En uno de los islotes está la cueva Sung Sot, a la que se accede por una pequeña entrada. Es un lugar de peregrinaje, con un camino en sentido único por el que avanzan todos los turistas. Hay dos estancias, una enorme y otra más pequeña y por allí se pueden ver estalactitas a punta pala, todo muy bien iluminado para crear formas que por supuesto yo no reconozco y cuando el guía te dice que mires el dragón, o el oso, o lo que quiera que ellos pretendan ver, yo veo otros animales. En la foto se puede ver a un grupo al que su guía estaba contando alguna trola por debajo del mío.
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Schneider Weisse
En mi segunda visita a Munich, el gran descubrimiento fue la cerveza Schneider Weisse, una deliciosa cerveza de trigo local. Tiene una espuma fantástica y que no se desvanece y un sabor delicioso que nos seduce con los sutiles matices que añaden los ingredientes de la cerveza. Esta es la cerveza hecha con la formula original del creador de esta cervecería allá por 1872. Tiene un porcentaje de alcohol del 5,4% y es asombroso la facilidad con la que la puedes beber. Mi corazón está partido entre todas las cervezas de trigo que se hacen en Munich ya que todas me parecen fantásticas.
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Vista de la bahía desde la salida de la cueva Sung Sot
Hay un lugar al que van todos los cruceros que recorren la bahía de Ha-Long, la cueva de Sung Sot. La cantidad de barcos es tal que se crea una especie de procesión de barcos dejando a sus pasajeros en el pantalán y en otro pantalán ubicado en otro lugar recogen a la gente y solo tienen una oportunidad con lo que no tienen demasiada tolerancia con los acarajotados que gustan de separarse del grupo y todo el mundo lleva algún tipo de pulsera, collar o chaleco con diseños distintos para que te puedan encontrar fácilmente. La foto está tomada a la salida de la cueva Sung Sot, debajo se puede ver un par de barcos recogiendo pasajeros y estamos rodeados por un montón de islotes. Aquello parece una postal.
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Hacia donde vamos
Ya lo he dicho en alguna ocasión por aquí. Estamos en guerra, en una guerra mundial y en el futuro cuando se escriba la historia, seguramente mencionarán lo necios que fuimos por no darnos cuenta antes y también por permitir a los políticos que se supone que tendrían que estar trabajando por nuestro bienestar, hacer lo que hicieron.
Esta no es una guerra tradicional, no es el tipo de conflicto al que estamos acostumbrado. En este juego, el contrincante es una rata vil y despreciable y tenemos que buscar esa línea en la Biblia que dice lo de OJO POR OJO y ponernos a ello. Para mí, después de ver lo que han hecho hoy en un aeropuerto y en una estación de tren, en plan cobarde y contra inocentes, lo más difícil es entender por qué toda la fuerza aérea de los veintiocho países de la Unión Europea no está ya en el aire, cargada con todo lo peor que tengamos en armamento y en dirección a las cinco ciudades principales de esas ratas asquerosas para nivelarlas y no dejar ladrillo sobre ladrillo. La única manera de establecer una comunicación de cualquier tipo es cuando ambas partes hablan el mismo idioma o tienen un protocolo de comunicación compatible y este es el único que entienden ellos.
Siempre que paso por un aeropuerto me sorprende la candidez con la que vivimos. Da igual si un tipo mira el tamaño de tus botellas de líquidos si en el mismo edificio, en la parte insegura, cualquiera puede hacer lo que quiera y ese es un lugar en el que una persona con un bulto enorme no es sospechosa. En aeropuertos estadounidenses, en los dos aeropuertos de Estambul y en algunos de Asia, no puedes entrar en la terminal sin que todos los bultos que lleves pasen un control de seguridad. En Europa, asumimos que nadie irá a ese recinto lleno de gente para hacernos daño porque nosotros no lo haríamos. La letra con sangre entra y en nuestro caso, ya estamos llenando garrafas y parece que vamos a necesitar un montón más para despertarnos y tratarlos como se merecen.
Hoy, como todos los días de la semana, pasaré por la mayor estación de trenes de los Países Bajos y mientras camino rápidamente por la misma, lo haré con la sensación que es cuestión de tiempo que nos golpeen allí. Mañana, además de ir por ese lugar, estaré en un aeropuerto. Justo el último lugar del mundo en el que querría estar.