Distorsiones

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  • Mi primera vez por Alemania

    12 de marzo de 2009

    Mi primer viaje a Gran Canaria usando un aeropuerto de Alemania comenzó el día anterior con los preparativos. Tengo una rutina muy estudiada y que salvo por pequeños descuidos se encarga de todo. Imprimo mi lista de puntos a recordar y voy marcando las casillas correspondientes según completo cada tarea. Paradójicamente, la que más tiempo consume es la de preparar el contenido que irá apareciendo durante mi ausencia en la bitácora en el hipotético caso de no tener una conexión a Internet en el destino. Mientras apilaba ropa, envolvía regalos y rastreaba diversos rincones de mi casa mi amigo el Rubio intercambiaba correos en los que fijábamos eventos para las próximas semanas y mis vecinos se ofrecían a podar mi Catalpa, tarea que se hace normalmente en el mes de marzo. Las vacaciones del jardín ya han terminado y nada más volver de vacaciones comenzaré a trabajar en el mismo un par de horas cada semana. Tengo pendiente también el apalabrar con un señor de mi barrio el rediseño del jardín de la parte delantera de mi casa o más bien su desaparición, ya que voy a poner baldosas y así los mierdosos gatos que gustan de jiñar allí tendrán que buscarse otro lugar. Raramente uso la puerta delantera para acceder a mi casa y pueden pasar meses sin que pase por allí y cuando lo hago me llevo un disgusto con todos esos tropezones. En la parte de atrás, he inundado de pozos de café el lugar al que suelen ir los gatos y junto con mi vecino hemos diseñado una estrategia drástica y probablemente dolorosa con cualquier animal que entre en nuestros terrenos.

    Volviendo al tema principal, todo quedó listo y cuando me desperté a las seis de la mañana solo tenía que ducharme, vestirme y salir de mi casa. En la parada de guagua me sorprendió como siempre la cantidad de gente que espera el autobús tan pronto. Solo eran las 6.45 y la guagua se llenó sin problemas en su camino a la estación. Llegué con tiempo suficiente para mi tren. Me senté a esperar mientras miraba fascinado el enorme panel que indica los trenes que salen de la estación de Utrecht Centraal. Las llegadas y salidas son constantes y mareas de gente suben y bajan hacia los andenes con prisa y casi sin pausa. Algunos se toman un café mientras leen uno o varios de los periódicos gratuitos y otros parecen pelotas de goma que van rebotando por las cuatro esquinas de la estación.

    Al salir desde Düsseldorf tenía que comprar un billete de tren para ir hasta el aeropuerto de esa ciudad y después de mirar en la página de la compañía holandesa de trenes decidí pasarme por la estación y preguntar. Allí me consiguieron un precio aún mejor yendo en primera clase en un tren de alta velocidad. Deberían hacer trenes de velocidad altísima y así podríamos prescindir definitivamente de los aviones para los viajes dentro de Europa. Es un medio cómodo y rápido y que además no tiene ninguno de los inconvenientes de la aviación, no hay molestos controles de seguridad ni estúpidas esperas, al menos en este lado del mundo en el que funcionan como relojes de precisión.

    En Duisburg cambié a un tren local que me dejó en el aeropuerto en donde me esperaba el agradable personal de TUIfly, la compañía ganadora del contrato para prestarme el servicio. La primera vez que estuve en el aeropuerto de Düsseldorf fue en 1998. Yo aún vivía en Gran Canaria y desde un año y pico antes intercambiaba correos con unos cuantos alemanes y americanos. Entre mis preparativos para abandonar el país tenía una prioridad muy alta el asegurarme un buen nivel de inglés hablado y escrito y la única forma de conseguirlo es practicando. De los americanos perdí la pista bien pronto pero de los alemanes, de cuatro amigos que hice mantengo aún hoy en día dos de ellos. Con uno, Dirk, la química de la amistad funcionó desde el primer instante y sin haberlo visto nunca y sin saber el uno del otro nada más que lo que nos decíamos por correo me compré un billete de abvión con LTU por cuatro perras y me planté en Düsseldorf para conocer a mi amigo y pegarme un fin de semana largo de juerga en Münster. Recuerdo la mirada de pánico de mi madre cuando informé de mis planes en mi casa y las serias dudas que todo el mundo tenía. Al parecer lo que debería haber sucedido es llegar allí y no encontrar a nadie pero eso no sucedió. Dirk y su novia estaban esperándome y en una tienda de campaña nos dimos un abrazo y sellamos la amistad. Yo no sabía en ese momento (o al menos no era consciente de ello) que el aeropuerto de Düsseldorf había sufrido un gran incendio que lo destruyó casi por completo y mientras lo reconstruían las terminales eran enormes jaimas, tiendas de campaña en las que recogías las maletas, la gente te esperaba o facturabas para marcharte. Fue todo un shock ya que imaginaba el corazón de Europa más espectacular y aquello me recordó a la caótica tierra en la que nací. Unos meses más tarde volví a viajar para la fiesta del compromiso y en esa ocasión fui por el aeropuerto de Münster-Osnabruck.

    En esta segunda visita a dicho recinto aeropuerto me lo he encontrado totalmente cambiado. Ahora resembla más lo que uno espera de esta parte del continente, lleno de actividad, tiendas que tratan de engatusar a los viajeros y con la legendaria eficiencia alemana. Al pasar el control de seguridad mi portátil me delató. Los alemanes tienen una paranoia muy especial con estos trastos. Una de las encargadas me pidió que la acompañara para revisarlo y en un rincón se puso a pasarle una especie de pañuelitos sobre la superficie de la funda de neopreno. Le pregunté si pretendía limpiarlo y me miró sonriendo y me explicó que estaba buscando explosivos. Se llevó sus pañuelitos a algún lado y al rato volvió para informarme que podía continuar mi camino. Un misterio que jamás se resolverá ??

    A la hora indicada comenzó el embarque y como nuestro avión no estaba conectado a una pasarela tuvimos que ir en autobús y correr por la pista mientras diluviaba buscando las puertas del aparato. Una vez dentro, me apalanqué en mi rincón y me volví autista, más o menos como siempre. A mi lado se sentaron una pareja de ancianos alemanes con los que no intercambié palabra alguna durante el vuelo, siguiendo mi tradición de no hablar con extraños y menos en un avión. La tripulación estaba formada por cuatro chochas del martes, unas tías de esas como las que ponen en las revistas de guarrerías sexuales y que cuando se movían parecían ángeles del cielo caminando entre nosotros los mortales. Cuando vino a comprobar que tenía el cinturón de seguridad abrochado estuve por dejar salir al piripiri y permitirle rendirle los honores que la chocha se merecía pero como la anciana me lanzaba miradas libidinosas y se relamía las encías sin dientes, decidí no hacerlo que uno nunca sabe si aquella se me va a agarrar del manubrio y joderme la fiesta.

    Una vez en el aire sucedió el milagro más maravilloso de todos los que he presenciado a lo largo de mi vida. Por ciento cuarenta y cinco euros yo aspiraba a un vuelo y poco más así que cuando una de esas diosas me preguntó si prefería pollo o pasta y me puso una bandeja con un almuerzo COMO LOS DE ANTES casi me desmayo de la impresión. ¡GRATIS! comida y bebida en un vuelo que cuesta la mitad de lo que pagas en otras aerolíneas de bajo costo o de las tradicionales, en un avión poco menos que de paquete, con los odiosos asientos de Recaro que tanto parecen gustar a la plebe y servido por una tía que podría estar en cualquier almanaque de pellejas desnudas. Creo que a partir de ahora y por siempre viajaré con TUIfly y rezaré para que el gran Dios de los cristianos les permita mantener la calidad de servicio y de precios que tienen.

    En cuatro horas nos pusimos en Gran Canaria, no sin recibir antes un nuevo refrigerio gratuito. Tras aterrizar el pasaje rompió en aplausos y vítores. Salí prácticamente el último por estar en la parte trasera del avión, truquillo que me permite evitar la espera por el equipaje ya que para cuando llego a la cinta está saliendo y así no me aburro demasiado.

    Mis padres ya me esperaban y así, relajado y con buen rollito, llegué a Gran Canaria viajando por Alemania.

  • Contrastes

    12 de marzo de 2009
    Contrastes

    Contrastes, originally uploaded by sulaco_rm.

    Las dunas son un mundo de contrastes. Te acercas un poco a una y te topas con un lugar luminoso separado por unos centímetros de otro mundo frío y gris. Son las dos caras de la misma duna.

  • El iPhone sigue siendo el mejor

    11 de marzo de 2009
    iPhone blanco con molino de viento al fondo

    iPhone blanco con molino de viento al fondo, originally uploaded by sulaco_rm.

    Han pasado casi ocho meses desde que cogí en mis manos por primera vez mi Jesus iPhone y la experiencia sigue siendo increíble. Juntos hemos descubierto que tenemos un montón de cosas en común, que llevar un teléfono al bolsillo vale para algo más que hacer llamadas y he logrado la convergencia entre la multitud de dispositivos que arrastraba hace menos de un año. Continuamente leemos anotaciones de gente que lo critica y casi siempre me da la impresión que lo hacen sin siquiera haberlo usado. Uno de los puntos que siempre señalan es que su sistema operativo es CERRADO y te casas con Apple al comprarlo. Debo ser tonto del culo porque jamás he logrado poner nada en mi Sony Ericsson k800i, o en mi antiguo Samsung o incluso en el supuestamente más abierto HTC Wizard (también conocido como MDA Vario). Todos ellos eran cacharros creados por una compañía y en los que no dejaban ningún resquicio para nada. ¿Quiero que apple me de la libertad de instalar otros sistemas operativos en mi iPhone? ¡Joder, NO! Quiero que siga funcionando tal cual lo ha estado haciendo y no deseo tener un trasto que peta cada momento y que para cuando quiero hacer algo, me veo abocado a resetearlo.

    Otra de esas grandes carencias es la falta de teclado. Envío alrededor de diez SMS diarios y jamás he tenido problema alguno con el teclado en la pantalla. Escribo rapidísimo y con la ayuda del corrector incorporado, lanzo mensaje tras mensaje en holandés, inglés y español sin que añore el tener el teclado del HTC Wizard, una coña deslizante que me obligaba a poner el teléfono en modo apaisado y que ni siquiera me daba más velocidad a la hora de escribir.

    Recargo mi teléfono cada dos días, usándolo a diario para navegar un montón por internet, hacer fotos, para enviar y recibir correos y mensajes, jugar, escuchar audiolibros, podcasts y música, sincronizarlo con mis calendarios, contactos, actualizar mi lista de tareas (que almaceno en toodledo.com), mirar la previsión del tiempo o el mapa de nubes holandés (y evitar así los chaparrones cuando voy a usar la bicicleta) y pese a tenerlo en mis manos gran parte del día, la batería está a la par de la del Sony Ericsson k800i y este no lo usaba para nada más que llamar, enviar mensajes y navegar por internet.

    Alguien me comentó un día lo mierdosa que es la cámara así que le enseñé alguna de las fotos que había hecho con la misma y se quedó callado. Tiene más calidad que la cybershot de 3 megas de mi anterior teléfono, el cual, pese a chulear de la buena cámara que lleva incorporada, consigue joder un setenta por ciento de los momentos fotográficos que quiero inmortalizar. Ese mismo teléfono me ponía de los nervios al navegar por Internet, la experiencia era siempre muy negativa, con una pantalla minúscula y con frecuentes errores a la hora de interpretar el código de las páginas. Aún peor era el no poder visitar mi propia bitácora porque se negaba a cargarla pese a funcionar sobre wordpress. Terminé poniendo todo tipo de plugins especiales para que al detectar aquel trasto, cargara una versión reducida y mierdosa con el contenido básico. Y mira que probé otros navegadores. Instalé uno de Opera que tuve que dejar de usar después de unos días porque no era gratis y me negaba a pagar por algo que no me dejaba satisfecho. Después instalé uno de código abierto, en versión muy primigenia y fue más de lo mismo, básicamente una mierda y así, me veía abocado a usar el RSS como forma de navegación. Ahora veo las páginas tal cual las hacen sus autores, cargan muy rápido y tengo la experiencia completa de la web y no echo en falta el famoso contenido flash porque ni en el firefox que tengo en el trabajo o en mi casa veo ese contenido ya que ahí también lo bloqueo.

    Finalmente, un colega me dijo que no podía copiar y pegar. Sonaba como si se fuera a caer la luna del mismo cielo y llegaría el fin del mundo. Después me paré a pensar y jamás he copiado y pegado en ninguno de mis teléfonos anteriores, es una función que no me sirve de nada, de la misma forma que no necesito mensajes MMS porque en toda mi vida solo he recibido uno, en la época de mi teléfono Samsung que supuestamente los podía manejar y sin embargo el teléfono no fue capaz de abrir aquello y nunca llegué a saber cuál era el contenido de dicho MMS.

    Así que en estos ocho meses, mi iPhone ha viajado conmigo por medio mundo, hemos patinado sobre un canal en Kinderdijk junto a los molinos de viento (el lugar en el que le hice la foto), ha estado en las playas de Gran Canaria, subiendo a la torre Eiffel, de caminata por montañas, corriendo detrás de ciervos en el bosque y en todos esos lugares siempre se ha portado como un compañero leal y una herramienta muy útil que me ayuda siempre que lo necesito. Sin lugar a dudas, el mejor teléfono que he tenido en toda mi vida.

  • Buscando la belleza

    11 de marzo de 2009
    Buscando la belleza

    Buscando la belleza, originally uploaded by sulaco_rm.

    El sol ya ha alzado el vuelo y un observador solitario lo trata de capturar, rodeado de colores primarios y grandes sombras que se extienden por la arena. El día que hice estas fotos fui con uno+cero y aquí lo podéis ver en plena faena.

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