Pocas veces va uno al cine y se encuentra con una película tan rara en una sála comercial. El director Alejandro González Iñarritu del que muchos recordaréis la película Amores perros, nos sorprende en 21 gramos con otra historia soberbia. Atentos navegantes: Los seguidores del cine comercial mejor os gastáis la pasta en drogas, porno u otros divertimentos. Esto es cine puro y duro, no apto para mentes simplonas y espíritus etéreos. La historia está troceada y mezclada de forma que se va contando en pequeñas dosis sin continuación espacio/temporal. Es decir, véis un pequeño trozo de algo que sucede y más tarde veis al mismo personaje en una situación anterior o posterior a ese evento. Si lográis superar los primeros diez minutos de película os enganchará. Si no, recoged los bártulos y mandaos a mudar. Tanto Sean Penn como Benicio del Toro están que se salen. Sean demuestra en cada nuevo trabajo que es un pedazo de actor como la copa de un rascacielo. Realmente hay un duelo interpretativo entre ambos fascinante, aunque raramente coincidan en escena durante el transcurso de la película. También merece la pena que os fijéis en Naomi Watts que teniendo estos dos pedazos de estrellones, consigue brillar con luz propia. Si queréis información en cristiano haced click aquí. Yo le doy un montón de gallifantes.