Los Países Bajos, siendo una tierra que adora las bicicletas, tiene también algunas marcas de las que se oye poco pero que tienen sus seguidores. Hoy tenemos una de esas bicicletas extrañas, más bien un triciclo para grandullones y que fabrica la compañía vanraam, los cuales están especializados en bicicletas para personas con necesidades peculiares, como los ancestrales y algunos minusválidos, tanto físicos, como psíquicos o parasicológicos. Esta bici permite que personas que pueden caminar poco tengan algo de movilidad. Fijaros que frente a los asientos tradicionales de las bicis, aquí hay un sillón que parece bastante cómodo. La bicicleta, en su modelo más básico creo que vale unos dos mil cuatrocientos leuros pero esta versión con motor eléctrico seguramente esté por encima de los tres mil leuros. Por detrás del asiento hay una caja para llevar algo de carga. La bicicleta se cruzó en mi camino en el municipio de Baarn, poblacho cercano a Hilversum al que vamos de cuando en cuando a la hora del almuerzo porque hay una tienda de alcohol que tiene todas las cervezas que nos gustan a mi y al Moreno y en particular, la maravillosa IJsbok con la que podéis seguir soñando el resto de vuestras vidas y jamás la probaréis dado que es un elixir creado solo para paladares muy selectos y que viven en una zona del universo muy determinada. Estas bicicletas son particularmente alargadas y fijaros en la extraña posición del volante, el cual se puede empujar hacia adelante para facilitar el acceso al trono del usuario de la bicicleta.
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Acceso a keli sobre pilones en el delta del río Mekong
Al no ser del gremio de la hora Virtuditas, me lanzo a la calle con las primeras o segundas luces y es que no paro. No tengo ni idea como llegué a la casa que vemos en la foto de hoy y solo sé que estaba en Chau Doc. Confirma un mantra que llevo repitiendo en toda esta serie. El nivel del río Mekong en su delta oscila entre la temporada de lluvias y la seca un montón y por eso las kelis se levantan a unos dos metros del suelo y esta que vemos está ahora en seco pero seguro que un par de meses más tarde aparecía en medio del río. La electricidad llega hasta la casa y tienen el mejor sistema de alcantarillado del universo conocido, todo se lanza de vuelta al río y se lo comen esos deliciosos peces panga que tanto os enloquecen.
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La desconexión
Una de las semanas más raras del año es la Semana Santa por la falta de sincronización entre España y los Países Bajos. Aquí, salvo por el viernes por la tarde que los supermercados cierran dos horas antes, es una semana normal, con los colegios abiertos y todo el mundo trabajando. Mi conexión española arranca la semana lentamente y después simplemente entra en un estado de hibernación. La gente va desapareciendo poco a poco, sobretodo cuando llega el miércoles y todos os piráis de mega-puente. Para cuando se recupera, es el lunes y ese sí que es un día festivo en este país y yo probablemente estaré distraído. Desde el uno de enero, el lunes de Pascua será el segundo festivo nacional y abre la temporada de esos días increíbles y asombrosos en los que no tenemos que trabajar y que en este país están totalmente agrupados en la primavera. Después tendremos el veintisiete de abril, cumpleaños del rey, que al caer en jueves muchos alargarán y se pillarán el viernes como festivo y la siguiente parada festivalera oficial es el veinticinco de mayo con el Hemelvaartsdag o la Ascensión que aquí es festivo y en el caso de mi empresa hacen uso de cierto derecho adquirido y el viernes veintiséis, además del viernes cinco de mayo, ambos serán falsos festivos, no trabajamos pero son días que nos descuentan de nuestras vacaciones, solo que no pertenecen a los días normales sino a cinco que recibimos cada año por coñas del convenio y de los que la empresa, según le plazca, puede fijar tres en las fechas que quieran. Esto es lo que hace que en el periodo posterior a la Semana Santa yo elija ir a Asia. Con trece días laborables, este año estaré veinticuatro días de vacaciones, prácticamente todo el mes de mayo. Nuestro último día de vacaciones será el lunes de Pentecostés, que este año cae el cinco de junio. Desde ahí y hasta el lunes veinticinco de diciembre, naíta.
Si alguno se ha montado el viaje épico y legendario a los Países Bajos durante la Semana Santa, se va a topar con una mierda de tiempo, con llovizna, nubes y más nubes, frío y lo peor de todo, viento. Es como si después de dos semanas fabulosas de primavera se nos ha acabado la suerte y hemos vuelto al otoño. Ni las babosas de mi jardín están cayendo en las dos trampas que tengo para ellas y en las que tienen una riquísima cerveza caducada que me regaló la Chinita y en la que se pueden ahogar y pasar a otra vida muchísimo mejor que esta que dejarán atrás.
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La sala de los espejos y los Budas dorados en la pagoda Hang
Los budistas están obsesionados con la multiplicación de su Buda. Uno de los hitos memorables de sus templos y que suelen hasta darles nombre es el tener diez Budas, o cien, o mil, o diez mil. En la pagoda Hang incrementaron la cantidad hasta el infinito y más allá haciendo una sala recubierta de espejos y con Budas replicándose por todas partes. Por supuesto no son de oro, están pintados de tal color pero estos son más falsos que truscoluña, que no es nación. La sala estaba bien metida en la montaña y la entrada era bajando unas escaleras, se puede ver un poquito a la derecha de la imagen. A la izquierda, si nos fijamos en los espejos, un autoretrato de il Scelto, el denostado autor de la mejor bitácora sin premios en castellano.