El ordenador viajero


El ordenador cuando viajo

Cuando voy de vacaciones a Asia, procuro escribir todos los días y como llevo un iPad, conmigo también se viene un teclado bluetooth, la única manera de escribir con algo de velocidad en una tableta y con menos errores ortográficos, que aún así se suceden continuamente por la mania de cambiar palabras del iPad, que siempre decide que tú no escribiste una palabra sino otra y te las cambia una y otra vez. Mi pequeño ordenador viajero es el de la foto, con un teclado que es más largo que el iPad y que me permite poner los dedos en una posición más natural. Esta vez me llevé también un pequeño soporte que ahora que tengo una funda para la tableta ya no me hace falta. Durante la primera semana, mientras estaba en un barco en alta mar, despertaba la curiosidad del resto de los pasajeros y la tripulación porque con unos camarotes minúsculos, me sentaba en la zona del comedor entre inmersiones a escribir y allí montaba mi despacho. En la segunda y tercera semana, solo las personas que limpiaban la habitación veían el chiringuito.

El teclado lo compré hace la tira de años y hasta ahora nunca me ha fallado. En la pantalla del iPad tenemos el grupo principal de programas que uso, con la primera columna que es la más holandesa ya que tiene, mirando de arriba a abajo el programa de la compañía de trenes, uno de meteorología enfocado a Holanda, el tercero es el que uso para leer el contenido sindicado y el cuarto el del cine. En la segunda columna tenemos el Duolingo, los episodios de las series con las que peté el iPad, el programa del banco y el WordPress para escribir en el blog. De el resto, los más interesantes son el único juego que hay en mi tableta y el Calendario, en donde estaban también los horarios de todos los vuelos. Con algo tan simple se puede sobrevivir durante semanas.


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