A finales de octubre planté unos ciento cincuenta bulbos de tulipanes en mi jardín para tener mi propio Keukenhof en casa. Me sirve también para saber cuando ha llegado la hora de visitar el parque puesto que mis tulipanes no engañan, si ellos están abiertos, sus hermanos también. Este fin de semana gracias al buen tiempo ha habido una gran actividad en mi jardín y los resultados están a la vista.
Ha llegado la hora de ir al Keukenhof en este 2008 y seguir incrementando mi colección de miles de fotos de tulipanes con unos cientos más. Nunca se tienen bastantes. Los tulipanes son las flores más hermosas, crecen en el frío invierno y despliegan sus vivos colores y hacen alarde de su hermosura en el mismo momento en el que la temperatura comienza a subir. Son los heraldos de la primavera y como tales han de ser respetados.
No están solos. Me gusta acompañarlos con otras flores para que entre todas le den algo de color al jardín y lo pinten como si de un cuadro se tratara.
Y por supuesto, uso y abuso de los objetivos de mi cámara para ir tan cerca como puedo y abrir una ventana hacia esos universos diminutos de tan corta duración ya que cuando el tulipán se marchita y se le caen las hojas, ellos desaparecen.
A veces la belleza puede parecer pero no os preocupéis que no lo es, los tulipanes que pronto se marcharán volverán el año que viene, anunciando de nuevo la primavera y acompañados por cien o doscientos más que plantaré para que les hagan compañía.