Otra foto que hice en la isla de Duy Vinh de una laguna (aunque estoy convencido que estaba conectada al mar por algún lado) rodeada por un espeso bosque de palmeras y con una barquilla con sus ojitos. Por la vera derecha se puede ver la keli de alguien. Al estar la barca allí, supongo que alguien estará pescando allí. El precioso azul del cielo engaña un montón, se ve idílico pero estábamos a cuarenta y pico grados y el calor era truscolán.
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Bajando la bici
Creo que en la larga, épica y legendaria historia del mejor blog sin premios en castellano, esta es la primera vez que en lugar de una foto con bicicleta(s) tenemos un vídeo, aunque como es de sobra conocido que mi memoria raramente abarca más allá de los últimos tres minutos, seguramente me equivoco. El vídeo que está sobre este texto y que si por algún motivo no aparece lo podéis ver aquí es una pequeña producción en la que se puede ver como bajo a la hija pródiga de su aparcamiento. El documento tiene un texto que lo explica y que supongo que solo los más espabilados podrán leer así que le dais a la pausa y completáis la lectura y reconocéis que sois más lentos que un político español que está formando gobierno. El vídeo creo que está bloqueado en Alemania por culpa de la fanfarria musical que le puse. Inicialmente lo subí en mi flickr pero aparece como una imagen en negro y no mola nada. En cualquier caso, si el otro os da problemas, también está aquí.
Esta anotación sirve también para anunciar la muerte de La Lapoya, la cual estoy despiezando porque su reparación me costaría más que conseguir otra. Por el momento, he optado por usar La hija pródiga, bicicleta que en su época perteneció a la Primera Esposa del Rubio y que me regaló. No tiene velocidades, algo que siempre he visto como un inconveniente pero haciendo pruebas he podido comprobar que tardo el mismo tiempo en hacer los recorridos y hago muchísimo más ejercicio, lo cual evita que me encochine como muchos de los que comentan. A la bici le he puesto las bolsas de carga que tenía La Lapoya y que cambio al menos dos veces al año porque se rompen con facilidad. Hace unos tres años y medio ya vimos en La Cholina aparcada en la estación una imagen de las bicis en los aparcamientos para bicis a dos niveles. La diferencia entre aquel y el del vídeo es que este nuevo tiene un sistema de amortiguación que hace mucho más fácil y cómodo bajar y subir la bicicleta, ya que te ayuda al subir y la frena al bajarla. El vídeo lo hice dentro del aparcamiento vigilado y gratuito (las primeras veinticuatro horas) de la estación en la que dejo la bici todos los días.
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Ojito en la barca
Esto es algo que he mencionado varias veces y que es muy común en todo el sudeste de Asia. Los pescadores y marineros están obsesionados con bestias terribles que viven bajo el agua y que al parecer es la evolución acuática de los truscolanes, esa miasma repelente y repugnante que habita sobre la tierra y que podemos ubicar fácilmente en ese lugar que no es nación y por su mierda de intento de lengua. Uno de los lugares que visité en la isla Duy Vinh fue un astillero o más bien, el taller de un chamo que hace barcas y que cuando ya las va a terminar, les pinta sus ojitos para proteger a los pasajeros de los monstruos marinos y los truscolanes.
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700 días de constancia
Cuando llegué a los 500 días de constancia ya lo de hacer mi ración diaria de ejercicios en el duolingo se convirtió en rutina, alentada por la energía que da la regla esa que enunciamos como Virtuditas no lo haría y que cuando flaqueo, pienso en ella y sigo adelante. Así llegué a los 600 días de constancia y hace cuatro días superé los 700 días de racha, los cuales me ponen a un pasito de mis primeros DOS AÑOS de no perder un solo día de ejercicios, haga frío o calor, esté en mi casa o en algún remoto lugar de las Filipinas, Bulgaria, Italia o España. Una y otra vez, casi siempre por la mañana, me pongo y en el peor de los casos hago tres ejercicios para conseguir los treinta puntos aunque en muchas ocasiones me curro unos pocos más. Durante la semana el momento es en el tren, a las siete y pico de la mañana y tengo el tiempo suficiente para hacer unos siete ejercicios. En la actualidad, estoy manteniendo al cien por cien de completado el árbol de inglés para italianos y estoy a punto de acabar de refrescar el de italiano para españoles. Mi plan, cuando ambos estén al cien por cien, es refrescar también el de italiano para ingleses. Cuando lo consiga, solo el azar sabe por donde tiraré aunque sigo rezando para que acaben el módulo de español para italianos y el de italiano para portugueses. Si estos no cuajan, o me pongo a aprender turco, o sufro la tortura del holandés para ingleses, idioma que margino en mi cabezón porque no quiero que me crezca y se me ponga como el de un koreano-de-mielda o papagüevo.