Realmente esto empieza exactamente donde acabó la anotación anterior porque fue llegar e irme a bucear, así que salí del aeropuerto, pillé un taxi y me llevó al centro de buceo. Allí tuve que esperar un rato hasta que finalmente salimos. En el grupo, aparte del Elegido, venían cinco malayos y dos chinas, aunque cuatro de los malayos y una de las chinas no buceaban conmigo porque al parecer eran muy malos o peores. Fuimos al Tanque de los Tiburones, inmersión épica y legendaria que ya había hecho en tres ocasiones en noviembre, como sabemos todos gracias a los celebrado vídeos. Llegamos al lugar, que está al ladito del muelle y nos tiramos al agua. Cada inmersión allí es diferente y ese día parecía que los tiburones decidieron no venir, o al menos una mayoría y los que estaban eran unos cuantos tiburones de Aleta Negra, eso sí, enormes y un tiburón Limón, también grandísimo. Las que sí que estaban eran las rayas, algunas grandísima y se ponían en formación, como si fueran bombardero buscando el lugar en el que lanzar su carga. También aparecieron un par de águilas marinas, siempre tan vistosas y elegantes. Por la zona, multitud de atunes y otros peces grandes, no había un exceso de tiburones, pero la inmersión sigue siendo una pasada si te gustan los bichos ya creciditos. También vi una morena super-hiper-mega rara pero para cuando encendí la cámara ya se había escondido. Cuando ya estábamos preparándonos para salir, las mantas estaban haciendo círculos por debajo de nosotros.
Tras acabar la inmersión me dijeron que seguiríamos hacia el Manta Point, aunque no sabían si habría mantas porque la temporada aún no ha empezado. Antes de ir fuimos al Puerto porque los malayos se iban ya que volaban al día siguiente y no podían seguir buceando. No vimos ninguna manta en la inmersión, pero recorrimos la zona, que también es muy interesante y vimos varias rayas, una tortuga grandísima y muy perezosa y otra pequeña y malabarista, que se fue pasando por un arco en las rocas bastante pequeño, también vimos un pulpo en negro, pequeño y que estaba al abierto y lo seguimos y lo seguimos y lo seguimos. El banco de peces amarillo estaba en la estación de limpieza, esperando a las mantas para completar la imagen perfecta. También pude apreciar los corales que hay por la zona, que son muchos y cuando están las mantas en realidad no miras ninguna otra cosa. De las dos chinas, solo bajó una conmigo porque la otra tuvo problemas con el oído al saltar y se quedó en la superficie.
Después de salir, el barco regresaba a puerto, que nos tomaba tres cuartos de hora y por el camino vimos una cantidad ingente de delfines, un grupo gigantesco que se dedicó a saltar y hacer gracietas por delante del barco durante más de un cuarto de hora. Tenían hasta crías de delfines que iban junto a sus padres e imitaban los saltos que éstos hacían. Fue muy espectacular. Tras llegar al Club de buceo, me llamaron un taxi y me fui al aeropuerto y allí, a las cuatro, me recogía el barco que me llevaba al lugar que elegí para estas vacaciones, Rasdhoo. En principio, paran, nos subimos y nos vamos, pero había un pavo que solo tenía un billete de CIEN dólares gringos para pagar y no tenían cambio, así que llamaron a alguien y vino un pavo y le dio CIEN billetes de un dólar, con lo que pagó su pasaje y se quedó con un fajo de billetes. El pavo no lo sabía pero lo hacen porque cuando cambias billetes en estos países, el cambio no es el mismo para todos los billetes, los pequeños valen menos, así que el cambista se deshizo de todos los billetes pequeños y sin tanto valor. No creo que a los del barco les hiciera mucha gracia porque ellos también acabaron con un buen puñado. Entraron tres tíos con unos trolleys como ataudes. Yo que viajo con lo mínimo y hay gente que se va al tercer mundo con el ajuar entero.
El trayecto en barco es de setenta minutos, según indican ellos, pero en realidad lo hicieron en sesenta. Eso sí, la mar estaba picada y en el barco recibimos una tanda de golpes que no veas, que cada vez que el barco golpeaba el mar lo sentíamos todos. Yo ya venía agotado y me dormí una media hora. Al llegar a Rasdhoo me esperaba uno de los dueños del club de buceo, que son cuatro españoles y me llevó a la pensión, me lo explicó todo y quedó conmigo de nuevo a las siete de la tarde para ir con otra gente que llegó por la mañana al club de buceo y preparar nuestras cajas con el equipo. A esa hora fuimos y lo preparamos todo y tras eso me fui a cenar, en un antro que me recomendaron los otros españoles que fueron al Club de buceo conmigo y que seguramente se convertirá en mi restaurant en la isla, barato y bueno y fresco.
Tras la cena regresé a la habitación y el cansancio del viaje, del buceo y de la paliza en el barco que me trajo a Rasdhoo ya comenzaba a notarse y escribí la anotación que comenzó este relato y después de eso me acosté porque estaba muerto y así llegué a mi primera noche en las Maldivas en este 2025.
Una respuesta a “Buceo en el atolón de Malé y viaje a Rasdhoo”
Felicitaciones por el restaurant… 🙂
Salud