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  • Bright Star

    14 de noviembre de 2009

    La semana pasada uno de mis amigos quería hacer una sesión doble de cine en Amsterdam y me dejó elegir a mí la primera película, un error que no es probable que vuelva a repetir en el futuro. Como yo desde siempre me he creído un intelectual ya que se dice y se rumorea que una vez leí un libro y puesto que escribo con regularidad diaria anotaciones con más de seis mil caracteres, lo cual equivale a más de cuarenta mensajes de esos que los subhumanos ponen en la red social para mongolos que está tan de moda, por eso y porque me atrajo el cartel elegí la película Bright Star, un drama romántico dirigido por Jane Campion, la cual, si tenéis buena memoria es famosa por la película El piano. Mi amigo no estaba muy convencido pero se dejó llevar y antes de entrar ya me advirtió que me odiaría por lo menos tres cuartos de hora si la película era mala. En España esta historia no tiene ni título ni fecha de estreno y a menos que la nominen a algún Oscar importante para la próxima edición es más que probable que llegue directamente a televisión o a DVD.

    Una julay más caliente que los fogones del infierno se la quiere comer hasta los huevos a un pollaboba que se gana la vida a base de mariconadas

    Una aprendiz de modista tiene de vecinos a dos muertos de hambre que dicen ser poetas. Ella ni siquiera sabe apreciar el arte de los colegas y los considera bastante mediocres pero por cosas de la vida se acaba enamorando de uno de ellos, el famoso (ahora) John Keats. Es una relación poco menos que imposible ya que él es un muerto de hambre pero la cosa cambia cuando el hombre enferma y sus amigos para tratar de curarlo lo mandan a Italia a pasar el invierno y se tendrá que separar de ella.

    Historia de época, con dosis masivas de drama, basada en un hecho real y con un personaje conocido, la cosa tenía todos los ingredientes para ser un clásico y la directora consiguió lo imposible y la jodió completamente. En donde hubo una relación de amor brutalmente intensa y que devora a ambos contendientes tenemos una aburrida serie de encuentros entre dos jóvenes que no parecen tener chispa alguna entre ellos y que con sus silencios y sus miradas de simplones logran enervar al espectador. El principal problema comenzó cuando centran la historia en la chica y no en el poeta. Ella es sosa y simplona y en algunos momentos llegas a desear que la atropelle una carreta o la pille un orco en el bosque y la reviente a polvos a ver si le inyecta algo de ilusión y fantasía. Los amigos del poeta y la madre de la chica tampoco ayudan demasiado ya que el guión los mutila y convierte en personajes intelectualmente minusválidos que se mueven por la pantalla tratando de decir alguna frase interesante aunque no pueden porque el guión les privó de las mismas. Para redondear el desastre en la película hay una falta de música que resulta lacerante, duelen los oídos con tanto silencio.

    Hay momentos a destajo en los que por tu simplificado cerebro cruza un mensaje parpadeando que dice en letras grandes Y A MÍ QUE CO?O ME IMPORTA ESTO y en otros ni siquiera te das cuenta porque te echas pequeñas cabezadas de las que cuando despiertas descubres con horror que la historia sigue sin avanzar y no se ha producido un milagro que despierte al equipo que estaba haciendo la película. Nos sobraron momentos en los que nos cuchicheábamos al oído pero por Dios, cuando se la va a hincar y nos faltaron momentos que atraparan nuestro interés. Terminamos el drama riéndonos de lo aburrida que era y observando las caras de estupor de los que al parecer disfrutaron con una película que hace agua desde el comienzo y que termina tocada y hundida al final.

    A menos que quieras sufrir conscientemente de puro aburrimiento o que hayas planeado una venganza y te lleves contigo a la víctima para castigarla en el cine, yo que tú esperaría a que la den una tarde de sábado por la tele y me tapaba bien en el sofá porque la siesta que te darás será memorable.

    03/10

  • Sopa de wontón

    13 de noviembre de 2009

    Desde hace un tiempo quería cocinar algunos platos con wontón, esas láminas de masa muy finas que se comen rellenas con carne u otras cosas tanto en sopas como fritas o al vapor y que son típicas de la comida China. Una amiga lo suele cocinar en las rarísimas ocasiones en las que me invita a cenar a su casa y me pasó unas cuantas recetas. Decidí comenzar con la sopa de wontón y la verdad es que ha sido un éxito. Es muy simple de preparar y está deliciosa. El único problema puede ser el encontrar algunos de los ingredientes pero estoy seguro que hoy en día en cualquier villorrio hay un supermercado con productos chinos.

    Con las cantidades de la receta salen un montón de unidades de wontón y las que no uséis las podéis congelar y así otro día preparáis la sopa en un momento. He puesto dos fotos en esta anotación, la de la sopa ya terminada y una en la que se ve como doblé los wontón. También comentar que una vez hice la foto añadí más caldo en la sopa.

    Los ingredientes: 200 gramos de langostinos crudos, 3 setas chinas desecadas, 200 gramos de carne picada de cerdo, media cucharadita de sal, una cucharada sopera de salsa de soja, 1 cucharadita de aceite de sésamo, 5 cebollas de primavera, 1 cucharadita de gengibre fresco, 2 cucacharas de castañas de agua, 200 gramos de hojas de wontón (1 paquete) y 1 litro de caldo de pollo (o de carne).

    La implementación: Comenzáis pelando los langostinos (o gambas) y cortándolos en trocitos pequeños. Después ponéis en un bol las setas desecadas y se le añade agua muy caliente y se dejan durante veinte minutos. Mientras se corta también en trozos pequeños el gengibre y podéis hacer láminas con las castañas de agua. Cogéis dos de las cebollas de primavera y las cortáis en aritos. Cuando haya pasado el tiempo para las setas, se escurren, les quitáis el tronco y las cortáis.

    En un bol se mezclan los langostinos cortados con las setas, la carne picada, el gengibre, las castañas de agua, las cebollas de primavera y la sal, la salsa de soja y el aceite de sésamo. Ese será el relleno de los wontón.

    Para rellenarlos yo elegí hacerlos como pequeños sobres. No es una forma tradicional china pero molan un montón. Si no queréis complicaros la vida, en internet hay miles de sitios que explican otras formas de doblarlos. El proceso es el siguiente:

    1. Se pone una hoja de wontón en una superficie limpia
    2. Ponemos una cucharadita de relleno en el centro de la hoja
    3. Mojamos un poco una de las esquinas y doblamos la hoja a la mitad para formar un triángulo. Procurad que no quede aire en el interior apretando la hoja contra el relleno
    4. Se mojan las dos esquinas inferiores del triángulo y se llevan hasta el centro para darle la forma de sobre abierto

    Si lo hacéis bien, el resultado debería ser similar al de la siguiente imagen:

    Esta operación la tendréis que repetir un montón de veces. Yo hice unos cincuenta, que eran los que había en el paquete de masa de wontón. Los podéis ir poniendo en una bandeja espolvoreada con harina. Los que no vais a usar los podéis congelar sin más problemas y no hace falta descongelarlos para usarlos, únicamente aumentad la cocción un par de minutos.

    Para cocinarlos se pone al fuego un caldero con agua. Cuando esté hirviendo se echan los wontón rellenos y se dejan durante unos cinco minutos. Mientras se hacen podéis preparar el caldo de pollo usando pastillas (o calentarlo si ya lo teníais hecho). Aprovechad también para cortar en rodajas finas las tres cebollas de primavera que quedaban por usar. Cuando los wontón estén cocinados, sacadlos con una espumadera e id poniéndolos en los platos en los que se van a servir. Se le añade el caldo de pollo y un poco de cebollas de primavera en cada bol (o plato hondo) y está listo para servir.

    Parece complicado pero no lo es y está muy rico. Hay formas más sencillas y rápidas de doblar los wontón. Esta sopa está deliciosa

    Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa

  • Flor de Jacinto en el Club de las 500

    13 de noviembre de 2009
    Flor de Jacinto

    Flor de Jacinto, originally uploaded by sulaco_rm.

    En Distorsiones vemos regularmente fotos de setas y flores. Por suerte vivo en un país en el que en primavera y verano hay tantas flores que es imposible no quedarte prendado de ellas y hacerles fotos. Además tengo un jardín lleno de todo tipo de flores y esta Flor de Jacinto que vimos por primera vez hace dos años y medio fue tomada en mi casa. Hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.

  • Segundo día. No veas la suerte que hemos tenido

    12 de noviembre de 2009

    El relato comenzó en Los preparativos y el comienzo del viaje a Polonia

    Estuvimos más de hora y media recorriendo la zona sin ver águilas. Nos cruzamos con otras aves e incluso vimos algunas manadas en formación emigrando hacia el cálido sur de Europa o hacia África. En ese tiempo también revisábamos las fotos y nos enseñabamos unos a otros las que creíamos que estaban bien. Pese a ir los tres en el mismo barco, con diferentes equipos se consiguen fotos muy distintas y todos teníamos siempre algo especial. En mi caso, una de las más espectaculares era de un águila joven que tras pillar el pescado y comenzar a remontar el vuelo, giró la cabeza durante una fracción de segundo y miró directamente hacia la cámara. Yo fui el único de los tres que consiguió esa imagen y al menos en la pantalla de mi cámara se veía perfecta.

    Cruzamos hacia la isla en la que el día anterior habíamos visto varias águilas pero allí no había nada. Los tres pensábamos que nuestra suerte se había acabado y cuando sabíamos que nos quedaba nada más que media hora vimos de nuevo un águila. Se acercó más que ninguna otra e hicimos unas fotos geniales. No solo cogió el pescado, se lo comió y volvió a buscar más otras dos veces. Lo flipamos y tras ella llegaron otras que parecían no tener miedo y cogían el pescado sin más problemas. Nosotros estábamos de nuevo ocupados haciendo fotos y tras ver a otra águila coger el pescado y remontar el vuelo vemos que se acerca desde lejos una segunda águila y se ponen a volar en formación. Nosotros les hacíamos fotos y como la acción transcurre en unos segundos no te da tiempo de prestar atención a los detalles y te concentras en conseguir la mayor cantidad de imágenes. En eso que las águilas pasan por detrás del barco y de repente la segunda ataca a la primera en el aire y se quedan enganchadas por las garras. Las dos águilas comenzaron a hacer un trompo mientras caían desde cincuenta metros de altura o más. Yo gritaba de excitación. Lo mismo hacía el Moreno e incluso Miss cagarrutas. Hasta el pescador alucinaba y gritaba mientras las dos águilas giraban y caían hasta golpear el agua y desaparecer en la misma. Al poco se debieron destrabar y las vimos asomar sus cabezas y empezar a aletear hasta que consiguieron salir y remontar el vuelo. Nosotros poco menos que aullábamos y no nos lo podíamos creer. El pescador soltó el timón y se vino al lado del barco en el que estábamos a mirar las fotos que teníamos. Posiblemente este fue el momento más mágico de toda la semana y ya en ese instante lo sabíamos. Por desgracia el sol y la colocación del barco no eran las óptimas pero que nos quiten lo bailado, al menos lo pudimos ver y en mi caso tenía un montón de fotos que sin estar muy allá, documentan de una forma preciosa todo lo que sucedió en el aire.

    El chute de adrenalina fue histórico y aún estábamos asombrados y hablando todos a la vez cuando apareció un nuevo águila y tuvimos que volver al trabajo. Después aparecieron unas cuantas más y cerca del puerto vimos a dos de ellas jugando cerca del bosque. Entramos en el muelle sabedores de lo especial que había sido esa excursión e incluso nos planteamos el pedirle al pescador que repostara y pillara más pescado y volver a salir unas horas más, decisión que habría sido muy acertada. Le pagamos lo convenido y le dejamos aún más propina que el día anterior. Estrechamos manos y si no es por todo el traje plastificado que llevaba, allí mismo lo abrazamos.

    Volvimos a la pensión y al entrar en el comedor los otros nos dicen que no habían visto casi ningún águila y las que vieron no bajaron a pillar pescado y se quedaron en el aire. Cuando escucharon la cantidad de águilas que habíamos visto y la de cosas que habían sucedido las miradas de odio y envidia eran más que evidente. Por segundo día consecutivo la suerte había viajado en nuestra embarcación y pese a obligarnos a ir por el camino técnicamente malo, habíamos triunfado. Copiamos las imágenes a los discos duros que llevamos y un poco más tarde salimos todos juntos de excursión en coche. Fuimos a un bosque junto a una laguna enorme y vimos ciervos y otras aves. Cerca de la puesta de sol conseguimos unas fotos preciosas con los árboles y la luz suave de la tarde reflejados sobre la laguna e incluso vimos algunas águilas volando hacia el bosque para buscar un lugar seguro en el que dormir.

    Al volver a la pensión teníamos un rato que aprovechamos para seleccionar las mejores fotos. A la hora de cenar la polaca nos dio de primero sopa y de segundo tenía pescado. De las diez personas cinco le dijimos que no queríamos comer lo mismo que las gaviotas y las águilas y la mujer se llevó un disgusto aunque lo solucionó pronto a base de escalopes y tortillas francesas y por supuesto, dos tartas. Tras la cena montamos el proyector y un tío le pasó su selección al organizador del evento. Tenía un montón de gaviotas cogiendo pescados pero ningún águila. Tras él me tocó el turno a mí y le dije que aunque técnicamente teníamos que elegir las veinte mejores, me había quedado con ochenta porque me resultaba imposible elegir. Yo aún no había visto mis fotos en una pantalla grande, solo en la cámara así que no podía estar muy seguro pero cuando la primera apareció en el proyector supe que lo había conseguido. Una imagen perfecta, nítida y alucinante, con unos colores preciosos. Después vino otra y así sucesivamente. Tenía series completas perfectas. La chica que iba en nuestro barco también había estado en Polonia el año anterior y volvió porque no consiguió hacer ninguna foto decente con las águilas capturando el pescado. Yo en mi segundo día tenía un montón de águilas cogiendo el pescado. Desde delante, por detrás, de lado, mirándome, con las alas extendidas, volando en posiciones imposibles, las tenía todas. Definitivamente fue mi día de suerte. La selección con las águilas enganchadas en el aire no está muy nítida pero la secuencia es preciosa e hice muchas más fotos que los otros dos. Al final vieron mis ochenta fotos y cuando terminaron se quedó todo el mundo en silencio.

    El Moreno se ofreció para ser el siguiente y puso su disco duro con todas sus fotos. Si las mías eran buenas las de él eran aún mejores. Su cámara es más rápida y puede hacer hasta diez fotos por segundo. ?l también tenía series completas con todas las imágenes enfocadas. Estuvimos más de una hora viendo sus imágenes. No había mucho espacio para la crítica, constructiva o destructiva porque las fotos hablaban por sí mismas. Cuando terminamos de ver las suyas los que quedaban por mostrar imágenes no quisieron enseñarlas. Decían que no valía la pena, que después de la exhibición que hicimos nosotros ya estaba todo dicho.

    La mayor parte se fue a dormir y nosotros nos quedamos bebiendo unas cervezas y aprovechando para comprobar si hacía falta calibrar mi objetivo con mi cámara. Algunos de los que estaban allí trajeron sus cámaras para calibrarlas ya que el Moreno es un experto en el tema y sabe como hacerlo. No nos dimos cuenta que la polaca estaba haciendo algo en el salón hasta que fue demasiado tarde. Se acercó sonriendo y nos dijo que había llenado la chimenea de madera para que nuestra habitación estuviera caliente. Casi la mato allí mismo. Al irnos a acostar la habitación no estaba caliente, era una sauna. Tuvimos que dormir con las cuatro ventanas abiertas pese a que afuera la temperatura era de unos pocos grados. Pese a este pequeño contratiempo, el segundo día resultó aún más increíble que el primero y estaba claro que ese día nuestros ángeles de la Guarda se habían ganado el sueldo.

    Así terminó la segunda jornada fotografiando águilas.

    El relato continúa en Tercer día. No hubo mucha suerte

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