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  • Puerta de Atenea Arquegetis

    2 de junio de 2017
    Puerta de Atenea Arquegetis

    Cuando los romanos tomaron el control de Atenas construyeron una nueva Ágora de la que no queda mucho. Ya vimos la Torre de los Vientos y hoy tenemos la Puerta de Atenea Arquegetis. Con el paso de los siglos, allí se reconstruyó, se quitó, se puso y ahora es más o menos un erial, con muy poco presente. En un lado (que no veremos), está lo poco que queda de la biblioteca de Adriano. También hay algunas ruinas de las letrinas públicas. De la Puerta de Atenea Arquegetis decir que se construyó en el año 11 a.c. y que el mismísimo Julio César y Augusto donó guita para que la hicieran.

  • El pecio del Kogyo Maru, el del Teru Kaze Maru y un arrecife

    1 de junio de 2017

    El relato comenzó en El salto a Dubai que comienza las vacaciones

    Mi primer día buceando en Coron comenzó con una noche en la que dormí como un bellaco y me desperté sobre las seis. A las siete menos cuarto estaba desayunando y ni siquiera fui el primero en la azotea de la pensión, que es en donde lo sirven con una vista del pueblo que no se puede decir que sea bella. A las ocho y cuarto ya estábamos todos en el Fun & Sun e íbamos a ser cuatro para bucear. Una pava danesa, dos pavas noruegas y yo. Las tres se habían apuntado para la aventura del buceo o algo así, una especie de primera salida en la que te enseñan lo básico, bajas a doce metros y miras si lo de bucear es lo tuyo o no. El barco es grande y cómodo y como íbamos a tardar más de una hora en llegar al primer lugar, lo pasamos hablando y conociéndonos. Todos recordamos la muy mala experiencia que tuve el año pasado con las danesas en Siargao pero esta resultó ser normalita. Al yo ser el único titulado con avanzado y matrícula de deshonor, yo buceaba con un maestro jedai de buceo filipino y una de las dos encargadas del negocio, que son sudafricanas, esa iba con las tres pavas. 

    Llegamos al primer lugar, en el que solo yo y mi maestro jedai íbamos a bucear. Se trataba del pecio del Kogyo Maru, el cual Genin conoce perfectamente porque es ancestral como él. El pecio está recostado en el fondo y en la parte más alta está a unos dieciocho metros y bajamos hasta los treinta y un metros. En total estuvimos treinta y cinco minutos buceando. Era un barco de la marina imperial japonesa y llevaba una carga de materiales de construcción para hacer una pista de aterrizaje. Se dice que la diñaron treinta y nueve julays allí. Lo que ha hecho a Coron famoso en toros el universo no es solo la cantidad brutal de barcos japoneses hundidos que hay en una zona muy reducida, tambien es porque al contrario que en otros sitios, no están muy profundos y puedes entrar en los mismos. Después de bajar nos metimos en la bodega de carga en donde se puede ver un bulldozer, todo un flipe, un montón de sacos de cemento y hasta unos rollos de mallas metálicas. Salimos de la bodega por otro lado y después entramos en otra parte del barco antes de salir y explorarlo por fuera. Te deja sin palabras. Es un viaje irreal a una nave que participó en la Segunda Guerra Mundial. 

    Desde allí seguimos hacia la segunda parada, el pecio Teru Kaze Maru, este está hundido entre tres y diecinueve metros y se puede explorar por todos lados. Vosotros los incultos lo llamáis East Tangat Gun-Boat pero es por vuestra ignorancia, que en lugar de darle el nombre del barco le dais el de la isla junto a la que se encuentra. Las chochas saltaron para ir a la zona de la playa practicar su primera inmersión y yo me fui con mi maestro submarinista jedai filipino, que es clavadito al hijo descarriado de la Preysler pero con veinte años menos. El pecio no es muy grande, tiene unos cuarenta metros y se hundió al ladito de una playa. Lo máximo que bajamos fue diecinueve metros y en total estuvimos cincuenta y tres minutos. En ese tiempo, entramos en la zona del barco en la uqe se puede ver el periscopio submarino, ya que lo usaban para buscar y destruir submarinos gringos, desde allí fuimos por corredores interiores a La Cocina, después estuvimos en el puente, seguimos a otra sala interior y después salimos por otro lado. Como tienes muchísimo más tiempo de buceo, esto lo disfrutas mucho más. A algún Dios le pido que los vídeos que he hecho sean decentes, que lo dudo porque me estoy dando cuenta que la cámara de cincuenta leuros no da para mucho. Habrá que hacer una colecta o un quicestarter de esos para que la gente me de dinero y comprarme una decente, que yo soy el ser humano que más comparte, que aquí mismo, en el mejor blog sin premios en castellano, hay hasta este mucho trece años de historia. En el lugar también habían preciosos peces león (Lion fish), el flipante Mandarín fish y hasta una sucursal de la familia de Nemo. Los lados del barco, la parte superior, todo está lleno de vida Vimos también un pez que parece una serpiente diminuta y que ya no me acuerdo del nombre y miles y miles más. Salí del agua, en tres palabras, ALU CI NADO. De nuevo, lo repito, he buceado por dentro de un barco de la Segunda Guerra Mundial, he estado en su cocina, he visto los calderos, es todo como irreal. 

    Después del buceo llegó la hora del almuerzo y en ese momento llovió, aunque el barco tiene unos toldos y nosotros no nos vimos afectados. Tras comerá y descansar fuimos a un arrecife para lo típico de ver corales y demás, que eran espectaculares, pero es que esto era como un plato de segunda después de las dos primeras inmersiones. Volví a ver el Mandarin fish y bancos gigantescos de otros peces. En esa tercera inmersión no descendimos más allá de los veinte metros y estuvimos cincuenta y un minutos bajo el agua. Las pavas se tiraron también cerca pero creo que ellas no iban más allá de los díez metros. Les hice vídeos cuando estaban saltando al agua y como no soy una mala persona como alguna comentarista, hasta se los mandaré y no les cobraré el tres por ciento. 

    Después de salir comenzó el regreso a puerto, a donde llegamos sobre las cuatro de la tarde. Después me regalé un helado en la heladería Pedro’s y volví a la pensión, me duché y más tarde regresé a cenar al Lolo Nonoy, que su comida filipina para mí que es la mejor de Corón. Me pedí de postre un leche flan que resultó ser un flan de huevo. Que grande que fue la influencia española en este país. A las pavas las llaman morenas, como en nuestra tierra y como allí no había rubias no hizo falta enseñarles esa palabra. 

    Las fotos y el vídeo del relato de este día están en Buceando en el Kogyo Maru y el Teru Kaze Maru y el relato continúa en El día que entré a los pecios Olympia y Morazan Maru y caminé como en la luna en el lago Barracuda

  • Cúpula de la torre de los Vientos vista desde dentro

    1 de junio de 2017
    Cúpula de la torre de los Vientos vista desde dentro

    Hoy en día, la torre de los vientos de Atenas es un edificio vacío. La última vez que la restauraron fue unos meses antes de mi visita con lo que la pillé en toda su gloria. En el interior se supone que había un reloj de agua y se supone que el edificio se hizo de esa altura porque querían usarlo como una especie de reloj de campanario. Después se convirtió en el campanario de una iglesia bizantina y los turcos la medio enterraron y la usaban para otros propósitos. La cúpula se ve efectivamente simple y la prueba de que ha sobrevivido más de dos mil años en el lugar da prueba que cuando la hicieron sabían lo que tenían entre manos.

  • Desde el Nido a Coron 

    31 de mayo de 2017

    El relato comenzó en El salto a Dubai que comienza las vacaciones

    El día del salto desde el Nido a Coron comenzó a las cinco de la mañana. A las cinco y media tenía que estar en el muelle del Nido, ubicado a siete minutos andando desde donde me hospedaba y distancia cronometrada el día anterior en condiciones de tráfico más intensas. Como yo viajo con lo mínimo, mínimo, fui andando. Mi bolsa de cuarenta litros pesa cinco kilos y la cámara colgaba de mi hombro. Vine llegando al muelle a las seis menos veinticinco y aquello estaba petado de gente. Me fijé que había una cola y me puse en la misma. En ella, les dabas el papel que dice que le has pagado a alguien por un billete y que tiene pinta de ser falso y ellos te dan un cupón que es como la tarjeta de embarque. Después ibas a un mostrador y pagabas los veinte pesos de tasa de uso de la terminal portuaria. Anunciaron el embarque y organizaron como dos filas y nos hicieron poner nuestro equipaje, TODO nuestro equipaje, delante de nosotros. Era el control de seguridad. Apareció un soldado con una perra que estaba desganada y la hacía husmear las maletas y bolsas en busca de drogas o algo así. De vez en cuando el chamo escondía un pequeño bolso con la substancia que quieren detectar entre maletas y el perro siempre lo encontraba. Cuando acabó este paripé, entramos. Era con asientos numerados, por dentro es un barco nuevo y con una configuración de dos asientos en los lados y tres en el centro y unas quince filas. Las maletas, mochilas y trolleys de todos las apilaron fuera de la cabina de pasajeros, en la parte posterior. 

    En lugar de salir a las seis fue a las seis y cuarto y el viaje de tres horas y media duró cuatro horas y media y es aburridísimo, ponen películas, duermes o escuchas música en una sala con un aire acondicionado brutalmente frío. Todo el tiempo pasas junto a pequeñas y paradisíacas islas. Vinimos llegando a Coron a las once menos cuarto. Yo ya conocía el lugar y sabía que desde el muelle al hostal eran mil cuatrocientos metros, no hacía un calor excesivo y estaba cansado de estar sentado así que opté por ir caminando. Tremendo disgusto que se llevaron los de los tricycles. Todos me gritaban y yo con los auriculares haciéndome el sordo y ninguneándonos. El paseo me sirvió para comprobar si de ese lado del poblacho hay algo interesante. La habitación aún no estaba lista y dejé mi bolsa en la recepción y me fui al Fun & Sun, el cuentero de buceo hermano del de Malapascua. Organicé las cosas para el día siguiente y allí me recomendaron una heladería así que fui a darme un pequeño homenaje. 

    Con tanta cena y copas con el británico/alemán estaba cansado y cuando pillé la habitación me eché un siestote de hora y media. Después salí a pasear, buscar la panadería, comprarme agua y deambular sin rumbo fijo hasta la hora de la cena. Ese es el principal problema de Coron, que es un lugar sin nada que ver. Cené en un restaurante filipino, el Lolo Nonoy que conocía de mi viaje anterior y me reetiré pronto a dormir y ver vídeos en el iPad. 

    Las fotos de ese día las puedes ver en la anotación El día del viaje en barco entre el Nido y Coron y el relato continúa en El pecio del Kogyo Maru, el del Teru Kaze Maru y un arrecife

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