Mientras escribo mis recuerdos sobre Washington y el viaje a Nueva York el tiempo pasa volando y me olvido que este es también mi diario, mi rinconcito para imprimir aquellos momentos que hay que archivar en algún lado. Estas semanas ando bastante ocupado en el trabajo. Cada año hacemos cuatro ciclos completos de productos y estamos enfrascados en el primero. Yo soy el maestro de ceremonia, el eje que une a todos y que asegura que la fuerza de unos y las debilidades de otros no entorpezcan la marcha. Todo eso está muy bien y me mantiene entretenido pero también hay otras cosas. Estoy organizando mis próximas tres vacaciones. Este año quiero ir a múltiples lugares. Para febrero está previsto Barcelona, en marzo Gran Canaria y a mediados de abril iré a Madrid y desde allí tiraremos hacia algún lado. Hablando con mi amigo Kike estamos mirando para ver si podemos encajar entre todo esto un fin de semana en algún lugar de Europa. La ciudad que tiene todos los boletos es Budapest. En Mayo aún no sé lo que haré pero echo de menos a mis amigos malagueños y puede que les haga una visita. En Junio quiero ir a las Canarias para la noche de San Juan y a partir de ahí no he hecho planes pero no me extrañaría volver a pasar por Nueva York o quizás alguna otra ciudad norteamericana.
Dejemos las vacaciones y pensemos en otras cosas bonitas. Gracias a este invierno tan suave la temporada de tulipanes está al llegar y ya sabéis lo que significa: visita al Keukenhof y cientos de fotos de flores. Este año ya estamos buscando actividades alternativas. Creo que iremos a un safari fotográfico de pájaros y definitivamente quiero ir a ver las manadas de ciervos que me han dicho corren en libertad en algunas reservas naturales holandesas. También en primavera terminaré de arreglar mi jardín y habilitaré la nueva zona de césped, en la cual pienso poner una hamaca y disfrutar de unas siestas de escándalo este verano.
Ayer tuvimos el DÍA DE INVIERNO. La nieve dejó de caer a las cuatro de la tarde, a las seis comenzó a llover y a las diez de la noche ya no quedaba nada. Menuda mierda. Yo preferiría un mes completo de frío invierno, nieve y todo eso. Se supone que vivo en el norte de Europa pero por el clima esto cada vez se parece más a Andalucía. Como habían anunciado una alerta por nieve me traje el portátil a casa y trabajé desde aquí, viendo la nieve caer y saliendo de cuando en cuando para disfrutar con la nieve y participar en las batallas que se sucedían en mi calle. Hoy me enteré que algunos compañeros me vieron ayer en la oficina. Hubo gente que no me creía cuando les dije que no estaba allí. Ellos veían mis correos volando como siempre y asumieron que estaba en algún lugar del edificio. El día anterior estuvimos en el Cartouche cenando costillas. Como siempre me encochiné, salí de allí cambado pero contento. Tenían una cerveza con diez grados de la que me tomé dos botellas y me situó directamente en el umbral de la borrachera. A la hora de marcharnos, el puto Chino se empeñó en que teníamos que coger el tren que llegaba en dos minutos y salimos a escape corriendo para no perderlo. Total para nada porque quince minutos más tarde hay otro.
Y así estamos pasando los meses oscuros, con las tardes estirándose y ganando cada día cuatro minutos de luz. Es genial saber que ya pronto volveremos a vivir en el País de la Luz.