Enfrente del ayuntamiento está Södermalm. Es una de las zonas más pobladas de la ciudad pero para los turistas más o menos pasa desapercibida, excepto por la parte que vemos en la imagen y que se puede visitar yendo en metro y hacer unas fotos alucinantes de la zona del ayuntamiento y el palacio real. Los barcos que se ven en la foto son mayormente pensiones, muy populares con los turistas que buscan un alojamiento más económico y que acaban en pequeños camarotes en esos barcos con baños compartidos. La razón es que los hoteles en Estocolmo tienen unos precios de rescándalo. Uno de los barcos (que no sale en la foto) está pintado de rojo y es muy popular entre los turistas con un presupuesto limitado.
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Caminando por el centro de Sofia
El relato comenzó en Un largo viaje a Sofia
Gracias a que ya tenemos días eternos, aunque técnicamente tenía menos de medio día en Sofía, lo pude aprovechar un montón y ver varias cosas. La chica que me alquiló la habitación me mandó un posible recorrido y lo apuré al máximo y me vino muy bien. Casi en la puerta de la casa y visible desde la terraza de mi habitación está la Opera y el ballet Nacional, así que fui por delante a hacer una foto del edificio.
Al lado del edificio había la estatua de un chamo que definitivamente debía ser de la parte de la ópera porque no me imagino a ese leño haciendo ballet. El colega tiene un tripote que se ve que no desperdiciaba ni las colas ni las cabezas de las gambas cuando comía. Desde allí me acerqué a la Sveta Sofia o la iglesia de Santa Sofia, a unos doscientos metros de donde me hospedé y que es una de las iglesias más importantes de la ciudad. Esta es la segunda iglesia más antigua de la capital búlgara y se remonta al siglo VI (uve-palito). Entre otras cosas, gracias a esta iglesia la ciudad tiene su nombre. La iglesia se construyó en un lugar en el que desde siempre hubo templos y por eso, lo más interesante es visitar el museo subterráneo que hay en la misma y en el que recorres toda esa historia. La iglesia tiene unos mosaicos muy bonitos, tanto en el sótano como en la nave principal. En uno de los laterales de la iglesia, en la calle, está el monumento al soldado desconocido con su llama eterna que algún día se apagará.
Casi al lado tenemos la Sveti Aleksandar Nevski o Catedral de Alejandro Nevski, un pedazo de templo precioso por fuera y que es la sede del patriarcado de Bulgaria. Se construyó en honor a los rusos caídos durante la liberación de Bulgaria del Imperio turco casi a finales del siglo XIX (equis-palito-equis), con lo que no es un templo muy antiguo, pero lo que le falta en añejo, le sobra en estilo, al menos por fuera. En su interior no dejaban hacer fotos aunque escondiéndote adecuadamente se puede hacer alguna. La iglesia está en una rotonda, aunque por suerte no hay mucho tráfico en la zona y se puede cruzar sin jugarte la vida. De esta catedral se dice que es la mejor representación de construcción ortodoxa en el universo y en su interior caben cinco mil personas y no hay ni una silla para ellos. La cripta tiene una galería de arte búlgaro con muchísimos iconos ortodoxos. Por la zona hay un mercadillo de cacharros antiguos que visité, aunque vamos, tampoco vi nada interesante. Después me acerqué a la zona del edificio de la Universidad, o uno de ellos, ya que espero que tengan algún otro:
En la puerta del edificio hice un cutre vídeo en el que se pueden ver los alrededores. El día era fabuloso, con una temperatura deliciosa. Si no puedes ver el vídeo anterior, prueba aquí. Mi antención, que desde siempre es muy voluble, me llevó hacia el Pametnik na Savetskata armia o el Monumento al ejército soviético, una mole construida obligados por los rusos y en el que un soldado soviético al parecer reparte amor y cosa buena a una mujer y un hombre búlgaro. El monumento se construyó en 1954 y es el objeto favorito de los que hacen graffittis, que lo cubren cada dos por tres, algo que cabrea soveranamente a los rusos.
Desde allí me acerqué a ver la Estatua de los Slaveikovs, dos poetas, padre e hijo, famosillos locales y que están en la plaza que lleva su nombre. En la zona hay un mercado de libros usados y es una parte de la ciudad muy animada y llena de búlgaros curioseando, comprando o tomando algo en una terraza. Desde allí seguí para ver el edificio del presidente de la República de Bulgaria y casualmente estaba sucediendo el cambio de guardia en la puerta.
Hice un vídeo antológico de parte del evento. En la zona había como diez parejas de novios haciéndose fotos y se turnaban en este y en aquel rincón. El edificio esconde en su patio interior la Rotonda «Sveti Georgi», el edificio que está considerado el más antiguo de Sofia y una iglesia de comienzos del cristianismo. Los comunistas no impedían la práctica religiosa, pero rodeaban las iglesias con otros edificios para controlar a los que iban y marginarlos. ESta iglesia la construyeron los romanos en el siglo IV (palito-uve) y tiene unos frescos espectaculares en su interior.
Después me acerqué a ver uno de los megalómanos edificios que construyeron los comunistas en el lugar, o en realidad los tres que hicieron y que a falta de un cuarto, no crean una plaza. Desde allí me acerqué a la estación de metro de Serdika. En la misma estación hay una pequeña iglesia, la Sveta Petka Samardjiyska que está como medio enterrada en la calle. También por allí está el Tsentralni Hali que es una especie de edificio de mercado que ahora es más bien un lugar para comprar comida, en el que hay puestos de souvenirs y poco más. Por detrás del mismo está la Sinagoga Central de Sofia y enfrente al mismo está la mezquita Banya Bashi, con lo que dos grupos de enemigos prácticamente se están mirando las caras y separados por muy pocos metros.
Regresé a la casa, dejé la cámara y me fui a cenar al restaurante Pri Yafata en donde me puse ciego a carne de cochino. Una embolichada que no veas. Después me retiré a mis aposentos ya que al día siguiente me esperaba un tute que no veas.
El relato acaba en La iglesia de Boyana, el monasterio de Rila y el regreso
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Stadshuset y la bahía
La foto del Stadshuset que vimos ayer formaba parte de un panorama que hice y que para ver algo más grande habrá que hacer clic en la foto anterior. Creo que tengo el ayuntamiento y la bahía desde todos los ángulos posibles, me pasé los tres días haciéndole fotos. El edificio me recuerda un poco al Palazzo Ducale en Venecia y la torre es como un faro que está ahí para avisar a los marinos (o algo parecido, que lo mío no es el comadreo poético). Aunque en la imagen no se nota, vemos varias islas y es posible navegar entre ellas. También se puede ver la suerte que tuve con el cielo durante mi visita, con un azul espectacular.
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Un largo viaje a Sofia
Si llego a saber en donde me estaba metiendo, jamás de los jamases habría comprado los billetes para ir a Sofia la semana pasada. El problema es que estas cosas se planean con medio año de antelación y cuando lo hice, no tenía ni idea de que cinco días más tarde comenzaba una escapada de tres semanas a Asia que requiere más planificación. La cosa se me complicó tanto que una semana antes de escaparme, aún no había buscado ni el lugar en el que quedarme y cuando miraba las diferentes opciones, no me gustaba lo que encontré y opté por ser un poco más creativo y me creé un perfil en el sitio ese llamado aireb-nb. Una complicación adicional e inesperada es que el avión volaba en sábado por la mañana muy temprano para poder llegar al aeropuerto de Eindhoven usando el transporte público. Mis opciones eran tres. Ir a Eindhoven el viernes y dormir por allí, viajar a las tres de la madrugada y llegar a las cuatro a la estación de tren y esperar en la misma tres horas hasta que saliera la primera guagua o ir en la guagua que va al aeropuerto pero que en Utrecht para en el sexto coño y pasa por allí a las cinco de la mañana, con lo que necesitaría también ir en taxi hasta ese lugar. Elegí la primera opción y aprovechando el descubrimiento de aireb-nb reservé un catre en una casa de un julay que vive cerquita del aeropuerto.
El viernes, salí de mi casa con la mochila de treinta litros y el equipo tradicional y después de una sacrificada jornada de trabajo, a las cuatro y un segundo me iba a la estación de tren para viajar hasta Eindhoven. Esa parte del plan transcurrió sin problemas y como iba con tiempo, aproveché para ir al cine en esa ciudad y así añadir un nuevo Pathé a mi lista de cines en los que tengo acceso ilimitado, aunque si soy deshonesto, hace casi quince años ya había ido a ese cine, junto con el Chino y otros colegas. Cené en el centro de la ciudad, me vi una peli y después fui en guagua hasta la keli del colega que alquilaba habitaciones. Por circunstancias de la vida que seguramente no tienen nada que ver con el azar, la casa estaba cerquita del Hovenring, una de las obsesiones habituales de Genín y otros comentaristas.
El Hovenring es una rotonda para bicicletas en alto que sucede que es la primera de su tipo en el universo conocido o por conocer. Se ha especulado mucho con el significado de su nombre, y aunque muchos apuestan por el truscoluña no es nación, lo cierto es que significa el anillo de los Hovens y esto último se refiere a que esta rotonda está en la encrucijada que te permite ir a Eindhoven, Veldhoven o Meerhoven. Aunque se considera una rotonda, en realidad esto es un puente circular de setenta y dos metros de diámetro.
Después de hacer la foto, me acerqué a la keli de mi casero, toqué el timbre y me planté allí. Nos tomamos un cafelito, marujeamos durante un par de horas y después me fui a mi dormitorio a dormir. Por la mañana a las siete y diez, fui a la parada de guaguas y seguí mi ruta al aeropuerto. En la parada había una pareja con tres unidades pequeñas que seguramente durmieron en un hotel que hay cerquita y que yo no consideré porque la habitación me salía a precio de puta con dientes y no me lo quiero ni puedo permitir, además, una vez te acostumbras a los masajes con las encías, hasta lo prefieres. Llegamos al aeropuerto con tiempo suficiente, me compré cosillas para desayunar, pasé el control de seguridad, me comí el desayuno, me puse en la cola de los pobres (sin prioridad) y a la hora esperada comenzó el embarque.
El vuelo era con Wizzair y elegí sentarme en la parte trasera del avión por aquello de que allí mueres más rápido y sufres menos. Sofia está a dos horas y cuarto de viaje más la hora de diferencia horaria con lo que vinimos llegando allí sobre las doce y media. Los vuelos de aerolíneas pachangueras te dejan en la terminal vieja que es como un paseo gratuito por la época comunista. Tras el control de pasaporte, fui en micro-guagua a la terminal 2 y allí cogí el metro para ir al centro, una línea que se ha inaugurado este mismo mes (las cuatro paradas más cercanas al aeropuerto). Desde la estación, fui a la keli en la que reservé la habitación y su dueña me recibió y me lo explicó todo.
Podría seguir contando el relato del viaje pero voy jodido de tiempo así que continúo mañana y lo dejamos por aquí.
El relato continúa en Caminando por el centro de Sofia