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  • Segundo día de buceo en Rasdhoo y las 300 inmersiones

    15 de mayo de 2025

    Por una conjunción mística y parapsicológica, el segundo día, que era lunes, coincidía con luna llena y marea absolutamente baja a las seis y media de la mañana, lo cual quiere decir que habría una marea brutal y a los tiburones les suele gustar la corriente, así que nos dijeron que habría inmersión temprana para expertos y Elegido y que había que estar en el barco a las seis menos veinte, así que me pegué un madrugón, me comí dos galletas, cogí mis cosas y acompañado de una pareja, me fui pa’l barco. Éramos cuatro para bucear y un Dive Master. La marea estaba baja de verdad, que en el Índico no hay grandes diferencias entre la marea llena y la vacía, pero hoy sí que se notaba. El barco, al que normalmente entramos bien, estaba súper hundido en el agua y la tabla era una rampa bastante acusada. Salimos y tiramos para el mismo sitio que el día anterior, Madivaru, pero miraron las corrientes y no les convencían y cambiaron el sitio. Como el sol estaba recién saliendo, al entrar al agua estaba lleno de organismos bioluminiscentes y al mirar hacia el fondo en el azul, parecía un cielo estrellado, con estrellas que se encendían y se apagaban, una cosa preciosa y fascinante que puedo añadir a la lista de cosas que he hecho en buceo. Esa era mi inmersión número 298. Después vimos un tiburón de puntas plateadas por el fondo y nos fuimos adentrando en el canal, solo que en un punto, la corriente cambió totalmente y en lugar de empujarnos, nos frenaba y no conseguíamos avanzar nada de nada, así que el Dive Master cambió la ruta y básicamente regresamos hacia donde habíamos salido. Por la ruta vimos una cría de pez murciélago, que son preciosas de pequeñitas y más tarde vimos una cría de labios dulces, que son aún más espectaculares, de adultos son muy tranquilos y estáticos y de crías tienen unos colores muy distintos y se mueven como serpenteando, como si no tuvieran esqueleto. Vimos también algún tiburón y al final una manta, pero de lejos. La inmersión épica y legendaria quedó como una bastante sosa, pero es lo que tiene el océano, que hace lo que le da la gana.

    Al salir volvimos todos al hostal a desayunar, nos juntamos con los otros buceadores y a las nueve de la mañana regresamos al barco para la segunda inmersión. La mar comenzaba a picarse y tiramos para Medivaru, que es un sitio en el que siempre hay espectáculo. Llegamos y nos dividimos en dos grupos, gente con título avanzado y los de básico, que se tiraron antes. Nosotros nos fuimos más lejos y recorrimos una gran parte del canal, viendo cosas hasta llegar al mirador, en donde estaban los otros y los tiburones. Nos fijamos con los garfios y estuvimos allí un gran rato viendo el espectáculo de tiburones viniendo a limpiarse, tiburones grises grandísimo y algún tiburón de punta de aleta blanca. A su alrededor, un montón de bancos de peces que los observaban y hasta alguna barracuda grandita. Cuando ya estábamos por irnos apareció una tortuga grandísima y con ella nos despedimos del lugar Después estuvimos buscando un pez hoja mientras a nuestro lado pasaban tiburones de punta de aleta blanca apatrullando la zona. Nos volvimos a enganchar a la corriente y salimos lejísimo.

    Tras esta segunda inmersión fuimos a tomar un cafelito y una hora más tarde regresamos para la tercera, con lo que hicimos las tres inmersiones más o menos por la mañana. Nos tiramos cerca de la isla, de nuevo divididos en dos grupos, con los que tienen el curso básico saltando más cerca y los avanzados más lejos. Fuimos recorriendo otro canal y vimos una raya, yo vi un tiburón de puntas plateadas en el fondo, descansando y después pasaban a nuestro lado tiburones y en un momento determinado, un águila marina. Cuando llegamos a donde estaban los otros con sus garfios, nosotros veníamos en el nivel de la corriente y pasamos por encima de ellos, que estaban en una corriente totalmente distinta a la nuestra. Nos detuvimos sin engancharnos y vimos un rato un montón de tiburones en la zona, mayormente tiburones de punta de aleta blanca y cuando nos empezamos a mover, pasaron dos águilas marinas y más tarde, desde lejos, llegó una manta grandísima que pasó por debajo de nosotros y que justo cuando estaba pasándonos se detuvo un rato para que grabáramos el vídeo. Fue fabuloso. Mientras hacíamos la parada de seguridad vino un tiburón de punta de aleta negra, que esos son más raros de ver, son más escasos por aquí. Al salir nos enteramos que había viento del norte y el barco no podía volver al Puerto porque la mar estaba muy mala y no podía entrar, así que mandaron una falúa que nos recogió y nos dejó en la playa del otro lado de la isla y desde allí caminamos al hostal. Después me fui a almorzar y pasé la tarde en la playa, escuchando un audio libro y tomando el sol.

    Para cenar nos habían dicho que iban a preparar la cena en el hostal con un montón de pescado que pescaron los del barco mientras esperaban por nosotros, así que ese día la cena la teníamos todos resuelta. Entre el madrugón y las corrientes, lo mejor es que duermo como un bellaco. Mi tercera inmersión fue la número trescientos, 300 o CCC (cé-cé-cé en números romanos).

  • Primer día de buceo en Rasdhoo

    14 de mayo de 2025

    Dormí ocho horas de un tirón y me desperté sobre las seis y media, más o menos mi hora de levantarme cuando buceo en las Maldivas. Me quedé en la cama un rato, jugando con la tableta y después salí a desayunar, un desayuno muy completo y mezcla de occidental y maldiviano. Después del desayuno fuimos al muelle para comenzar los buceos. Ese día, en el club, todos los clientes de la mañana eran españoles. Tres parejas y the Chosen One. De las parejas, dos estaban aprendiendo y yo buceaba con la tercera. Nuestra primera inmersión fue en Rasdhoo Channel. Íbamos por el canal con corriente saliente. En la ruta vimos al principio una raya de cola de vaca (o de pluma, que creo que en español también las llaman así) y después pasamos junto a un napoleón grandísimo que estaba acompañado de un Goliath Grouper, básicamente Un mero gigantesco. También nos cruzamos con un pepino de mar que debía tomar productos de dopaje porque era como tres veces más grande y gordo de lo que suele ser normal. Finalmente llegamos al sitio en el que suelen estar los tiburones, nos enganchamos allí y al principio vimos tiburones de puntas plateadas, que en Fulidhoo me dijeron que pasó alguno, pero nunca los había identificado claramente. Son grandes, como los tiburones grises y muy elegantes. En el mismo lugar también vimos tiburones grises y alguno de punta de aleta blanca, que son más pequeños y con aspecto de torpedo. Cuando nos íbamos nos cruzamos con otro Napoleón grandísimo y con águilas marinas.

    Al acabar la primera inmersión y en el tiempo de espera fuimos todos a tomar café y después regresamos al barco para ir a la esquina de Madivaru, el lugar que todo el mundo me dice que es lo mejorcito de aquí. La corriente seguía siendo saliente. Entramos al agua y por el camino vi varios gobios, muchísimos peces pequeños y cuando llegamos al sitio que es como un mirador, estaba petadísimo de gente, habían varios barcos de cruceros de buceo y tenían a todo el mundo allí arracimados. Pese a la gente, que se comenzaban a ir cuando llegamos, vimos varios tiburones grises, uno de punta de aleta blanca, un águila marina y estuvimos allí como quince minutos disfrutando el espectáculo. Después seguimos y por la ruta vi una morena, una tortuga y muchísimos peces pequeños hasta que subimos para salir. Fue una inmersión muy buena, aunque al estar lleno de gente el punto estrella, se disfruta menos, pero lo bueno de ir a bucear a la isla es que los barcos se van ese mismo día y a partir del día siguiente, aquello lo tenemos solo para nosotros.

    Yo iba a bucear por la tarde y me dijeron que tres de los Dive Master vendrían conmigo y ningún otro cliente. Fui a almorzar al mismo sitio en el que cené el día anterior y allí me encontré con un montón de españoles, los otros que bucearon conmigo por la mañana. A las tres de la tarde volví al barco para la tercera y última inmersión del día. Apareció una mongolica, pero de las de Mongolia, no una acarajotá y que llevaba uno de los buceadores locales. Yo iba con dos de los Dive Master y la tercera se quedó echándose la siesta porque dice que estaba muy cansada. En esos momentos la corriente ya había cambiado y ahora era entrante. El lugar era el mismo de la inmersión anterior. La corriente, fortísima, ya que la luna ya está casi llena, las condiciones perfectas para ver tiburones, que a ellos les encantan las mareas fuertes. Entramos desde bastante lejos para acercarnos al lugar dando un rodeo y no asustar a los tiburones. Estábamos los tres solos, que a la mongólica se la llevaron a un sitio fácil. Primero nos topamos con tres tiburones de puntas plateadas, uno de ellos una cría y con ellos, uno de punta de aleta blanca. Después seguimos y cuando llegamos al lugar en el que por la mañana había mucha gente, estaba vacío y nos enganchamos allí con más de diez tiburones grises y una cantidad ingente de bancos de peces, todos agrupados por especies, entre los más impresionantes, unas barracudas pequeñas que no recuerdo haber visto, los trevally (que no sé como se llaman en español), un banco de atunes grandísimo y varios grupos más que no identifiqué. El sitio era un flipe. En un momento determinado nos soltamos y mientras estábamos manteniendo la posición en el agua, por encima de nosotros un tiburón gris grandísimo que se acercaba y por debajo como diez más. Nos volvimos a enganchar en otro lado y otro espectáculo. Al soltarnos estuvimos junto al banco de barracudas pequeñas y después nos cruzamos con dos peces Napoleón grandísimos y con Otro mero Golliath, también grandísimo. Por encima de nosotros pasó una manta. Estuvimos casi una hora en el agua y pese a la corriente brutal, fue una inmersión muy agradable, pero este tipo de inmersiones solo se pueden hacer con grupos pequeños y gente con experiencia, porque nos tenemos que mantener todos muy unidos para que la corriente nos lleve juntos, ya que si alguien se aleja, es simplemente imposible que nos volvamos a agrupar y acaban cancelando la inmersión. Fue fantástica.

    Por la tarde fui a cenar en otro sitio, por probar algo nuevo y después me llevé la mala noticia, o quizás buena. Con luna llena, la primera inmersión del día siguiente sería en el mismo lugar. Lo malo, la marea baja era a las seis y media y esas son las condiciones de ensueño, así que tendremos que estar en el barco a las seis menos cuarto, o sea, toca madrugó para entrar a bucear prácticamente en la oscuridad y estar en el lugar cuando el sol lleve muy poco rato en el cielo, pero esa será la historia del próximo capítulo.

  • Buceo en el atolón de Malé y viaje a Rasdhoo

    13 de mayo de 2025

    Realmente esto empieza exactamente donde acabó la anotación anterior porque fue llegar e irme a bucear, así que salí del aeropuerto, pillé un taxi y me llevó al centro de buceo. Allí tuve que esperar un rato hasta que finalmente salimos. En el grupo, aparte del Elegido, venían cinco malayos y dos chinas, aunque cuatro de los malayos y una de las chinas no buceaban conmigo porque al parecer eran muy malos o peores. Fuimos al Tanque de los Tiburones, inmersión épica y legendaria que ya había hecho en tres ocasiones en noviembre, como sabemos todos gracias a los celebrado vídeos. Llegamos al lugar, que está al ladito del muelle y nos tiramos al agua. Cada inmersión allí es diferente y ese día parecía que los tiburones decidieron no venir, o al menos una mayoría y los que estaban eran unos cuantos tiburones de Aleta Negra, eso sí, enormes y un tiburón Limón, también grandísimo. Las que sí que estaban eran las rayas, algunas grandísima y se ponían en formación, como si fueran bombardero buscando el lugar en el que lanzar su carga. También aparecieron un par de águilas marinas, siempre tan vistosas y elegantes. Por la zona, multitud de atunes y otros peces grandes, no había un exceso de tiburones, pero la inmersión sigue siendo una pasada si te gustan los bichos ya creciditos. También vi una morena super-hiper-mega rara pero para cuando encendí la cámara ya se había escondido. Cuando ya estábamos preparándonos para salir, las mantas estaban haciendo círculos por debajo de nosotros.

    Tras acabar la inmersión me dijeron que seguiríamos hacia el Manta Point, aunque no sabían si habría mantas porque la temporada aún no ha empezado. Antes de ir fuimos al Puerto porque los malayos se iban ya que volaban al día siguiente y no podían seguir buceando. No vimos ninguna manta en la inmersión, pero recorrimos la zona, que también es muy interesante y vimos varias rayas, una tortuga grandísima y muy perezosa y otra pequeña y malabarista, que se fue pasando por un arco en las rocas bastante pequeño, también vimos un pulpo en negro, pequeño y que estaba al abierto y lo seguimos y lo seguimos y lo seguimos. El banco de peces amarillo estaba en la estación de limpieza, esperando a las mantas para completar la imagen perfecta. También pude apreciar los corales que hay por la zona, que son muchos y cuando están las mantas en realidad no miras ninguna otra cosa. De las dos chinas, solo bajó una conmigo porque la otra tuvo problemas con el oído al saltar y se quedó en la superficie.

    Después de salir, el barco regresaba a puerto, que nos tomaba tres cuartos de hora y por el camino vimos una cantidad ingente de delfines, un grupo gigantesco que se dedicó a saltar y hacer gracietas por delante del barco durante más de un cuarto de hora. Tenían hasta crías de delfines que iban junto a sus padres e imitaban los saltos que éstos hacían. Fue muy espectacular. Tras llegar al Club de buceo, me llamaron un taxi y me fui al aeropuerto y allí, a las cuatro, me recogía el barco que me llevaba al lugar que elegí para estas vacaciones, Rasdhoo. En principio, paran, nos subimos y nos vamos, pero había un pavo que solo tenía un billete de CIEN dólares gringos para pagar y no tenían cambio, así que llamaron a alguien y vino un pavo y le dio CIEN billetes de un dólar, con lo que pagó su pasaje y se quedó con un fajo de billetes. El pavo no lo sabía pero lo hacen porque cuando cambias billetes en estos países, el cambio no es el mismo para todos los billetes, los pequeños valen menos, así que el cambista se deshizo de todos los billetes pequeños y sin tanto valor. No creo que a los del barco les hiciera mucha gracia porque ellos también acabaron con un buen puñado. Entraron tres tíos con unos trolleys como ataudes. Yo que viajo con lo mínimo y hay gente que se va al tercer mundo con el ajuar entero. 

    El trayecto en barco es de setenta minutos, según indican ellos, pero en realidad lo hicieron en sesenta. Eso sí, la mar estaba picada y en el barco recibimos una tanda de golpes que no veas, que cada vez que el barco golpeaba el mar lo sentíamos todos. Yo ya venía agotado y me dormí una media hora. Al llegar a Rasdhoo me esperaba uno de los dueños del club de buceo, que son cuatro españoles y me llevó a la pensión, me lo explicó todo y quedó conmigo de nuevo a las siete de la tarde para ir con otra gente que llegó por la mañana al club de buceo y preparar nuestras cajas con el equipo. A esa hora fuimos y lo preparamos todo y tras eso me fui a cenar, en un antro que me recomendaron los otros españoles que fueron al Club de buceo conmigo y que seguramente se convertirá en mi restaurant en la isla, barato y bueno y fresco.

    Tras la cena regresé a la habitación y el cansancio del viaje, del buceo y de la paliza en el barco que me trajo a Rasdhoo ya comenzaba a notarse y escribí la anotación que comenzó este relato y después de eso me acosté porque estaba muerto y así llegué a mi primera noche en las Maldivas en este 2025.

  • Tratando de dormir en los aviones

    12 de mayo de 2025

    Yo ya estoy curtido en lo de los viajes a las Maldivas, que con éste que empezó el viernes, ya van cuatro, pero los tres anteriores fueron usando aerolíneas del grupo Lufthansa, que me daba la posibilidad de hacer un salto corto y después uno larguísimo y llegar y en esta ocasión la aerolínea elegida fue una de las de Oriente Medio, con lo que acabé con un salto de seis horas y pico y otro de casi cuatro, que puede parecer una ventaja pero que es una gran desventaja en la ida, ya que yo aprovechaba para dormir y en esta ocasión ha sido más difícil.

    El viernes trabajé medio día, por la mañana  al mediodía comencé el cambio de escenario, pillando la guagua hasta la estación de Utrecht Centraal y allí cambiando al tren que me llevaba al aeropuerto de Schiphol. Allí me enfrentaba a la primera dificultad. Cuando saqué las tarjetas de embarque ondeline, no me las dieron y me decían que tenía que ir a uno de los mostradores de embarque, lo cual implica perder algo de tiempo. Como yo tenía reservada hora para el control de INseguridad, si me tomaba mucho tiempo me podía joder el sistema. Llegué a la zona y tuve suerte y se acababa de abrir un nuevo puesto para entregar el equipaje y me pillaron a mí. Me lo dijeron clarito como la luz que no sale de un agujero negro, tenía que enseñarles el código QúeRre que confirmaba que ya me registré legalmente para pedir la visa gratuita de turistas en las Maldivas. Les enseñé el susodicho y me imprimieron las tarjetas de embarque y me dijeron que me fuera a tomar por jauer. Conseguí acabar el proceso con quince minutos de tiempo así que busqué y busqué y busqué y encontré el acceso a la terraza panorámica del aeropuerto, en donde hay un avión Fokker aparcado y unas vistas muy lindas del aeropuerto.

    Tras esto bajé a la terminal de salida y fui a pasar el control de INseguridad con mi código de acceso preferente, con lo que fue muy rápido, aunque el algoritmo decidió que me sobaran a mí y el chamo se ensañó y no dejó un músculo del cuerpo sin magrear profundamente. Después de eso, pasé el control de pasaportes y busqué la puerta de mi vuelo, que al ir fuera de Europa era en otras puertas. El embarque empezó con retraso y fue un caos total. A mí me dieron asiento de ventana pero cuando llegué al susodicho, estaba exactamente a la mitad del ala, con lo que en los vídeos se verá mucha ala è hice los vídeos muchas veces mirando hacia atrás. Tardaron casi una hora en llenar el trasto y cuando acabaron, el chófer ordenó cerrar la puerta y quitar el freno de manos. Los ruidos y los movimientos en los aviones grandes son diferentes a los vuelos de bajo o bajisimo costo. El avión era un Boeing 777-300ER, de la compañía esa a la que se le han caído varios aviones y estampados otros recientemente. A mí lado no iba nadie así que entre el que iba en el pasillo y yo teníamos un asiento vacío. Despegamos hacia el norte y después tiramos hacia el este, pasando por encima de Ámsterdam.

    Al rato ya empezaron a darnos cosillas para comer y beber y pronto vinieron con la comida, que tenía pollo, carne de vaca o pasta vegetariana entre las opciones. Yo tiré del pollo, que también venía con pasta. Las cantidades eran más que considerables y acabas encochinado, lo cual me provocó el sopor, que era lo que yo quería, así que me puse mi mascarilla para dormir fastuosas y facinerosa y conseguí dormir al menos tres horas. Para cuando me desperté ya nos estaban encendiendo luces y haciendo ruidos porque quedaba algo más de una hora para el aterrizaje en Doha. Durante el aterrizaje, otro avión iba paralelo al nuestro, en una especie de competición. Tras aterrizar, entramos en el aeropuerto, que es gigantesco y tenía que ir desde un extremo al otro. La mielda más grande de ese aeropuerto es que en el punto central, vengas del lado que vengas, tienes que pasar un nuevo e inútil control de INseguridad, en el que te vuelven a quitar los líquidos. No tiene ningún sentido, así que supongo que lo hacen para que la gente gaste en sus tiendas. La última vez que pasé por ese aeropuerto, camino de las Filipinas hace la tira de años, pasé unas tijeras en mi equipaje de mano, que no detectaron ni en Ámsterdam ni en Doha ni en Manila, lo cual sirve para recordarnos que estos controles son mayormente un paripé.

    Después de la pérdida de tiempo del control, seguí caminando y llegué a la puerta de embarque. Tenía asiento en la FILA SESENTA Y SIETE, algo imposible porque esos aviones no tienen tantas filas, pero al entrar descubrí que se saltaron decenas completas de números. El avión iba petado de gente y quince minutos más tarde salía otro en dirección a Malé de igual tamaño. Después del despegue comenzaron los menos de las azafatas y nos ofrecieron la comida, que era el mismo menú de la vez anterior, así que esta vez elegí albóndigas de carne de vaca, me encochiné y conseguí dormir algo más de dos horas gracias a mi antifaz turbante, que después hubo gente que me dijo que no pudieron dormir porque abrieron las persianas de las ventanas y dejaban entrar la luz a propósito.

    Después de aterrizar, como el aeropuerto de Malé sigue sin abrir la terminal nueva, nos descargaron con guaguas que nos llevaron a la terminal del Pleistoceno. Allí me sellaron mi pasaporte y super-hiper-mega rápido, estaba en la calle cogiendo un taxi para ir al Club de buceo, pero eso lo dejo para el siguiente episodio.

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