Gracias a la providencia y al paso del tiempo, los años aquellos en los que iba cuatro veces a Volendam y Marken han pasado y ahora con suerte, voy una vez cada tres años. Desde un punto de vista fotográfico tampoco me agobia ya que he ido tantas veces que en las últimas ni sacaba la cámara de la mochila, ya que todas las oportunidades fotográficas que veía me sonaban conocidas. Hoy tenemos una de las fotos digitales más ancestrales que guardo de Marken, una imagen que hice en agosto del año 2003 y que no llegó a la bitácora hasta cinco años más tarde en la anotación Marken desde el agua. Hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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Interior de la chiesa di Santa Caterina d’Alessandria
Después de ver la fachada de la Chiesa di Santa Caterina d’Alessandria y como está arrinconada, lo último que te esperas al entrar en toparte con un hangar enorme y vacío. El lugar se ve perfecto para montar un puticlub o al menos para hacer verbenas de instituto con muchas pellejas borrachas meando y durmiéndose mientras lo hacen en los rincones. La cosa tiene que andar muy mal en el negocio de los falsos dioses cuando se han llevado hasta los bancos. El interior se veía sencillo y por no haber, no había ni los tradicionales montones del oro que cagó el moro que se ven en otros templos más grandiosos. Aún así, yo sigo pensando que la nave tiene mucho uso como lugar de esparcimiento lascivo.
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Lo mío es la automatización
Como de verdad de verdad que sucede el problema y me falta el tiempo, me salto mi propio programa y aprovecho para colar una reflexión de esas que se pueden catalogar perfectamente como tontas. En la empresa en la que paso parte del día y me pagan una nómina por ese privilegio, de siempre se ha dicho que yo soy un profesional del parloteo, del marrulleo y que no está muy claro si llego a hacer algo. Los que dicen eso obviamente no tratan conmigo directamente y no saben las cosas que muevo. El otro día uno de los oscurecidos (si consideramos iluminados a los que tienen una vaga idea de lo que hago) me hacía una pregunta relativa a un dominio que no es el mío pero en el que me muevo como Pedro por su keli. El hombre quería saber sobre los procesos internos de la compañía y sobre los controles de calidad que se hacen. Visto que según él, yo me toco los mondongos y tiro de ellos para ver si consigo que toquen el suelo, hay algo que no encaja. En la hora que sucedió a su corrupto mensaje, le di un baño de ilustración y conocimiento que lo dejó aterrorizado. Los procesos que están bajo mi control y dominio funcionan como relojes suizos, con una precisión absoluta, están muy bien documentados y dejan marcas fáciles de comprobar y revisar. De hecho, en alguna de las auditorías que se hacen de manera regular, jamás ha habido una nota explícita sobre cualquiera de mis procesos, todos pasan la prueba impecablemente y con sobresaliente alto, casi matrícula de honor. Como dicen en ciertos anuncios, yo no soy truscolán y no me complico la vida. Cuando comencé a absorber tareas de gente que echaban o jubilaban, no las adopté tal cual me las daban, las moldeé para que fueran ellas las que se ajustaban a mi vida de cafés, paseíllos, magdalenas y demás. Una de las primeras cosas que hice fue buscar el documento que explica el proceso, crear un comité de evaluación, reescribirlo, simplificarlo y adaptarlo a mi manera de trabajo. Esos documentos fueron revisados, evaluados y aprobados por comités de expertos dentro de la compañía, con lo que mi manera de trabajar es la correcta. En ellos, se describen procesos simples y mayormente automatizados. Yo abuso del Outlook a destajo y tengo complejas reglas en el mismo que clasifican los correos y los ubican en un lugar o en otro. De esa manera, cuando alguien hace algo, su actividad queda registrada en una tarea que se inicia en la red interna de la compañía, la cual envía un correo que yo recibo y archivo. Esa tarea puede implicar a otra gente y cuando todo el proceso se ha acabado, yo recibo un nuevo correo informándome de la finalización de la tarea con éxito (o del fracaso de la misma). Basándonos en este resultado, yo doy el siguiente paso y también queda documentado y de gratis, además documento con registros del sistema la lista de personas que reciben la información y la hora a la que se les envía la misma. Prácticamente todas estas tareas se hacen automáticamente y son archivadas en el lugar adecuado de manera automática. Tengo carpetas dentro de mi correo con decenas de miles de mensajes que ni leo ni me preocupo por ellos pero que son prueba irrefutable de que el proceso funciona perfectamente y se puede buscar y localizar cualquier error. Mi sistema gira alrededor de mi correo y de sus reglas, pero cuando se hicieron las auditorías, esto fue aceptado como una manera válida de trabajo y dado que está bien explicado en documentos, no hubo problema. O sea, que mientras yo me dejo la lengua negra criticando a alguien en la primera planta, mi ordenador está currando que no veas y haciendo lo que en el pasado, un ser humano con menos luces que un agujero negro y que seguramente tenía sangre truscolana en su árbol genealógico, hacía destruyendo árboles y guardando papeles en cuatro sitios distintos. Mi manera es más elegante, más eficiente y auténtica, sucede tal cual está escrito, con lo que ni siquiera tengo la posibilidad de mentir y cuando lo explico, digo la verdad más pura y absoluta. El colega al que enseñé como en un único programa de correos están las versiones mejoradas del trabajo de una, dos, tres, cuatro y no sé cuántas personas que ya no vienen a calentar el ambiente en la oficina, alucinó en colores. Cada vez que me han otorgado, concedido o castigado con cosas que no estaban bajo mi paraguas, pierdo uno o varios días buscando la solución mas óptima, lo escribo, consigo que lo aprueben y lo ejecuto tal cual está escrito. Entre pasar un rato con los colegas en la máquina de café o convertirme en una máquina que repite las mismas tareas una y otra vez, tengo claro lo que me gusta más.
Soy de natural gandul y creo firmemente en currar lo menos posible, pero también se que se valora y se juzga la eficiencia. La mía está en niveles galácticos y cuando alguno se empeña en convertirme en cabeza de turco de sus dramas, le suele caer una manta de palos épica desde los pisos más altos de la pirámide que define la empresa. En los lugares en los que se tienen que saber, son conscientes que si echo el freno de mano, el tren descarrila.
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El equipo en su mochila en el Club de las 500
De los cuatro que me leen, dos siempre comentan que no entienden lo de la gente que mira fotos de equipos fotográficos. Es una actividad que sin ser tan popular como la pornografía, si que atrae visitantes y si por ejemplo pones una imagen de una preciosa plaza en Florencia con unas estatuas increíbles, no parece que haya gente buscando eso pero si pones una foto de tu cámara o de la mochila de tu cámara, como en este caso, la gente viene como moscas a la miel. Esta imagen la hice en abril del 2007 y creo que ya no tengo esa mochila. La foto apareció en la anotación Familia y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.