Distorsiones

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  • El ciclo de las hembras

    1 de abril de 2006

    Normalmente no acepto encargos y escribo por libre dejando volar mi pobre imaginación hacia dondequiera que la lleven mis sucios pensamientos. Hoy voy a hacer una excepción. Bleuge me ha pedido que escriba sobre un tema que le preocupa sobremanera pero sobre el que no puede decir ni mu porque ha decidido autocensurarse. Según él su bitácora tiene cierto prestigio y cierto estilo y no puede rebajarse a hablar de las cosas que le gustaría contar. Llamar estilo y prestigio a esos copy+paste de la wikipedia sobre artistas que te dejan indiferentemente helado y a esas anotaciones en las que se queja de la vida que ha elegido con sus errores manda güevos pero bueno, si él lo ve así no voy a ser yo quien se lo discuta. Puesto que a mí me ha tocado el papel de pigmalión que además ejecuto con gusto y alegría, hoy vamos a desentrañar un tema polémico y que a más de una no le va a gustar. Quiero volver a recordaros que ha sido una petición de bleuge y que yo por mí no habría tocado este asunto.

    Las hembras de la raza humana son seres extraños. Después de un corto periodo de maduración, a partir de los doce años se ponen más buenas que el pan con nocilla. La legislación vigente y los usos sociales nos limitan y nos vemos obligados a ponerlas en un pedestal y mirarlas arrobados sin poder hacer un uso y disfrute de las mismas, salvo que seas un menor de edad similar lo cual te otorga patente de corso para enchurrarlas una y otra vez, una y otra vez.

    Su gracia y belleza continúa aumentando sin freno y a los dieciocho años alcanzan la línea de salida y se produce el despiporre. Una gran cantidad de las mismas no solo cruzan esa línea sino que se vuelven unas salidas de pro, diferentes a las que podemos encontrar en varias partes de los aviones y más concentradas en el fornicio y la cópula con machos. En este temprano punto de su carrera se produce la primera escisión y de la rama principal surgen las culocoche, esas que se despatarran con el único afán de conseguir un asiento en un vehículo estiloso en el que ser vistas. No es raro verlas llegar a discos y lugares de copeteo acompañadas de viejos calvos y sudorosos en esos deportivos de escándalo que están vedados a los jóvenes. Ellas cierran los ojos y echan mano de la imaginación porque lo importante es ser vista en el coche y despertar la envidia de las otras. Estas culocoche únicamente aspiran a levantar una insana envidia entre mujeres y en su simpleza y estupidez no se dan cuenta que se han desviado del camino correcto.

    Volviendo a la rama principal, el grueso de las chicas continúa su avance por los cauces normales. Tenemos un pequeño grupo llamadas las estrechas que cierran piernas y no hay manera de metérsela. Muchas de las que forman parte de este colectivo se ven obligadas a ello por no tener eso que se denomina belleza exterior y pese a que la interior puede ser increíble, al final el macho folla basándose en el aspecto y no en las ideas, que a tan tierna edad uno no se para a hablar más de dos horas con una tía. Las estrechas acumularán toneladas de resentimiento en esa época y nos obligarán a pagar por ello más adelante. De las demás, algunas encuentran novio rápidamente y se casan retirándose de la circulación. Esto se debe a un defecto biológico que las impele a enganchar macho lo antes posible y asegurar su futuro. Cualquiera que haya visto más de tres horas de documentales en cualquier canal temático dedicado al respecto habrá visto que el resto de los animales actúan de la misma manera y que estos comportamientos son normales. Se trata de asegurar la supervivencia de la especie y para ello los humanos nos hemos sofisticado bastante y hay que firmar un contrato en una iglesia o juzgado.

    En los siguientes años irán desapareciendo hembras de la circulación en un goteo constante y así llegamos a la mágica edad de los veintisiete. Las que continúan en la carrera sufren una nueva metamorfosis. Una inmensa mayoría despierta súbitamente con múltiples alarmas encendidas y se dan cuenta que faltan alrededor de mil días para los treinta y aún no han conseguido macho. Este sistema fue un añadido de última hora de la madre naturaleza por si algún ejemplar no era muy espabilado. Entre los veintisiete y los treinta la mayor parte de las que quedan en el mercado se vuelven locas por coger marido. Reducen sus estrictos criterios de selección y cuanto más cercana está la línea de los treinta años, más bajan el listón. Cosas que hasta ese momento eran inaceptables se vuelven nimiedades que se pueden ignorar. De repente se obsesionan con el asunto y buscan desesperadamente el casarse. Se vuelven fáciles y descuidadas, procurando quedar preñadas a la mínima que un gañán se las endiñe para poder cerrar el lazo y forzarlos a permanecer a su lado pa’ los restos. Es durante esos tres años cuando el macho ha de tener un cuidado excelso, ha de estar preparado para cualquier situación improvisada y por ejemplo usar sus propios condones, porque quien no os dice que los que la inocente hembra os ofrece no han sido convenientemente picados con un alfiler para que fallen. Entre los hombres existe una especie de depredadores muy especializados con este tipo de mujer que aprovechan su fragilidad y lasitud a la hora de elegir para coger/follar a destajo y sin miramientos y después de fumarse el cigarrillo agarrar puerta y no mirar atrás. Entre las mujeres que van quedando aumenta la presión y cada una de las que consigue salir de ese círculo con boda y banquete incluido no duda en restregarles a las otras su éxito, aunque sea un tipo que produzca vómitos de asco. Lo importante es salir y no importa el cómo. Las que fallen, las que alcancen los treinta años sin haber conseguido el objetivo, esas se volverán unas amargadas y unas resentidas y muchas de ellas se pasarán al reverso tenebroso y acabarán sus días como lesbos en casas ajenas, renegando de los hombres y restregando la pipilla con otras igual de dolidas que ellas por no haberlo conseguido.

    No todas las mujeres son así. Un pequeñísimo grupo cruzará esas aguas turbulentas que van de los veintisiete a los treinta años sin pararse a pensar, disfrutando de la vida y sabedoras que el día que se quieran casar lo podrán hacer sin problemas e incluso podrán elegir y por ello continúan con las fiestas sin fin, el buen rollito, la diversión sin límites y se descojonan con las pobres elecciones que han tenido que hacer las que lo sacrificaron todo por conseguir marido.

    A partir de los treinta y cinco llegan los divorcios gracias a la legislación vigente y una nueva hornada de mujeres entra en el mercado de la carne aunque estas ya vienen escaldadas y sin las prisas y el agobio de otras y solo la decadencia de la carne las preocupa, que a partir de esas edades comienza la cuesta abajo y los cuerpos se degradan por segundos.

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  • Calle

    1 de abril de 2006
    Calle

    Calle, originally uploaded by sulaco_rm.

    Una de las calles por detrás de la Lonja. Yo la veo como muy de los setenta, muy de Cuéntame como encalló. Me gustaron mucho las farolas y los balcones y no sé pero creo que cuando llueve esa zona se debe inundar con facilidad, aunque quizás me equivoque.

    Puedes ver más fotos en el Album de fotos de Valencia.

  • Chichones al sol

    31 de marzo de 2006

    Dos días bajo el padre SOL grancanario y estoy como nuevo, si exceptuamos las quemaduras de primer grado por todo el cuerpo y eso que llevo como tres semanas tomándome las píldoras de betacaroteno, pero no me quejo para nada, ¡eh! (a los que no les salgan las cuentas que piensen que esto lo escribí el martes)

    Estaba esta tarde en la playa y aún no había decidido sobre lo que escribir. Me debatía entre una oda poética al mar y al sol muy bleugiana y tal y tal de esas que despiertan la insensibilidad de mis {in}cultos errores o algo más pachanguero. Pensaba en imitar el estilo gibsoniano de mi amigo y hacer una cosa del tipo:

    Abro los ojos en una playa de mercurio verde alumbrada por un diminuto sol blanco en sus últimos milenios de vida y a mi lado un androide carpetovenusiano lubrifica sus pezones metálicos con aceite de oliva virgen obtenido de aceitunas recogidas durante la luna llena por medusas sancóchicas. Una simulación de águila oculta el sol en su vuelo buscando hologramas que cazar mientras a lo lejos, las olas metálicas producen ecos que viajan eones ….

    Esto lo podría continuar y hacer una entrada fantástica con muchas palabras raras, muchos conceptos chorras y mucha basura de esa con la que Gibson ha contaminado la ciencia ficción y la ha prostituido hasta cubrirla de lodo. Seguramente fue el sol que me calentó la cabeza y me cortocircuitó las pocas neuronas que tengo y después de un rato recordé que esta bitácora se llama distorsiones y que esto es un pozo de zafiedad, mal gusto y la vulgaridad llevada hasta sus límites y por lo tanto no puedo y no quiero mascaros con esas cosas.

    Y ahora que hemos vuelto a las aguas en las que nos sentimos cómodos y en las que navegamos sin dificultad me veo esta tarde en la playa todo estiloso con mis gafas de sol de marca, mi iPod, mi libro de sudokus y mi crema bronceadora y me pongo en el medio de la playa de la Garita. Es muy importante el saber el lado de la playa en el que te pones. Existen cursos para educar a la gente al respecto. Una ubicación mala te puede meter en problemas. Por ejemplo, el extremo más alejado de las estatuas de los nadadores está reservado para la tercera edad y madres con chiquillos y siempre es bullicioso y pachanguero. Por allí corretean los niños pringando a todo dios de arena sin que a sus madres les importe. Si te mueves más hacia el otro extremo te encuentras con la secta del julandrismo, que ha tomado aquel lado de la playa y se metrosexualean por allí enseñando sus pechitos afeitados y sus paquetes rellenos con bolsas de plástico del carelfur. Esta gente son un peligro de que te cagas y también es mejor poner algo de distancia. Yo me pongo en la zona central de la playa, el área reservada a las divas, las que van solas para lucirse y que los demás admiren sus cuerpos. Entre las divas y las reinonas se ponen los que juegan al fúrbol, ese deporte que consiste en arrear pelotazos a la gente que toma el sol, gritar como energúmenos y cogerse los huevos cada vez que pasa una tía junto a ellos. Y por último, entre las divas y las familias se ponen los chichones, lo mejor de esta tierra, la generación perdida, los desechos de un sistema educativo que se ha colapsado hace tiempo. Así que estoy rodeado de la crema de la playa, las hembras perfectas que permiten que se las mire pero no se las toque echándome mi siesta de después de comer. A mí la playa me da mucho sueño, me paso las horas durmiendo y escuchando audiolibros. Me encanta ir solo porque cuando estás con gente tienes que hablar y se pierde el tiempo que se debería dedicar a ponerse moreno. Si no recuerdo mal el año pasado fui siempre solo a la playa, tanto en España como en Holanda, que cuando voy con el turco se agarrota a la segunda chocha que pasa en tetas frente a nosotros y se echa a correr detrás de ellas como un perro con celo.

    Retornando al tema, la tarde estaba floja y estoy solo con una diva a unos diez metros. En esto que aparece un friki en la arena con el equipamiento básico. Lleva un chandal de esos de rebajas de hipermercado, unas playeras planas (zapatillas deportivas para el resto del mundo) y unas gafas de culo de botella. No sé por qué yo enseguida lo asocié con cierto amigo mío que tiene bitácora y al que jamás he visto en una playa. El capullo aquel no pegaba ni con cola allí. Se vino directo a la zona VIP, se detiene a unos cinco metros de la diva y se pone a mirarla descaradamente. Se queda allí como cinco minutos y trata de entablar una conversación con ella, que lo ignora descaradamente. Se marcha hacia el otro lado de la playa y al rato vuelve y se pone a mirar a la tía desde detrás de un cubo de basura mientras se toca el paquete. Pa’ mí que aquel tío era la primera vez que veía una tía en tres dimensiones y jamás pensó que la tercera dimensión pudiera aportar tanto contenido al material. Era lo máximo. La diva le dijo que se marchara y ya estaba yo por intervenir cuando dos chichones que lo han visto todo se vienen hacia nosotros. Se acercan al tipo y le preguntan si tiene algún problema con su hermana. El friki empieza a tartamudear y a decir que no está haciendo nada mientras la diva les dice que es mentira y que no la deja en paz. Uno de los chichones le pone la enorme barriga metrosexualizada sobre la erección y le dice que se vaya ahora mismo de la playa o de un bofetón le quita todos los dientes de la boca. Me encantó la matización porque debemos tener dientes por todos lados y es conveniente ser preciso. El chichón le dijo algo más que no pude entender ya que solo hablo español estándar y estas nuevas variantes que han salido al abrigo del guarretón como que no las capto. El friki mientras tanto trataba de seguir visualizando a la diva y ahí fue cuando entre los dos chichones lo empezaron a empujar para largarlo de la playa mientras le gritaban unas cuantas amenazas. Una de las mejores frases fue cuando uno de los chichones le dijo que si quería mirar a las pibas que lo hiciera sin tanto descaro que allí estábamos todos mirando pero con discreción. Eso es filosofía clásica, una lección magistral y lo demás es bobería. La pobre aquella nos miraba con cara de tonta sin darse cuenta que acababan de ponerla a la altura de unas bragas en un escaparate. Vinieron más chichones y cuando el friki vio que lo linchaban salió por patas de vuelta al cuarto oscuro en el que seguro que se la casca mirando páginas porno.

    Después de marcharse el bicho raro la diva me comentó lo mal que estaba el mundo y se volvió a untar sus tremendos melones con crema bronceadora para seguir con su sesión de ultravioletas mientras los chichones, en la lejanía, se ponían morados mirándola con descaro.

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  • Vista desde la torre de la catedral

    31 de marzo de 2006
    Vista desde la torre de la catedral

    Vista desde la torre de la catedral, originally uploaded by sulaco_rm.

    Creo que ya conté en su momento que subir al campanario de la catedral te deja quemadísimo con tanto escalón y tanta vuelta. En cualquier caso merece la pena por la vista que se tiene desde allá arriba. Aquí se puede ver la trasera de la catedral y no me hagáis caso pero juraría que en esa plaza tiene lugar alguno de los eventos de las Fallas o al menos así me pareció cuando vi los reportajes en las noticias.

    Puedes ver más fotos en el Album de fotos de Valencia.

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