Cuando lees los blogs de las supuestas estrellas inmediáticas de la bobosfera, sobre todo los gringos ponían siempre por los cielos y las entradas a todos los paraísos una App llamada Evernote. En mi caso me llevé El fiasco del Evernote hayá por noviembre del año 2009 ya que era básicamente inútil en Europa, dado que siempre necesitabas de conexión de Internet para acceder a lo que guardabas en la misma. Encontré un montón de alternativas, mejores y jamás he mirado atrás con lástima por no usar esta morralla. Hoy le damos la bienvenida a este pantallazo al Club de las 500
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La Acrópolis vista desde las gradas del estadio Panathinaikó
Otra imagen desde el Kallimármaro. Si eras pobre y te tenias que sentar en la parte superior, al menos en uno de los lados del estadio te puedes regodear con la vista de la Acrópolis que se ve majestuosa al frente. En la zona verde que está por delante del estadio está escondido el Zappeion y también el Templo de Zeus Olímpico. No lo veremos pero en una parte del estadio estaban los meaderos. También comentar que cuando hicieron los juegos Olímpicos del siglo XIX (equis-palito-equis) metían hasta ochenta y cinco mil julays pero hoy en día no pasan de los cuarenta y cinco mil, más que nada por Seguridad y porque es que sois todos obesos y con esos culos como barreños hay que dejar más espacio entre espectadores.
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La buenísima educación
Desde que compré mi casa en el año 2005, la batalla con los gatos de los vecinos ha sido una guerra sin cuartel que por ahora voy ganando. Por supuesto que los dueños sueltan a sus gatos para que meen y caguen en las casas de los demás y se cogen unos mosqueos del copón cuando alguien se los mata o lo tortura. Tras barajar varios tipos de estrategias de eliminación de plagas dañinas, elegí una que funciona tan bien como una gran orquesta. En ambos lados de mi jardín y pegadas a las vallas hay zarzamoras, del tipo con más espinas que pude encontrar y que crecen alocadamente creando un búnker. Además de recoger entre diez y quince kilos de moras cada año, no hay gato en el barrio que salte esas trampas mortales, o al menos no lo hay que lo haga y viva para contarlo. A mi vecina de la izquierda, que hasta el año pasado tenía un gato que gustaba de cagar en mi césped, le jodía un montón que su precioso animal no pudiese saltar hacia mi lado. También le jodía encontrar mierda de gato en su jardín ya que yo la recogía con unos guantes de estos de cirujano y se la devolvía a su terreno, ya que si el gato es suyo, la mierda también. Lo hice de una manera sibilina, poniendo todas las mierdas en un rinconcito cercano a donde jugaban sus nietos y para cuando lo descubrió, tenía en el lugar tal colección de mierda que no había manera de acercarse y optaron por lanzar lejía sobre la tierra para ver si así podían quitar la mierda. Su gato desapareció el año pasado, no se si murió de viejo o lo mataron, muerte bastante habitual entre los gatos en las barriadas holandesas, donde siempre hay alguien dispuesto a tomarse la justicia por su mano. Para la parte posterior de mi jardín, elegí un método disuasorio bastante efectivo. Compré un aspersor con un sensor de movimiento y cuando un gato salta en mi jardín subiendo por la puerta, lo recibe un baño de agua fría gratis total. Los animales huyen desquiciados y aprenden que esa puerta es mejor no escalarla y el resultado es que en dos años no he visto una sola mierda en mi jardín, me pego unos banquetes de moras que no veas y todos somos felices. De cuando en cuando veo algún gato por detrás de mi casa, en los jardines comunes y para entretenerme con ellos y educarlos me he comprado un tirachinas, una maravilla armamentística con una precisión fabulosa y que los enseñaré a reconocerme y tenerme miedo. Mi vecino ya me ha pedido que le compre uno a él también. Estos deportes son muy adictivos.
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Reinas de Holanda en el Club de las 500
Hace años que no me molesto en ir a Amsterdam el día del Rey (y anteriormente de la Reina). Llegas a un punto en el que se convierte en más de lo mismo. Ya ni voy por el centro de Utrecht porque la multitud de borrachuzos y zarrapastrosos hace que prefiera quedarme en casa, ir a pasear a los canales o de ser posible, estar de vacaciones en algún lugar paradisíaco con playas, sol y agua cálida. En abril del año 2006 creo que fue la última vez que fui a esta celebración en Amsterdam y una de las fotos que hice es esta titulada Reinas de Holanda de una niña vendiendo su morralla. Con los doce años que han pasado la chiquilla debe ser una chocha hoy en día. A la imagen le damos la bienvenida al Club de las 500.