Efectos colaterales


Hace unos días, después de salir del cine por la tarde, me noté raro. De repente me entró un frío extraño. Después iba a salir para cenar, así que antes de ir me tomé un Frenadol y tiré para el evento. Cenamos sin problemas y después nos quedamos de tertulia. Cuando llegué a mi casa eran las dos y media de la mañana y me fui directamente al baño para ?obrar??. Esto se puede considerar un evento extraordinario, por lo anómalo de las horas, pero no le di demasiada importancia.

De repente me han encargado la crucial tarea de catalogar todas las especies de la tierra. Me presentan al individuo y yo lo asigno a una de las órdenes en las que he dividido la vida animal y vegetal. No me preguntéis como acabé de podólogo, biólogo o botánico, porque no tengo la más remota idea.

Me traen a Boris Izaguirre y lo asigno al grupo de las aves, porque lo identifico como pajarón. Me traen a Coto Matamoros y rápidamente lo pongo en el grupo de los carroñeros, pese a las quejas de hienas y buitres. Como veis, la visión continuada de telecinco me ha afectado profundamente. Me traen a Aznar, el expre y trato de ponerlo con los burrípodos pero estos se revelan y termino acoplándolo en el grupo de los vidriólicos por su parentesco con la botella. Este grupo no existía anteriormente para los seres vivos, pero como sumo hacedor hago lo que quiero. Me traen al Zapatero y pienso en situarlo en el grupo de las chanclótidos playeros, pero se me rebelan y termino metiéndolo con la familia de plantas espinósicas.

Sigo trabajando arduamente y la presión para que acabe mi trabajo aumenta. Llega un momento en que esa presión es insoportable y en ese instante abro los ojos y me doy cuenta que estoy soñando. Tras un instante de desconcierto, descubro también que me estoy cagando todo. Miro la hora y son las seis y media de la mañana. Salgo corriendo para el baño y después de sentarme en el trono y hacer la faena, recibo la noticia de que he conseguido situarme en la lista de las diez jiñadas más espectaculares del año 2005, casi sin hacer esfuerzo. Entre lo que largué de madrugada y esto, ya he superado la cantidad ingerida durante el día anterior. Salgo del trono repuesto y con bríos. Me vuelvo a dormir casi inmediatamente.

Ahora voy en el coche con bleuge. Vamos los dos con gorros como los del niño de los chicles de Bazooka, con gafas de sol como las de la Jurado, camisetas de tiro de muebles PePeJeSús y por supuesto escuchando reggaeton a toda mecha y llevando las ventanas del coche abiertas. Paramos en un semáforo y al lado de nosotros se detiene un Smart con dos lobas jinameñas. Ciento cincuenta kilos cada una, unos brazos peludos como patas de cerdo, unos hocicos con papada y pintarrajeadas como fulanas. Ambos miramos hacia ellas, embelesados y ellas se ponen a bailar dentro de su coche al ritmo de nuestro reggaeton. Nos sentimos como cangriles a punto de soltar los gavetes. Estamos allí, obnubilados por esos bellezones lobeznos cuando llega otro coche con dos capullos escuchando el Toa Toa Toa de Jesulín y nos las pisan. Me da tanta rabia que me entra dolor de estómago. Abro los ojos en ese momento y el dolor de estómago es real. Otra pesadilla. Miro la hora y son las siete y media. Siento que estoy alcanzando el punto de NO retorno, así que voy de nuevo corriendo para el baño. Esta vez es más caldo oscuro que otra cosa. Eso sí, una cantidad pasmosa. Durante el proceso de evacuación una gota de sudor frío cae lentamente desde mi frente. Vuelvo a la cama, asumiendo que no estoy muy bien. Caigo dormido inmediatamente.

Estoy en una enorme factoría. Los cangriolos han invadido la tierra y nos están procesando para enviarnos al planeta reggaeTON como comida enlatada. Me encuentro en un enorme recinto en el que está toda la humanidad, salvo el traidor de Bush que nos vendió por un puñado de dólares. Me agarran dos reggaeTONes y me meten dentro de una máquina que parece una lavadora enorme. Cierran la puerta y me quedo a oscuras. La máquina se pone en marcha. Aquello debe ser el prelavado. Me van dando vueltas y más vueltas, incrementando la velocidad poco a poco. Al principio no pasa nada pero cuando voy girando más rápido, comienzo a marearme. No me siento muy bien. El giro continúa. Mi estómago se contagia y gira alocadamente en sentido contrario a las agujas del reloj. Parece que llevo un alien en la barriga. El estómago gira y gira, resonando como una bisagra vieja. Entre medio de tanto meneo, me despierto con un dolor horroroso y recubierto de un sudor frío. La barriga gira realmente. Me parezco a la Weaver a punto de parir un alien. Se oye un rumor sordo que sale de mi vientre. El tiempo se agota. Con la soltura que me caracteriza, corro nuevamente hacia el baño, cagándome por las patas pa? bajo. Puro líquido sucio. Esto ya no es normal. A la salida del baño miro la hora y son las ocho y media. Me encuentro con mi madre, a la que informo de la situación y que me dice de tomarme un té. Le respondo que se deje de bromas, que no voy a alimentar la maquinaria cuando está tan defectuosa. Vuelvo a acostarme.

Ya no sueño nada. Sólo hay nauseas y dolor. La barriga es como una batidora. Hay algo que la oprime, que la aplasta. ¡Hay que dolor! Me despierto y tengo a la perra sobre mi vientre, tratando de despertarme para que la lleve al jardín a jugar. La quito de mi panza y salgo escopeteado para el excusatorio. Aquello ya no es un trono sino un potro de torturas. No sé ni lo que estoy echando, pero la sustancia sale con fluidez. Después de esta vez ya no me acosté. Eran las nueve y media.

En total perdí más de dos kilos con esta dieta del tronío. Perdí la cuenta de las veces que fui al baño y por si las moscas, estuve un día entero sin comer nada, hasta que se asentó el estómago. La última vez que me pasó algo parecido fue hace más de cinco años …


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