Al no ser del gremio de la hora Virtuditas, me lanzo a la calle con las primeras o segundas luces y es que no paro. No tengo ni idea como llegué a la casa que vemos en la foto de hoy y solo sé que estaba en Chau Doc. Confirma un mantra que llevo repitiendo en toda esta serie. El nivel del río Mekong en su delta oscila entre la temporada de lluvias y la seca un montón y por eso las kelis se levantan a unos dos metros del suelo y esta que vemos está ahora en seco pero seguro que un par de meses más tarde aparecía en medio del río. La electricidad llega hasta la casa y tienen el mejor sistema de alcantarillado del universo conocido, todo se lanza de vuelta al río y se lo comen esos deliciosos peces panga que tanto os enloquecen.
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La desconexión
Una de las semanas más raras del año es la Semana Santa por la falta de sincronización entre España y los Países Bajos. Aquí, salvo por el viernes por la tarde que los supermercados cierran dos horas antes, es una semana normal, con los colegios abiertos y todo el mundo trabajando. Mi conexión española arranca la semana lentamente y después simplemente entra en un estado de hibernación. La gente va desapareciendo poco a poco, sobretodo cuando llega el miércoles y todos os piráis de mega-puente. Para cuando se recupera, es el lunes y ese sí que es un día festivo en este país y yo probablemente estaré distraído. Desde el uno de enero, el lunes de Pascua será el segundo festivo nacional y abre la temporada de esos días increíbles y asombrosos en los que no tenemos que trabajar y que en este país están totalmente agrupados en la primavera. Después tendremos el veintisiete de abril, cumpleaños del rey, que al caer en jueves muchos alargarán y se pillarán el viernes como festivo y la siguiente parada festivalera oficial es el veinticinco de mayo con el Hemelvaartsdag o la Ascensión que aquí es festivo y en el caso de mi empresa hacen uso de cierto derecho adquirido y el viernes veintiséis, además del viernes cinco de mayo, ambos serán falsos festivos, no trabajamos pero son días que nos descuentan de nuestras vacaciones, solo que no pertenecen a los días normales sino a cinco que recibimos cada año por coñas del convenio y de los que la empresa, según le plazca, puede fijar tres en las fechas que quieran. Esto es lo que hace que en el periodo posterior a la Semana Santa yo elija ir a Asia. Con trece días laborables, este año estaré veinticuatro días de vacaciones, prácticamente todo el mes de mayo. Nuestro último día de vacaciones será el lunes de Pentecostés, que este año cae el cinco de junio. Desde ahí y hasta el lunes veinticinco de diciembre, naíta.
Si alguno se ha montado el viaje épico y legendario a los Países Bajos durante la Semana Santa, se va a topar con una mierda de tiempo, con llovizna, nubes y más nubes, frío y lo peor de todo, viento. Es como si después de dos semanas fabulosas de primavera se nos ha acabado la suerte y hemos vuelto al otoño. Ni las babosas de mi jardín están cayendo en las dos trampas que tengo para ellas y en las que tienen una riquísima cerveza caducada que me regaló la Chinita y en la que se pueden ahogar y pasar a otra vida muchísimo mejor que esta que dejarán atrás.
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La sala de los espejos y los Budas dorados en la pagoda Hang
Los budistas están obsesionados con la multiplicación de su Buda. Uno de los hitos memorables de sus templos y que suelen hasta darles nombre es el tener diez Budas, o cien, o mil, o diez mil. En la pagoda Hang incrementaron la cantidad hasta el infinito y más allá haciendo una sala recubierta de espejos y con Budas replicándose por todas partes. Por supuesto no son de oro, están pintados de tal color pero estos son más falsos que truscoluña, que no es nación. La sala estaba bien metida en la montaña y la entrada era bajando unas escaleras, se puede ver un poquito a la derecha de la imagen. A la izquierda, si nos fijamos en los espejos, un autoretrato de il Scelto, el denostado autor de la mejor bitácora sin premios en castellano.
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Verdulero de oficina
Mientras Genín se echa la siesta de doce horas y Virtuditas mata la tarde sentada en el coche para que el culo no le pierda la forma y así poder seguir fardando con su calificación de culocoche, yo estoy siempre en modo hiper-mega-activo complicándome la vida y explorando estos y esos mundos de los dioses. La semana pasada decidí que iba a hacer un pedido de pimientos de Padrón a un invernadero holandés que los cultiva y vende. Como los gastos de envío son de ocho leuros independientemente de la cantidad, organicé rápidamente una campaña de captación de coleguillas que necesitaban imperiosamente comprar productos en esa tienda. Este es uno de esos buenos ejemplos en los que despliego mis dotes de manipulación y ayer cuando puse el pedido, eran un montón de kilos de productos y casi cien leuros y los gastos de envío se reducían a un leuro por persona. Antes de poner la orden en el sistema ya había contactado con la tienda y me había hecho más-mejor-amigo de la persona allí así que a la una de la tarde entré el pedido, a las tres estaba procesado y a las cuatro estaba avisada la compañía de mensajería. Esta mañana me vine a trabajar con una báscula portátil y varias bolsas y a la una de la tarde reservaba una sala de reuniones para asuntos muy urgentes.
Me llegaron varias cajas, todas unidas, en unas con varios kilos de pimientos de Padrón, en otra con pimientos japoneses, también productos picantes mejicanos, salsas y hasta tomates. Como nuestras salas de reuniones están acristaladas y se puede ver desde afuera, se montó un revuelo cuando me veían abriendo cajas y pesando pimientos y gente viniendo a recoger su pedido. Esta semana Santa en Holanda las tapas de pimientos de Padrón van a ser muy populares. Con esto mi impoluta reputación de marrullero y chaflanero crece exponencialmente y ahora soy oficialmente el verdulero de la oficina, ya que literalmente, me dedico al mercadeo con verduras. Si en el gobierno alguien está controlando mi cuenta bancaria, tienen que flipar con los pequeños ingresos que llegan a la misma con textos muy exóticos y que parecen ser mensajes encriptados en código pimiento.
En paralelo a esto tengo otros dos proyectos que igual suceden hoy. Uno es un plato para una cena modesta y sencilla con burritos de judías negras y aguacates. Lo tenía pensado para el sábado pero me falta un ingrediente y en el supermercado chino me lo han pedido y me llegaba ayer, así que espero conseguirlo hoy. La otra son unas rosquillas de naranja que quiero hacer para repartir en la oficina y así recordar a los terroristas-musulmanes-de-mielda que en esta latitud y longitud, aquí predomina el ateísmo y el cristianismo y ambas celebran la Semana Santa. Voy a tener que buscar más recetas con chocolate con un alto porcentaje en cacao porque en la oficina me están regalando tanto que mi casa parece un supermercado. Como de cuando en cuando traigo un brownie, ahora la gente en lugar de pedirme que lo haga, me dan el chocolate para que entienda más fácilmente el concepto. Lo malo es que no me regalan un paquete, me dan dos o tres y ahora mismo tengo la despensa petada.