¡Feliz Año 2009!
Beste wensen
Esta noche una muchedumbre se arremolinará en Times Square para celebrar el final de este 2008 y dar la bienvenida al año 2009. No se puede decir que uno ha visto la ciudad de Nueva York si no ha pasado varias veces por Times Square, tanto de noche como de día. Ahí está el centro del universo.
Si quieres ver otras fotos del viaje a Nueva York las puedes encontrar en el álbum de fotos de Nueva York y si quieres leer el relato de dicho viaje, comienza en Desde Washington a Nueva York
La oscuridad era absoluta. Era un cuarto sin ventanas. Al principio sintió pánico. Miraba a su alrededor pero sus ojos no veían nada. Todo era negro. Sobre sus muslos descansaba el periódico que estaba leyendo cuando las luces se apagaron. Respiró hondo y decidió esperar un par de minutos. No sucedió nada. Lamentó haber dejado su teléfono en su despacho. El teléfono emite una potente luz y lo podría haber usado para salir.
Eran las cuatro de la tarde y alguien tendría que entrar allí tarde o temprano. Comenzó a ponerse nervioso. No tenía muchas alternativas. Esperaba, terminaba y salía a oscuras o salía sin terminar e intentaba interceptar los sensores que activan las luces. Eligió esta última solución.
Dejó el periódico en el suelo y palpó la puerta hasta que dio con el fechillo. Lo corrió y empujó la puerta algo tenso. No quería que si en ese momento entraba alguien lo pillara de esa guisa. Nada. Tanteó el espacio negro que tenía frente a él y salió medio en cuclillas fuera del cubículo procurando no chocar contra nada. Se puso a agitar las manos haciendo molinos pero los sensores estaban muy cerca de la puerta, unos cuántos metros más allá y no se atrevía a ir tan lejos.
Lamentó profundamente haberse llevado el periódico. Siempre cagaba en un par de minutos pero hoy estaba aburrido y decidió leer algo. Había entrado en el baño hacía más de veinte minutos, se encerró en uno de los tres cubículos, el más alejado de la puerta y se puso a obrar mientras leía la prensa. Una vez acabó siguió leyendo sin darse cuenta del paso del tiempo. Así le había pillado el apagón, con los pantalones bajos y sin haber acabado la faena.
Imaginó lo que pensaría cualquiera que en ese momento abriera la puerta y lo pillara allí, medio doblado, con los pantalones bajos, las joyas al aire y agitándose como si estuviera espantando mosquitos a su alrededor. Seguro que hablaban de él hasta el fin de los tiempos.
Tenía miedo de equivocarse en la dirección y acabar metiendo la mano en uno de los meaderos y allí no se veía nada. Decidió volver dentro del retrete. Intentó limpiarse a oscuras pero se le antojaba extraño y tenía la sensación de ir a poner la mano en donde no debía. Desistió y decidió seguir esperando.
Un cuarto de hora más tarde estaba a punto de llorar. Renunció a sus escrúpulos y se limpió lo mejor que pudo. Se subió los pantalones y salió siguiendo con su mano las puertas de los retretes. Logró encontrar los lavamanos y desde allí se acercó a la puerta. Las luces se encendieron al instante. Se miró en el espejo y vio que tenía que ajustarse el pantalón. Primero se lavó las manos frenéticamente. Estaba sudoroso y en su cara había un rictus de disgusto.
Salió del baño y se juró a sí mismo no volver nunca más a leer la prensa y a llevar siempre con él su teléfono inalámbrico. Al volver al despacho nos encontramos. El Niño me miró aún alterado y cerrando la puerta me dijo: ?? No te creerás lo que me acaba de pasar ??
¿Quién dice que no se puede ir a la playa en Nueva York? Te subes al metro y bajas todo Brooklyn hasta Brighton Beach o Connie Island y te encuentras con una enorme playa, un sitio genial para pasar la tarde en verano y lleno de baretos y restaurantes que ofrecen comida de todos los lugares del mundo. Bienvenido a la Pequeña Odesa.
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