Han pasado semanas desde que vi Harry Potter and the Goblet of Fire (Harry Potter y el caliz de fuego) y va siendo hora que cuente un poco lo que me pareció la película. Yo soy fans, eso que vaya por delante, así que quien haya venido aquí buscando apoyo a sus tesis sobre lo mala que es la película o lo patético que podría haber sido el libro, que coja puerta y se vaya a tomar por el orto. Ya con las cosas claras sigamos adelante.
Han pasado cuatro años, cuatro cursos, cuatro grandes aventuras. Aquellos chiquillos que conocimos hace un tiempo y aprendimos a querer están en plena adolescencia. Se nota también en la película. Vamos al grano directamente. Ya no existen esos quince minutos de prólogo para meternos en situación. Las cosas suceden a un ritmo vertiginoso. Todo es más oscuro, más misterioso y la sombra del mal comienza a tomar forma. Hemos llegado muy lejos. Harry y sus amigos saben que el final cada vez está más cerca y habrá que pagar un gran precio por ello.
En esta película se produce una explosión de adolescencia. Los niños ya no lo son tanto. Se les nota la barbita, los pelillos en las piernas y en el caso de Hermione, esas naranjillas que tenía en la película anterior han dado paso a unas tetas de cuidado y a una belleza despampanante. Hermione brilla con luz propia, llena la pantalla de cabo a rabo cuando aparece y en la escena del gran baile, al bajar por las escalinatas con ese traje nos deja a todos abobancados mirándola. Hermione es, fue y será lo mejor de la saga. Y desde ya quiero pedir a la autora que ponga a follar a Hermione de una vez por todas que lo está pidiendo a gritos, que la chiquilla esa se pule el equipo completo de quidditch sin que se le arruguen las bragas.
Esta nueva entrega ahonda en la faceta tenebrosa que pudimos entrever en la anterior. El colegio se ve más grande, más siniestro, más espectacular. Los niños ya no lo son tanto. Los malos ya no se andan con chiquitas y despliegan una crueldad desconocida en las aventuras anteriores. Harry tendrá que superar varias pruebas si quiere triunfar y en el momento final será su templanza y su fuerza la que lo salve. Aquí comenzó el principio del fin. Aquí acabaron los años felices y aquí vuelve a tomar cuerpo aquel que no debe ser nombrado.
En esta ocasión llegó un nuevo director a la serie, Mike Newell que ha mantenido el ambiente de la anterior entrega. Como siempre tenemos a los ya archifamosos Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint. Ya sabemos quien va a ser el malo malísimo, aquel que no debe ser nombrado. Para ese papel han elegido a Ralph Fiennes.
Si no has leído ninguno de los libros anteriores es un poco arriesgado el ver esta película. Si has seguido la historia y has ido madurando al mismo tiempo que sucedía, esta es la mejor de las continuaciones. Si eres un auténtico fan que devora todos y cada uno de los libros en cuanto llegan a las librerías, quizás eches en falta alguna de las tramas secundarias pero también tendrás que comprender que el cine es un formato diferente y no se puede poner todo. Para mí, es la mejor de las cuatro películas y me ha dejado con un gran hambre por ver las tres que faltan.




