Como dije hace unos días, el ayuntamiento de las Palmas de Gran Canaria tiene a bien organizar unos grandes festejos para conmemorar mi cumpleaños. Yo lo agradezco mucho y aplaudo la idea. Como no puede ser de otra forma, acudí para que me pudiesen rendir pleitesía.
Entre las cosas que vi esa noche está la siguiente: Cuando volvíamos al coche, alrededor de las cinco de la mañana, nos encontramos con una coyote totalmente borracha. La mentada desgraciada, estaba en medio de la calle acercándose a todo el mundo y empetando: ?la bolsa o la vida, la bolsa o la vida??. La escena era patética. Gritaba como una loca y se acercaba a la gente simulando una pistola con su mano.
Saltaba y brincaba como una loca, pero lo mejor era cuando abría la boca. Entonces era cuando su patetismo alcanzaba cotas inigualables. Le faltaban dos dientes, lo cual provocaba el cachondeo de todo el que la sufría. si fuese un alma caritativa seguro que sentiría lástima, pero como por suerte no lo soy, me partí el culo viendo a la pobre desdentada hacer un ridículo bochornoso. Supongo que acabó en algún portal, con el malvado de turno endiñándosela por detrás y preguntándose el día de Reyes a qué se debían los picores en el trasero.
Otra de las cosas que siempre me ha fascinado es como me para la gente y me dice que ha estudiado conmigo. Yo fui dotado con una memoria visual infinitamente pequeña, así que suelo olvidar las caras y los nombres de la gente muy pronto. Parece que eso no es lo habitual y que la norma es que alguien que hizo la Educación General Básica conmigo, me vea veinte años más tarde y me salude, me cuente su vida y me recuerde lo grandes amigos que éramos en la escuela. Este tipo de fauna se sabe mi nombre y apellidos. Yo lo único que puedo hacer es sonreír y asentir a todo. Cuando llegamos a las preguntas y les digo que vivo en los Países Bajos se suelen creer que me estoy cachondeando de ellos. No sé por qué la gente no lo cree. Si les digo cualquier mentira seguro que me creerían, pero les cuento la verdad y no me hacen maldito caso.
Y por último no quiero dejar de mencionar la gilipollez de la juventud canaria. Ahora los que están en la onda, van por la calle con guantes, a lo Miguelón de los niños. Si esto fuera uno de los Países Nórdicos o incluso el norte peninsular lo podría comprender, pero cuando hablamos de las Islas Canarias y hay 17 grados de temperatura, me temo que esos subnormales no merecen nada menos que nuestro desprecio. Lástima de dinero derrochado en el sistema educativo.