Yo todos los días le doy las gracias a uno o varios dioses por haberme hecho visitar el mercado Ben Thanh en Saigón. Ha sido una fuente de anotaciones para el blog épica y hoy tenemos el colofón, el episodio final. En la zona de las pescaderas me crucé con un grupo de manipularas de alimentos o elementos épicas. Estaban en la sección de los calamares, pero no de las cholas calamar que tanto nos gustaban a todos de pequeños para bañarnos en las playas con lajas sino de los calamares, calamares, los ciudadanos oceánicos que están tan ricos cuando los comes fritos, o rellenos, o en su tinta o en la de otros. Del traje de la pava que está al frente con botas se podrían escribir enciclopedias pero no vamos a tocar ese tema y espero que la foto pase desapercibida y no encontrarme la próxima vez que vaya a las Palmas que mi madre ha comprado las cortinas del salón con esa mismita tela, que el peligro de que eso suceda, existe. No, la manipuladora por excelencia, la que se doctoró en el tema y que sabe mejor que todos lo que se puede o no se puede hacer es la que está encaramada en el poyo, pegadita a los calamares y seguramente tirándose unos peotes allí para darles más sabor. En otros lugares del universo le cierran el chiringuito pero en Saigón, alegría y cosa buena y si te pasas un rato más tarde, cuando ya han recogido, te encuentras con el turno de noche, unas ratas montesas del tamaño de gatos a las que les sobra la prepotencia y te echan del lugar sin escrúpulo alguno. En beneficio de Vietnam quiero repetir y repito que la rata más grande y hermosa que he visto en mi vida fue en Indonesia, en la isla de Bali y en la puerta de cierto hotel con cadena de locales para comer y ver parafernalia relativa a músicos famosos.
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El patio delante de la pagoda del Emperador de Jade
Cuando estás por Saigón, la pagoda que hay que visitar es la Pagoda del Emperador de Jade, que los chinos llaman El templo del mar de la suerte y que otros conocen como la Pagoda de las tortugas. Vamos, hasta el Obama pasó por allí cuando estuvo en la ciudad el año pasado. Esta pagoda la construyó la comunidad china entre finales del siglo XIX (equis-palito-equis) y comienzo del XX (equis-equis). Es un templo taoista pintado totalmente en color rosa. Veremos tres fotos y en esta primera estamos en el patio, tras cruzar el portal de acceso. La torre minúscula que se ve en la imagen tiene una estatua de Ho Phap, famosísimo filósofo budista. Detrás de la misma hay un estanque pequeño con cienes y cienes de tortugas que deben sufrir lo indecible allí, masificadas en un espacio reducido y esperando que les tiren comida. La gente fliipaba con las tortugas pero en mi caso fue más bien asco por el hedor y pena por como tenían a los bichos. Hasta a un truscolán le permitimos una vida mejor que a esos pobres animales (vida que los truscolanes no se merecen, si me preguntas a mi).
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La solución a los dolores de cabeza: aprende a pajear
Cuando nuestros queridísimos terroristas-musulmanes-de-mielda comenzaron la invasión de Europa hace un par de años, no lo hicieron pensando en llegar aquí y abrazar las costumbres locales. No. Ellos se vinieron con la idea de imponer el burka entre las hembras, dar por sentado que todas son unas putas y que ni tienen que conducir ni trabajar y su única razón para existir es parir como conejas, mantener la casa limpia y cocinar, como mandaba el profeta de ellos que follaba niñas. Ese futuro tan idílico no es el que tras siglos de lucha se logró en Europa y por eso tenemos que rebelarnos, trazar la línea en el suelo y decir basta. Gracias a la forma tan espléndida que tienen de mostrarnos el cariño, que ya decía el refranero que hay amores que matan y el de los terroristas-musulmanes-de-mielda es de esos, de atropellar o poner bombas o pegar tiros, pero siempre con muchísimo amor, como decía, gracias a eso pronto volveremos a tener en Europa espectáculos que nos vetaron hace décadas. Ahora que las corridas de toros serán pecado mortal de necesidad, recuperaremos un tipo de espectáculo que de siempre fue muy popular, las ejecuciones públicas. Padres con sus niños irán el sábado al Nieuwemarkt en Amsterdam o a las plazas equivalentes en cada gran ciudad y compraran golosinas y cotufas y después veremos como se anuncia el evento, se recalca, por si hay algún verdoso de esos entre el público, que ningún animal ha sido o será maltratado durante el evento y gozaremos con las ejecuciones, las cuales comentaremos con los amigotes en el trabajo durante toda la semana.
Nuestra forma de ser es tan diferente a la de ellos que las mujeres europeas hasta pueden decir NO si no tienen ganas de tranca y por eso, porque ellas son conscientes que sus hombres tienen unas necesidades biológicas que tienen que ser satisfechas, por veinticinco leuros las pavas se pueden apuntar a un curso y hacerse un doctorado del pajeo de macho y como aquí vale más una imagen que mil truscoluñas, a la prueba me remito, con el cartel de una tienda de lencería femenina que organiza esos cursos para sus clientas:
En la descripción del curso dicen que es para que aprendas toó, toó, toó de como dar el máximo y el supremo placer a tu hombre con un auténtico TRABAJO MANUAL. ¿Alguién cree que una libertad como esta se puede dar en un país de terroristas-musulmanes-de-mielda? La respuesta, por si alguno es lerdo, es NO, NO y NO.
El doctorado es muy económico, veinticinco leuros para saberlo TODO SOBRE LA POLLA, ese animal tan misterioso que se oculta tras cremalleras y siempre está buscando la manera de meter el cabezón en algún lado y al que muchos califican como capullo. Ya nos he apuntado a Genín y a un servidor ya que, obviamente, hacen falta miembros de la comunidad para que ellas puedan desarrollar sus dotes magistrales en el ancestral arte del gayoleo, manoleo, pajeo o como queráis llamarlo y nosotros si tenemos que sacrificarnos por la ciencia, pues lo hacemos y más con una causa tan noble como la de este anuncio.
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Banco de Saigón para la industria y el comercio
Antes de cambiar el rumbo, un último ejemplo de arquitectura colonial. Originalmente este edificio era la sede del Banco de Saigón para la industria y el comercio como se puede leer claramente en la parte superior de la fachada pero todos sabemos como acabó la fiesta por allí y después de muchos meneos, en la actualidad es un hotel con una espectacular terraza en la azotea y unos leones impactantes en la calle que no se si son de la época del banco o se los añadieron para darle un toque más pachanguero al hacer el hotel. La fachada es sobria y exquisitamente elegante, algo que seguramente refuerza el color tan sobrio que le han puesto. Yo le habría metido unos rojos espectaculares y seguro que se ve mucho mejor. Ojito al detalle de la pequeña barrera para evitar que la gente cruce con alegría por delante del hotel, en una carretera que en un instante está vacía y al siguiente hay cienes y cienes de motocicletas y coches renqueando. Esta barrera también sirve para impedir los cambios de sentido, aunque en Saigón la gente tiene los güevos del tamaño de melones y directamente lo hacen en el carril por el que van y que Dios reparta suerte.