Un grupo de ciervos macho se encuentra con otro de hembras en los campos de hierba que hay cerca de los lindes del parque de Oostvaardersplassen. Fue en agosto del año pasado y aún no había comenzado la temporada de apareamiento así que no habían peleas ni gritos de ningún tipo. Cuando nos vieron se quedaron todos quietos, expectantes. Una vez nos marchamos continuaron con sus rituales.
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Compras aquí y allá
Mientras literalmente corría por todo el complejo de oficinas de mi empresa esta mañana aproveché dos instantes en los que paré por mi despacho para comprar por Internet memoria y un disco duro para ampliar mi Mac mini. Las transacciones las pagué con iDeal, el sistema de pago holandés tan fantástico que hace que tú compres algo y diez minutos más tarde te comuniquen desde la tienda que te lo están mandando por correo y que lo tendrás en tu puerta a la mañana siguiente y todo ello sin tener que entregar datos de ningún tipo a la tienda porque todo se arregla entre los bancos. Estamos llegando a un punto en el que ir de compras significa sentarte detrás del ordenador y seleccionar lo que quieres, pagarlo y esperar a que llegue a tu casa. Algunas de las cadenas de ropa han montado unas tiendas virtuales fantásticas en las que puedes ver todo el material, elegir y pagar sin que el horroroso proceso que es ir a una tienda en un día en el que está llena te desanime.
Me olvidé completamente de lo que había comprado y seguí con mi loca carrera, la cual terminó exactamente a las cinco de la tarde. Un minuto antes cambié el estado de un artículo en la red corporativa de la compañía anunciando la mayor revolución de la empresa desde su fundación. A veces me da algo de vértigo pensar que los chiquillos que tanto nos ha costado parir han sido en gran parte obra de nuestro equipo. Hoy era el día del empujón final y he hecho prácticamente de todo. Lo más curioso fue llevar a las cuatro y media a un ejecutivo a la estación de tren usando el coche de uno de los vicepresidentes. Cuando me preguntó si sabía conducir yo lo miré y no respondí durante unos segundos que dediqué a tratar de buscar en donde estaba la trampa. Como no la encontré, le dije que sí y él me dio las llaves de su cochazo y me pidió que le hiciera el favor. Llevé al otro en cinco minutos y a la vuelta di un pequeño rodeo para apurar un poco el coche y ver de lo que era capaz. Estas cosas son las que te pillan sin preparar porque si lo sé voy con las gafas de sol y el CD de Eminem para hacer el chou por la carretera.
Cuando estaba por marcharme me topé con el Jefe Supremo y el hombre me dio la mano y me agradeció el trabajo, lo que habíamos hecho hoy. ?l sabe lo que nos ha costado y las murallas que hemos tenido que tumbar para llegar aquí. Espero que ahora haga su parte y destruya a aquellos que minaron nuestro camino, que los hubo y están debidamente señalizados.
Al salir de la oficina me acerqué a una tienda informática real para comprar una carcasa de disco duro extraible. La tenían anunciada muy barata así que me acerqué. Aún no he terminado de decidir si los tres empleados eran retardados o se lo hacían. Les tomó diez minutos encontrar el artículo y ni siquiera era lo que yo quería. Me ofrecieron otro al doble de precio. Le expliqué que aquello era un robo y me dijo que ese otro era mejor. Le pedí que me explicara por qué si en las especificaciones de ambos venían con la misma velocidad, misma interfaz y ni una sola de las características era distinta. Tardaron un par de minutos en llegar a la conclusión que era mejor porque era más caro y visto tal argumento, los dejé y me marché.
Al llegar a Utrecht fui hacia un barrio llamado Witte Vrouwen porque por allí hay otra tienda que también tenía lo que yo quería. Cuando llegué al lugar la tienda había desaparecido y en su lugar se encontraba una oficina de una empresa de trabajo temporal. Saqué el iPhone y abrí la aplicación de mapa. Busqué la tienda y en un instante tenía un alfiler azul señalando el lugar en el que yo me encontraba y otro rojo con la ubicación de la tienda, la cual no estaba muy lejos. Volví a la bicicleta, llegué a la tienda, compré el trasto y desde allí continué hacia mi casa pedaleando a la vera del Oudegracht, el canal principal de la ciudad de Utrecht y una auténtica maravilla. No deja de sorprenderme lo útil que puede ser la tecnología que uno lleva en su bolsillo.
Este fin de semana será un poco más largo de lo habitual ya que el lunes trabajo desde casa, con lo que será como si no fuera a trabajar ya que no es lo mismo y la semana que viene será mucho más corta puesto que el viernes tengo el día libre.
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Escondido en la hierba
La primera vez que encuentras un ciervo camuflado en la hierba sientes una corriente que recorre todo tu cuerpo. Sus ojos se cruzan con los tuyos y agacha la cabeza dejando solo la cornamenta a la vista, la cual se camufla perfectamente en el entorno. Los ciervos machos cargan todo ese peso en su cabeza solo con un propósito, el mismo que provoca tantas calenturas a los humanos y que les hace maquinar todo tipo de estrategias maquiavélicas para poder mojarla. En su caso es más simple, luchar, gritar y si hay suerte, meterla en caliente.
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El gatillazo
Esta semana está siendo muy intensa en mi trabajo. Siempre al llegar a la recta final de los proyectos las cosas se complican y la gente descubre por qué me pagan un sueldo escandaloso y lo eficiente que puedo ser en mi trabajo. Todo dentro del horario habitual y con una productividad disparada hasta niveles increíbles. Se nota también la actividad en el incesante mercadeo de Magdalenas que pasa por mi despacho. Debo ser un bicho raro pero soy de los que piensan que cuando alguien te hace un favor, por minúsculo que sea, merece recibir algún tipo de reconocimiento y una magdalena casera es algo que todos aprecian. Pese a que casi no he tenido tiempo para sentarme tras mi ordenador en la oficina y que he debido batir un récord mundial en la cantidad de reuniones a las que se puede asistir durante cuatro días, siempre he reservado la hora del almuerzo para ir a caminar a los bosques que hay en los alrededores de Hilversum.
Ayer, mi amigo el Moreno, al que no he visto demasiado durante la semana me mandó un correo con el siguiente mensaje: Bring your camera tomorrow, Señor. En septiembre comienza la temporada de setas y pese a que ambos debemos tener miles de fotos no nos cansamos de retratarlas y buscarlas allá en donde se esconden. Anoche preparé todo el equipo necesario en mi mochila Lowepro Primus AW y esta mañana salí de mi casa con un montón de peso extra a mi espalda. Elegí esta mochila porque es perfecta para pequeñas escapadas ya que puedes llevar también ropa y otras cosas y absolutamente todo está protegido contra ladrones que puedan moverse a tu espalda. Tiene una cremallera lateral que te permite sacar la cámara ya con el objetivo montado sin tener que quitarte la mochila y eso es impagable como pude comprobar en Nueva York. Los doscientos euros que me costó están más que amortizados solo con los diez días en Nueva York y las salidas que he hecho con ella durante el verano. Tiene un soporte especial para el trípode que facilita mucho su transporte, sobre todo cuando te mueves en bicicleta. En su interior llevaba la cámara, el objetivo de 90mm macro, los anillos para extensión, baterías de repuesto, memorias, el objetivo ojo de pez y un par de cosillas más específicas para la fotografía de las setas, como son una bolsa de basura grande para poder ponerla en el suelo y tirarme sobre ella si es necesario, una linterna, un pincel y una bolsa llena de arroz para apoyar la cámara en sitios extraños.
En el tren la gente me miraba con asombro por todo lo que llevaba encima y al entrar en el complejo de oficinas tuve que aguantar el chaparrón de chascarrillos porque parezco un vendedor ambulante. La mañana transcurrió con el frenesí que esperábamos y a las doce salimos hacia un bosque al noreste de Hilversum, en una zona llamada de Heide que puede arrancarte las lágrimas con algunos de los paisajes más increíbles que puedas haber imaginado y en donde hay dunas de arena que se mezclan con los bosques y grandes claros en los que algún árbol perdido parece esperar que el resto de su familia venga a visitarlo. En ese entorno, en un punto determinado que solo conocen un puñado de personas, hay un lugar en el que las Amanita Muscaria gustan de crecer. Llegamos al lugar después de una caminata y comenzamos a buscarlas pero aún no hay ninguna. ha sido un gatillazo de los gordos, un montón de esfuerzo para no conseguir ni una sola foto. En otro de esos lugares que conocemos por todos los años que llevamos haciendo fotos encontramos unas cuantas pero estaban en la hierba y definitivamente no había forma de componer una imagen con algo de encanto así que desistimos.
Hoy volví a casa con todo el equipo a mis espaldas sabiendo que a partir de ahora, posiblemente lo volveremos a intentar todas las semanas y seguro que en las próximas tendremos más suerte. En estos días también nos topamos con ciervos que corretean por los bosques y que se asustan al vernos. Es el comienzo del otoño, la estación de los colores más intensos ??