fue entonces cuando se miraron a los ojos y algo mágico sucedió, una chispa encendió miles de rincones dormidos en su ser y una sonrisa le cruzó la cara. Se sentaron y estuvieron hablando durante horas.

    Pasaron los días, las semanas, los meses y una serie de pequeños cambios tuvieron lugar en su interior. Cada día era una maravillosa aventura que comenzaba antes de abrir los ojos. Pensaba en ella antes que en nada más y se acostaba con su imagen grabada en su memoria. Era un hombre feliz. La gente dejó de reírse de él y de hacerle pequeñas trastadas. No sabía muy bien si lo habían aceptado o asumieron que tendrían que llevarse bien con él. De pronto tenía amigos y se integró en una banda de universitarios chillones y entusiastas. Iba a fiestas y quedaba los fines de semana con gente, la misma que siempre lo había repudiado. Ella era la luz de su vida, el sol que le daba energía y le mostraba el camino.

    Se graduaron, encontraron trabajo y comenzaron a vivir juntos. Entre ellos bastaba una mirada, sobraban las palabras y los gestos.

    Por su cumpleaños ella le regaló un bono para una academia de baile. A él no le hizo mucha gracia, se seguía viendo como el patito feo pero puesto que lo harían juntos no podía ser tan malo. El primer día de clase la profesora les explicó un montón de conceptos y técnicas y no tuvo que bailar. En la segunda clase fue su bautismo. La música sonaba y ejecutaron sus primeros pasos. Pronto estuvo claro que tendrían que cambiarse a otro nivel porque estaban muy por encima del resto. En ellos bailar era algo natural, se seguían perfectamente, no cometían ningún error y la gente se paraba a mirarlos porque era un placer el verlos danzar.

    De aquella academia pasaron a otra y luego otra más. En todas siguieron mejorando su técnica y los profesores sentían que allí había algo grande, que aquella pareja llegaría muy lejos. Finalmente encontraron a aquella vieja dama que parecía haber vivido desde siempre. Ella lloró la primera vez que los vio bailar juntos. Los adoptó y empezó a entrenarlos para el campeonato mundial de baile de Tango. La mujer no había podido cumplir su sueño en su juventud por no haber encontrado la pareja adecuada y ahora podría realizarlo a través de ellos. La preparación fue muy intensa y al mismo tiempo divertida. El tango era un baile que requería una compenetración perfecta y ellos la tenían. Estaban hechos para bailarlo sin parar. Pasaron todas las rondas clasificatorias sin más problemas y finalmente llegaron al campeonato mundial de baile de Tango.

    Se apagaron las luces, un foco los iluminó y la música comenzó a sonar. Ellos hicieron lo que mejor sabían hacer: Bailar. Volaron por la pista acompañados por una música a la que ellos ponían movimiento. Existían el uno para el otro y no notaban la presencia de los miles de espectadores ni de las cámaras. Ellos eran uno con la música, su simbiosis era perfecta. Cuando acabó el baile y quedaron allí quietos, petrificados, la gente que hasta ese momento había asistido atónita al espectáculo rompió en gritos y aplausos. En la pantalla salía el nombre de la pareja y todos comenzaron a corearlo al unísono. FRUGONI, FRUGONI.

    Hubo otras parejas que lo hicieron muy bien y que quizás en otras ocasión habrían merecido ganar pero aquel día solo podía triunfar uno y estaba claro que Frugoni es un nombre de tango.

  • Dunas de Maspalomas en sepia

    3 de agosto de 2006
    Dunas de Maspalomas en sepia

    Dunas de Maspalomas en sepia, originally uploaded by sulaco_rm.

    La foto de hoy la hice hace cosa de cuatro años. Paseaba por las dunas tomando fotos y se me ocurrió que el modo sepia de la cámara podía dar un resultado curioso con tanta arena. El resultado fue alucinante. Parece otro planeta, un lugar hostil y sin vida. Las montañas que se ven al fondo es lo que en Gran Canaria llamamos la cumbre, el centro de la isla.

  • Una caja de ébano

    2 de agosto de 2006

    Esta historia comenzó en Allanamiento de morada

    Con el puntero rastreé el interior de la caja fuerte. Sólo había una cosa en su interior. Una delgada caja de ébano finamente trabajada. Parecía fuera de lugar allí, en aquel cubículo metálico hecho de un gris que reflejaba la luz blanca y la volvía amarilla. Me quité los guantes y con cuidado cogí la caja. Su tacto disparó mis sentidos. El artesano que la había tallado hizo un trabajo excelente. Una delicada espiral recorría su tapa y parecía enroscarse en la madera. Seguí los trazos con mis dedos hasta llegar al cierre, un pequeño botón metálico. Por un momento sentí la tentación de abrir la caja para ver su contenido pero aquel no era el momento y definitivamente no era una buena idea. Me quedé allí unos momentos, o quizás minutos, con aquel objeto en las manos e intuyendo que quizás fuera uno de esos hitos que marcan nuestras vidas, tan importante como pueda ser una muerte o el nacimiento de un hijo.

    Saqué una pequeña bolsa de plástico de uno de mis bolsillos y metí la caja dentro comprobando que quedara bien sujeta y no se pudiera caer. La guardé en el mismo bolsillo del que había sacado la bolsa y lo aseguré cerrando la cremallera. Ahora que tenía lo que quería me sentía más relajado. El subidón de adrenalina que me había permitido llegar hasta allí comenzaba a remitir. Husmeé por el vestidor buscando algo más que llevarme. Aquello tenía que parecer un robo normal. La ropa era de buenas marcas y en un lado había un pequeño mueble joyero. Lo abrí y agarré algunas de las joyas que estaban dentro. No estaba particularmente interesado pero se tenía que hacer así. Descolgué algunas prendas y las dejé caer al suelo. Me di cuenta que me había quitado los guantes y me los volví a poner. Limpié las superficies que había tocado cuidadosamente, no quería problemas. En una estantería había papeles que seguramente eran importantes para sus dueños y bajo ellos unas cuantas revistas porno. Hacía mucho tiempo que no veía una revista de ese tipo, Internet se ha comido ese mercado y hoy es más normal el buscar esas satisfacciones en la red. Ojeé la revista y me tuve que reír con los pies de algunas de las fotos. Frases cortas y contundentes que acompañaban escenas aparentemente falsas en las que una doctora medio desnuda y maquillada en exceso el miembro enorme de uno de sus pacientes mientras lo auscultaba. Era como una fotonovela de las de antes. En la página central a la doctora se la follaba el paciente y otro médico y la foto de la doble penetración era muy explícita. La doctora volvía la cara y torcía la lengua hacia arriba mientras miraba a la cámara simulando un placer extremo aunque por las pintas de los tres se veía que simplemente estaban trabajando. Me guardé también la revista. Merecía un vistazo más a conciencia.

    No tenía mucho sentido quedarme allí dentro y aunque sabía que los dueños no iban a venir decidí marcharme y no tentar a mi suerte. Volví a bajar a la planta de abajo a oscuras. Abrí la nevera y cogí algo de comida. Dejé la puerta abierta. Todo formaba parte del plan. Trasteé descuidadamente por las diferentes habitaciones cambiando cosas de sitio y dejando caer otras al suelo. Moví los cuadros y las macetas, volcando estas últimas. Eché el contenido del congelador en el fregadero. Todos sabemos que la gente tiende a guardar sus joyas en esos sitios. Me fijé que bajo el horno la carpintería parecía no estar bien colocada y encontré otra pequeña cavidad secreta con más joyas y algo de dinero. Lo cogí todo y me lo guardé. Miré por la parte delantera y vi que la calle seguía vacía. Junto a la puerta había otro teclado para activar o anular la alarma pero no pensaba usar esa puerta.

    Ya de vuelta en la cocina repasé mentalmente lo que había hecho, me palpé los bolsillos para asegurarme que llevaba todo conmigo y me preparé para salir. Activé la alarma y cerré la puerta procurando no hacer ruido. Me deslicé por el jardín y después de comprobar que nadie miraba desde sus ventanas o andaba por allí a esa hora, salté la valla y eché a andar en dirección contraria al camino que había usado al venir. Nunca se sabe si alguien te ha visto pasar y sospecha algo así que mejor ser precavido. Rápidamente traté de buscar las calles principales para que la noche no me señalara tanto. No es lo mismo buscar la oscuridad para hacer un trabajo que intentar que la gente no note lo extraño de tu paseo por calles vacías.

    Junto a una parada de taxi había uno de esos bares nocturnos abiertos y entré a tomarme un café. Cuando me lo acabé salí, cogí un taxi y le di la dirección en donde tenía mi coche aparcado. El hombre me llevó cruzando la ciudad en silencio. En la radio alguien contaba sus desgracias en uno de esos programas de llamadas telefónicas para desvelados.

    Continuará ….

  • Dunas de Maspalomas

    2 de agosto de 2006
    Dunas de Maspalomas

    Muchos seguro que han visto esta foto o alguna parecida y una explicación que viene a decir que Maspalomás está en Tenerife así que digámoslo claro como el agua: MASPALOMAS y sus dunas están en GRAN CANARIA.

    Dicho esto, nacer o vivir en Gran Canaria y no haberse perdido por las dunas al menos una vez cada cinco años es algo imperdonable. Es el lugar más mágico de la isla y punto de encuentro entre el mar, la tierra y el sol. Puedes seguir la trazada dejada por otros caminantes o arriesgarte y crear la tuya propia. Es un lugar perfecto para caminar a primera hora del día, cuando el sol está a punto de salir o a última hora, cuando el cielo se vuelve rojo y las sombras ganan la partida.

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