El otro día me llegaba un correo de la compañía del agua que opera en la ciudad de Utrecht avisándome que les tenía que mandar el valor del contador para ellos hacer el cálculo de lo consumido a lo largo del año y ajustar mi factura. Desde el año dos mil hasta ahora, mi consume ha sido siempre muy regular, oscilando entre los cuarenta y seis y sesenta metros cúbicos dependiendo del año y de lo seco que fue el verano y tuve que regar el jardín. El año pasado fueron cincuenta y tres metros cúbicos y en relación con eso me pusieron la cuota trimestral. Al hacer el ajuste anual, me han bajado un poco la cuota porque estos últimos doce meses he hecho cincuenta y un metros cúbicos y durante los próximos doce meses, cada trimestre pagaré veintiséis leuros y noventa y nueve céntimos.
En la factura indican claramente que el agua es para beber, lo cual me hace llorar desconsolado cada vez que tengo que bajar la cisterna tres veces para ayudar al jiñote a llegar a el sistema de alcantarillado y pienso en la de días que podría haber estado bebiendo esa agua super-hiper-mega potable que tengo que malgastar.
En Holanda, hay libertad para elegir el proveedor de energía eléctrica y de gas y de hecho, muchos cambiamos todos los años de compañía para aprovechar al máximo las ofertas y tener tarifas más competitivas pero en lo relativo al agua no es posible. No hay una división entre el transporte y el producto, ambos pertenecen a la misma empresa y no se puede elegir otra. Pese a la falta de libertad, no creo que el agua sea particularmente cara y estoy seguro de que de vivir en Gran Canaria, me gastaría más de cien leuros al año solo en botellas de agua para beber y aún pagaría más de esa cantidad para ducharme y bajar la cisterna con el agua tóxico-radioactiva que hay allí y que viene con unas dosis de cal gratuitas escandalosas.
Los más estudiosos habrán notado que el año pasado pagué ciento diez leuros y al final solo necesitaron ciento uno. Los otros me los devuelven reduciendo el coste de la factura que tengo que pagar para los últimos tres meses del año.