El viaje a Bodrum


Mi amigo el Turco siempre me está dando la vara con lo poco que lo aprecio y todo lo demás y yo le repito y le tripito que yo aprecio un montón su cartera y que siempre paga, pero que no aprecio tanto su capacidad para dejarme tirao, que este queda contigo para algo y una hora antes te dice de-que-no porque le salieron otros planes. Por eso, cuando me dijo que alquiló un kasoplón en Bodrum durante un mes y que sería un crimen contra la humanidad no ir a pasar unos días con él, como que no le hice caso, pero el puto me tortura psicológicamente y me lo reprochaba cuando me pagaba los almuerzos a los que me invita siempre que viene a los Países Bajos y como este año no he ido a bucear a algún destino exótico y tengo que usar mis días de vacaciones, hace un par de semanas encontré billetes y compré para ir unos días a verlo. Ya en ese primer evento casi la cago, que estoy convencidísimo que me dijo que alquiló la keli del cinco de julio al cinco de agosto y yo quería llegar el primer día y por suerte lo llamé antes de comprar el billete, que al final donde dijo cinco de julio quiso decir ocho de julio. Me compré mi billete para ir desde ese lunes hasta el domingo y como no parece que Bodrum sea un destino popular desde los Países Bajos y las aerolíneas que lo ofrecían lo hacían a precios prohibitivos, acabé comprando el billete con las aerolíneas oficiales jalal de Turquía, con escala en Estambul y así llegamos al lunes de la semana pasada. Me levanté pronto y como ya tenía preparado mi bolso, fue jiñar, ducharme, vestirme, desayunar y tirar para el aeropuerto. Mi primer avión salía después de las once y como estábamos en el primer fin de semana de vacaciones oficiales, aunque solo los colegios de la zona sur del país, que los del centro no empezaron las vacaciones hasta este último viernes y los del norte no las empezarán hasta el viernes de esta semana, con el sistema neerlandés de hacer tres tandas para que no se colapse todo. Salí de mi keli y fui andando a la estación de tren de mi barrio y allí conecté con el tren que uso para ir al laburo y al llegar a Utrecht Centraal cambié al que me lleva al aeropuerto en treinta minutos.

Una vez allí, fui a la que ellos llaman la terminal 3, que es por donde se entra a pasar los controles de inseguridad cuando viajas fuera de la Unión Europeda. La cola en el control era de cinco minutos y ahora les ha dado porque te quites el cinturón pero que no lo pongas en la cinta con el resto y que lo lleves en la mano cuando te hacen el escáner tridimensional ese. Después de eso pasé por el control de pasaporte y después ya estaba en la terminal. Fui a la puerta desde la que salía mi avión y me senté a esperar. Era un Airbus A330, un trasto grande y con hasta dos pasillos y todos sabemos que en clase pobre ponen sillas hasta en los pasillos. Mencionar para cierto comentarista que no me asignaron asiento de ventana, aunque en mi segundo vuelo, desde Estambul hasta Bodrum, C-O-M-P-R-É el cambio de asiento por 3 leuros que jamás agradecerá nadie para hacerle sus vídeos. Me negué a hacer lo mismo en este vuelo porque me querían sablear 16 leuros y con ese dinero, prácticamente pago el abono mensual de cine ilimitado.

El embarque fue terrible porque primero, se produjo el milagro de los minusválidos en silla de rueda y aquello parecía más bien un trenecito y después permitieron entrar a familias con niños de menos de dos años y salvo por el Elegido, todos los demás se intentaron colar, que algunos iban con la hija quinceañera y decían que es tonta y solo chupa pollas y su edad cerebral es de año y medio, pero las azafatas no lo aceptaban, como todos los que se hacían pasar por viejos y se les veía perfectamente sanos. Para cuando me llegó el turno, entré para cerrar la puerta, soltar el freno de mano y tirar pa’lante. El avión iba petadísimo de turcos que regresaban al país desde el que huyeron a pasar 3 o 4 semanas de vacaciones y a ser posible, endiñarle las bestezuelas a las abuelas y que se las queden, que las vacaciones escolares en los Países Bajos son seis semanas.

Resultó que teníamos una mujer jalal pilotando, que los machos turcos cuando se enteraron estaban todos inquietos porque ellos no dejan a sus hembras ni coger sus coches ni caminar junto a ellos, que lo lógico es que ellas vayan cuatro pasos por detrás. En el vuelo nos dieron hasta papeo, como en el milenio pasado cuando viajabas. Después de aterrizar, tardamos como treinta minutos en llegar a la terminal, como si el chófer hubiera parado muy pronto o así y mi amigo el Turco me dijo que eso es normal y que a veces te puedes pegar hasta tres cuartos de hora en el avión paseando por el aeropuerto. En Estambul, tuve que caminar kilómetros y kilómetros para ir desde la terminal internacional hasta el control de pasaporte y visa y después entrar en la terminal doméstica y gracias a todo ese ejercicio, para cuando llegué ya solo tenía que esperar media hora.

En el segundo avión nadie se quiso identificar como viejo o minusválido y entramos mucho mejor y más rápido y agarré mi asiento de tres leuros con ventana y a mi lado se sentó un panoli turco con su hija noréxica-bulímica del coño. El despegue fue en dirección al Mar Negro y después el chófer metió volantazo y tiramos pa’l sur. Aunque era un vuelo de hora y cuarto, las azafatas prácticamente quinientos metros después de saltar y estar en el aire se pusieron las pilas y nos repartieron bocatas de pollo con queso y refrescos. Al aterrizar ya se veía que allí hacía un montón de calufa. Al salir noté que el panoli con hija noréxica se olvidó alguno de sus múltiples teléfonos en la cabina y se lo entregué a las azafatas, que seguro que lo vendieron, porque era un ifone de esos para los menos desarrollados mentalmente. Como soy precavido y previsor, me compré una tarjeta prepago de Levara o algo así y le metí unos leuros para tener 3 Gigas de datos durante la semana y avisé al Turco que il Scelto ya estaba en el país. Me vino a recoger con la hija y la novia y después fuimos juntos al kasoplón, con tres plantas, cinco dormitorios con su propio baño y tal y tal.

De lo que sucedió allí durante la semana poco diré, pero que sepan que he tomado dantescas cantidades de sol y me he bañado posiblemente cien veces en el mar Egeo, que es lo que ahora se conoce como el Mediterráneo. El complejo tenía su propia y privada zona de baño, con una plataforma que daba al mar y como todo el mundo prefería las piscinas, yo era en muchas ocasiones el único usuario del lugar, con lo que no me quejo.


3 respuestas a “El viaje a Bodrum”

  1. Hiciste muy bien, 16€ es un atraco, lo de 3 ya es otra cosa, en fin, espero que disfrutes a tope y nos lo cuentes.
    Yo tengo una boda en Galicia de varios dias con hotel en Portugal, que está al lado y es mas mejol, ya he perdido la costumbre de la viajadera y aunque me llevan y me traen y hacen todo por mi, tengo una cierta excitación, no sexual, y cierta inquietud, supongo que de ancestral… 🙂
    Salud

  2. Genín… como que es «mas mejol» ??? yo a los portugueses los adoro, pero como que más mejor??? y lo de que está al lado, debes estar por la zona sur, porque ya te digo yo que a mí para llegar a Portugal no me saca nadie más de dos horas de viaje.
    Te vas a hinchar a marisco y te vamos a tratar genial, no estés nerviosillo, fíjate que hasta sulaco piensa en tí y gasta 3 EURAZOS para hacerte feliz! 😀 😀

  3. A mí no me engañan. Estos dos se van a casar en el bodorrio del milenio y no me han invitado porque saben que me llevo la cámara gopro y les hago los vídeos como los de buceo y después les jinco la música de Top Gun que tanto les gusta y me apalabro a Doverinto para hacer los comentarios con él como en los partidos de fúrbol.

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