Al principio de los tiempos sólo había un Alien. Después se multiplicó y hubo muchos Aliens. Lo que sucedió después es infame y no merece ser contado. Hubo un Alien3 y un Alien Resurrection. En todas aparecía Sigourney Weaver, que comenzó la saga cuando era una zagala de treinta tacos y muy buen ver y la dejó con cuarenta y ocho años y sin pelos en el chichi. Gracias a Dios que la consiguieron echar. La saga tenía que haber acabado con la segunda, pero bueno.
Este año han vuelto nuestros alienígenas favoritos y lo hacen para echar un mano a mano a una banda de Depredadores, en la película Alien Vs. Predator. Sin la paleolítica Sigourney Weaver y dirigida por el solvente y escueto Paul W. S. Anderson, han conseguido llevar a buen puerto el barco. Ya hablé hace unos meses de las esperanzas que teníamos en que este hombre pudiera al menos borrar de nuestra memoria las dos últimas películas (ver Alien Vs. Predator). Misión cumplida.
Esta entrega es bastante dinámica, sin polladas sentimentaloides. Sólo acción. Hay dos grupos de malos y un grupo de carnaza. Humanos, depredadores y aliens. Haced vuestras combinaciones: hombres matan aliens, aliens matan depredadores, depredadores matan aliens y hombres, aliens matan depredadores y hombres, todos contra todos encerrados en el quinto coño y sabiendo que sólo puede quedar uno vivo. Así que tenemos una película de acción de cojones, sin más extras. Dura hora y media con lo que no se hace pesada. Tiene unos efectos especiales decentes, unos aliens chachi-pirulis, unos depredadores que molan y una protagonista que sin comerlo ni beberlo se lo monta muy bien.
La única concesión a las viejas películas es Lance Henriksen, que sirve de excusa para conectar esta película con la primera de la saga, aquel Alien que en 1979 dirigió Ridley Scott.
En fin, amigotes, id a verla. No llevéis a las parientas que este no es cine para ellas. Comprad palomitas y a disfrutar.