La batalla de los gallumbos


Desde hace dos semanas estoy en plena guerra contra uno de los productos que he usado durante años. Cuando llegué a los Países Bajos allá por el año 2000 lo hice cargado de boxers, esos calzoncillos que son como pantalones y que técnicamente te dejan bien suelto y ligero. Creo que alrededor del año 2004 comenzó la transición y empecé a comprar otros que pueden ser más o menos largos pero la tela es elástica y se ajustan al cuerpo con la precisión de un guante bien puesto. Ambas series han convivido más o menos en paz hasta la semana pasada en la que un evento condenó a los antiguos boxers a desaparecer de mi vida.

Estaba en casa de mi amigo el Rubio jugando en el jardín con sus hijos. Los tres nos revolcábamos por la hierba y nos perseguíamos sin tregua. De cuando en cuando hacíamos alguna locura y en una de estas el Rubio salió al jardín para ver lo que estábamos tramando y al ponerse en cuclillas algo estaba fuera de lugar.

Por un lado de los pantalones cortos se salían ciertas partes que normalmente mantenemos a la sombra y el efecto era terrorífico. Le dije que un poquito de por favor ya que como visitante a la casa y por más que me cuenten como uno más de la familia, prefiero vivir sin tener que ver ciertas intimidades de mis amigos. Lo peor fue cuando me dijo que él no estaba haciendo nada que yo no hiciera y cuando me miro mi horror fue absoluto al ver que los míos también estaban al sol y se negaban a regresar a su caverna.

Aún los recuerdo cuando recién cumplí los veinte años, pequeñitos y bien ajustados, allá arriba, en su posición ideal y no como ahora que cuelgan a medio camino de las rodillas y parece que al ritmo que van, antes de retirarme habrán llegado a las mismas. Me pasé el resto de la tarde sentado, sin moverme para evitar otro desafortunado incidente como aquel y al volver a mi casa comenzó la segregación en el armario para expulsar a todos esos boxers que ya no son capaces de ejercer la tarea que tenían asignada. Debido al complejo sistema de almacenamiento y ordenado que uso creo que no acabaré la tarea hasta dentro de unas cuatro o cinco semanas y esto también me ha servido para darme cuenta de la ingente cantidad de ropa interior que tengo. Calculo que entre unos y otros deben haber alrededor de setenta y para cuando acabe la limpiada seguirán quedando unos cuarenta. Con las camisetas ya he renunciado, soy adicto y lo reconozco. Hace años que superé el primer centenar y por suerte el armario es lo suficiente grande para albergar toda mi colección, la cual se sigue incrementando ya que en todos los lugares a los que voy de vacaciones me compro algunas. De Estambul me traje dos y de Malasia creo que fueron ocho en total, aunque allí se quedó una muy chula que me compré en Zaragoza con una rana y que ha batido el récord a la peor calidad en una camiseta. Ni siquiera las diecisiete que compré en Nueva York por diez dólares han salido tan malas como esa camiseta zaragozana que no ha conseguido superar su tercer lavado, deshilándose completamente una de las mangas.

La batalla de los gallumbos me ha recordado lo importante que es en el proceso de adquisición el deshacernos de las cosas viejas, el vencer esa fuerza invisible que nos susurra en los oídos para que no tiremos nada y guardemos en algún lugar esa ropa que ya no usamos.

Cuando acabe con la ropa haré una visita al ático de mi casa y seguro que me topo con un montón de trastos inútiles que se han ido escondiendo allí silenciosamente y puesto que no creo que los vuelva a usar en mi vida, mejor que salgan de la misma completamente y se vayan a otro lugar.

Una cosa es segura, la próxima vez que esté en cuclillas no tendré las campanas al sol.


15 respuestas a “La batalla de los gallumbos”

  1. Hay otro problema con los boxers: en vez de cremallera tienen una raja con botón pequeño. Si por casualidad se te suelta el botoncito y no te das cuenta, cuando menos te lo esperes tienes la trompa asomando a ver cómo es el mundo exterior. Y eso que es embarazoso.
    Lo de hacer limpieza en casa a veces es cuestión de espacio. Con casa grande y mucho espacio tiendes a guardarlo todo porque nunca sabes si te puede llegar a hacer falta. Al final, el día que tienes que hacer una mudanza te echas las manos a la cabeza asustado de todo lo que tienes guardado.

  2. Lo de los Boxer yo nunca lo he entendido, tal vez porque nunca los he usado, pero eso de un minipantalón corto me pega que es de los más incómodo.

    En cuanto a la porquería que todos acumulamos, solo conozco una persona que la lleva a raya, mi amigo al vivir en una casa pequeña tiene una norma. Lo que no se ha usado en los últimos seis meses a la basura. Como dice él, si no lo he usado no lo necesito, si lo necesito seguro que no me acuerdo que lo tengo y lo acabo comprando de nuevo, y si lo tengo y me acuerdo seguro que no lo encuentro y lo acabo comprando de nuevo. Así que lo tiro y lo compro si me hace falta.

  3. Jc, eso también me ha pasado alguna vez pero al menos ahí vas con los pantalones puestos y nadie se entera.
    Luis, son cómodos.

  4. Jaja. Muy bueno. En la universidad los chicos usaban boxers con camiseta y asi iban a clase, eran un pelin largos pero la moda era la moda y todas nos deleitabamos porque alli al tirarnos en la hierba mientras teniamos nuestras pausas, nos deleitabamos con todos y cada uno jaja. Dios, hablo como el GENIN ! Besos.

  5. Ja, ja, ja… sí eso suele pasar, incluso en la playa con esos bermudas un poco ámplios y cortos.

    Pero nosotras no nos quedamos atrás con esos pantalones cortos de cintura y enseñando el tanga, qué cosa más fea!

    Lo que cuesta tirar las cosas y lo que llegamos a acumular! Yo siempre me pongo y al final tiro menos de lo que debería.

  6. Waiting, pues la verdad que a mi personalmente no me gustaba mucho la imagen, dos colgajos o lo que es peor, UN colgajo (porque muchas veces solo se les salía uno que quedaba como estrangulado el pobre que parecía que reventaba)aplastados por la base y con el pellejo tiraaante que… puaj. Lycra al poder en los gallumbos! Fuera los slips excepto si son de Calvin Klein o de Armani y los lleva alguien con la curvita esa de la cadera bien marcada, mimadredemivida!, y si lo que quieren es salir en libertad, al menos poneos en bolas completamente y que respiren… o lo que sea que hagan, vaya.
    Y con respecto a lo otro, Luis, estoy de acuerdo contigo, si no lo has usado en un plazo razonable, es que no lo necesitas de verdad. A la basura.

  7. Jaja. Virtuditas en mi universidad normalmente nadie pasaba de 22 o 23 años que era la edad máxima permitida para que alguien se graduara por lo menos en la primera carrera, y a esas edades nada es colgajo jeje, todo está muy bien puesto. Besitos!

  8. Veamos, o muy mal estoy de anatomía o los «pendientes reales» siempre cuelgan, es más, están diseñados para colgar, separados del cuerpo, para mantener la temperatura más baja, o eso dicen, aunque luego la calidad del género haya bajado de tal manera que nunca ha ido tan bien el laboratorio de fecundación in vitro… a eso me refería, no a que se le cayeran las carnes a nadie… pobres! De todas maneras, que sepais que a las mujeres, bueno, a mi en concreto, me pasó lo mismo una vez con un escote traidor, aunque la visión no era tan espeluznante para nadie, o eso espero, vaya.

  9. Virtuditas te puedo confirmar y te confirmo que los míos a los veintidós estaban super-agarraditos y bien próximos a la trompeta del amor. Después llegaron las disensiones, los malos rollos y la separación y ahora al ritmo que van, los veo acariciándome las uñas negras de los pies en las agradables tardes que pasaré en un futuro en un asilo holandés.

    Mirándolo con tu perspectiva científica, ahora la temperatura en los mismos debe ser mucho menor por la distancia de la central energética a la que aludes.

  10. A ver… si no recuerdo mal, según el manual de funcionamiento la posición de los «gemelos del sur» es dinámica, no estática. Cuando hace calor se descuelgan para ventilar y cuando hace frío se contraen para aprovecharse del calor corporal. Si a los veintidós andabas por canarias deberían andar descolgaditos y ahora por holanda, que hace mas frío, deberían estar pegaditos… a mi hay algo que no me cuadra…

  11. Aquí lo importante es la gravedad, no la temperatura. Y en mis nueve años en Holanda, yo no he pasado frío que para algo está la ropa de invierno.

  12. Yo también utilicé durante muchos años los boxers, craso error. Ha sido demasiado tiempo en que nada se ha interpuesto entre mis huevos y la Ley de la Gravedad.

    En la actualidad sólo tengo un ejemplar de boxer preparado para cuando voy al médico o a hacerme una radiografía, ya que prefiero que no vean las protuberancias. Suelen ser mujeres y podrían reírse.

    Tiene que haber alguna operación quirúrgica de elevación de pelotas. O eso espero.

  13. Jajajajaja, me ha encantado eso de la operación quirúrgica de elevación de pelotas, Rodolfo, me ha encantado…. buenísimo.

  14. Pues no te creas que es mala idea. Me ahorraría el tirar todos los boxers. Y ya puestos, un poco de botox tampoco vendría mal.

  15. jajjajjaja, me parto con esta conversación que se ha generado. Y sí, todos más monos si no usais esos horribles boxers!