Hace tres años llegó una película a la cartelera española en la que los protagonistas cantaban canciones conocidas por todos en plan película hindú. Me refiero a El otro lado de la cama, aquel peliculón que fue la sensación del verano. Como todo vehículo exitoso ha tenido secuela. Así llegamos a Los 2 lados de la cama.
Ha pasado el tiempo y las vidas de todos han seguido. Se apagan las luces de la sala y en unos instantes estamos tarareando una canción de Alaska y Dinarama y es como si volviéramos atrás. Las vidas de los protagonistas están hechas un lío. Todos se han arrejuntado con todos. Siguen surgiendo momentos esplendorosos en los que alguna musiquilla conocida comienza a sonar y todo el mundo arranca a bailar y cantar. Es la magia del cine musical.
Pensaba que al ser una segunda parte se habría perdido la gracia y no cuajaría o que tirarían por lo fácil y he de decir que me ha sorprendido. Sigue siendo una forma fresca e innovadora de hacer cine, que tira directamente de nuestros recuerdos musicales. Es la música de los ochenta y principios de los noventa, esa banda sonora que la gente de mi edad lleva grabada a fuego. Los diálogos son muy dinámicos y las escenas se encadenan sin pausa. Los protagonistas andan saltando de cama en cama y siempre hablando de eso que interesa a todo el mundo y que mueve el planeta. Esta es una obra coral en la que se mira el conjunto. Entiendo que hay mucha gente que no es capaz de soportar este estilo cinematográfico y si estáis en ese grupo mejor os quedáis en casa.
El director ha vuelto a ser Emilio Martínez Lazaro y han repetido varios de los actores y actrices de la primera parte. Paso de nombrarlos a todos porque son muchos y todos están fantásticos. Este es uno de los caminos que debe seguir el cine español y dejarse de esas mierdas de melodramas que duermen hasta a las butacas de los cines vacíos.
Si hace tres años saliste contento del cine o si tienes curiosidad por ver una película atípica, esta es una buena opción. Olvídate de ir con los amigotes o no te lo perdonarán en la vida. No sé que más decir sin chafar la película a quien vaya a verla, así que le otorgo la máxima puntuación y aquí paz y en el cine alegría.




