Al subir las escalinatas de la Plaza de España nos topamos con esta vista de la ciudad de Roma en la que la cúpula del Vaticano se ve a lo lejos.
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Capas
Si yo fuera uno de esos intelectuales que se caldean las neuronas tratando de resolver los grandes enigmas del mundo, seguro que ya me habrían invitado a algún programa de televisión para llenar una hora vestido con un traje de pana horroroso, unos zapatos negros que manchan de todo el betún que llevan encima y me mesaría la barba mientras escuchaba atentamente a los contertulios y me preparaba para interrumpirlos a mitad de su disertación porque eso jode mucho y queda bien en la tele. Por suerte soy más básico que la televisión sin codificar y hace años que renuncié a encontrar la solución de los grandes problemas. Vivo feliz en mi voluntario exilio holandés, tengo un buen trabajo, el dinero entra en mi cuenta corriente a espuertas, siempre ando planeando las siguientes vacaciones, viajo mucho y en general la fortuna parece que me viene de cara. Así y todo, cuando me siento en el Trono que tengo en mi casa por las mañanas y extiendo la mano hacia el lateral, siempre me acuerdo de algunos y me los imagino allí, en ese trocito de papel, dispuestos a comerse la mierda que me limpio con gran cuidado, ya que el orificio de salida de la parte posterior del chasis ha de ser tratado con todo el respeto y la devoción que se merece, que si hay algo que nos ha de durar toda la vida en buen estado es el culete.
Esto nos lleva a lo importante que resulta en nuestras vidas ese pequeño trozo de papel que necesitamos a diario y sin el que nuestras vidas serían mucho más hediondas. Yo he terminado por catalogar a la gente en base al que usan y por practicar una discriminación activa en base al papel que hay en el baño. Da igual a quien visites, en el baño siempre hay papel higiénico y te puede decir mucho de la gente de la casa. Yo a la gente que compra esos rollos de una capa como los que ponen en las oficinas y que parecen papel de lija, a esos los borro sobre la marcha de la lista de amistades. Una persona que respeta tan poco su trasero no puede ser buena. Así de claro. Sólo los miserables que se encargan de la logística del material de las empresas compran esa cosa que raspa y que te obliga a apilarlos hasta tener varias capas ya que si no corres el riesgo de rotura y sería tu mano la que se vería muy afectada. Este es también el papel que te obligan a usar en trenes o aviones y que tras usarlo has de ponerte una cremita hidratante después de usarlopara que se te recupere la zona afectada.
La gran mayoría opta por la seguridad que dan las dos capas, aunque aquí también se pueden encontrar diferencias ya que algunos papeles parece que los hacen con papiros egipcios. En este grupo hay ocasiones en las que uno tiene que agrupar al menos dos trozos para lograr que la maniobra de limpiado transcurra sin problemas. Otros papeles de los de dos capas se rompen fácilmente y claro, cuando tu mano anda por esos territorios no quieres que pasen esas cosas. En los supermercados se venden bolsas con rollos de doble capa que parecen fardos por el tamaño de la bolsa y la cantidad de rollos que llevan. Recuerdo el baño de un colega que compró una de esas bolsas con veintipico rollos y después no le quedó más remedio que distribuirlos por el micro-baño de su micro-piso. Daba un poco de cosa entrar allí y ver el despliegue excesivo de papel higiénico que había y que cubría incluso el montón de revistas porno que tenía para esos momentos intelectuales en los que se relaja.
Mi favorito de toda la vida es el papel de triple capa. Ya sé que se gasta más rápidamente y que según algunos no es más suave, pero la seguridad que te da no tiene precio. Las tres capas son suficientes para acariciar con dulzura ese lugar tan recóndito y que tan poco sacamos a la luz. En estos papeles las compañías que los fabrican despliegan todo su arte y crean auténticas maravillas, no se limitan al triste y soso rollo de papel sin más. Hay figuras hechas en relieve y son bastante fuertes con lo que el riesgo de rotura es mucho menor. Cuando entras en el baño de alguien y ves ese papelito de tres capas allí bien colocado, te entran enseguida ganas de jiñar para poder usarlo. Es como un reclamo que despierta mecanismos misteriosos en nuestro cuerpo que acaban en la expulsión de aquellas materias que no hemos podido o querido procesar.
En raras ocasiones he visto el de cuatro capas, ya que todas las ventajas del de tres capas se vuelven inconvenientes en éste, con un grosor excesivo que lo hace más práctico para usarlo como bayeta que absorbe lo que le eches. Supongo que tendrá sus seguidores o ya lo habrían quitado de los supermercados pero no termina de convencerme. Cuando me emancipé y comencé a vivir solo hice algunas pruebas con los de tres y cuatro capas hasta encontrar aquel que se identifica plenamente con mi trasero y le sirve con devoción. En esas pruebas, todos los de cuatro capas, aunque elegantes en la forma, suspendían en el uso diario.
Solo queda por nombrar el mítico papel higiénico de cinco capas que algunas personas afirman haber visto. Hay muchas leyendas sobre lo increíble que resulta restaurar tu trasero a su condición original usando ese paño de papel grueso que te iza hasta niveles nunca soñados pero yo aún no he logrado ver uno de estos y mira que he estado en países.
Y ahora viene la madre de todas las cuestiones: ¿Y tú, cuál usas?
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Escalinatas en la plaza de España
Otro de los lugares famosos de Roma es la Plaza de España, lugar en donde está la embajada española ante la Santa Sede y allí nos encontramos con las escalinatas que nos llevan hasta la iglesia de Trinità dei Monti. Esas escalinatas tienen cerca de tres siglos de antigüedad y siempre están llenas de turistas que descansan y disfrutan con la algarabía del lugar. Hay una parada de metro al lado con lo que resulta muy fácil llegar con transporte público y en esa zona están las tiendas más pijas de la ciudad.
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Mi pequeño Keukenhof
A finales de octubre planté unos ciento cincuenta bulbos de tulipanes en mi jardín para tener mi propio Keukenhof en casa. Me sirve también para saber cuando ha llegado la hora de visitar el parque puesto que mis tulipanes no engañan, si ellos están abiertos, sus hermanos también. Este fin de semana gracias al buen tiempo ha habido una gran actividad en mi jardín y los resultados están a la vista.
Ha llegado la hora de ir al Keukenhof en este 2008 y seguir incrementando mi colección de miles de fotos de tulipanes con unos cientos más. Nunca se tienen bastantes. Los tulipanes son las flores más hermosas, crecen en el frío invierno y despliegan sus vivos colores y hacen alarde de su hermosura en el mismo momento en el que la temperatura comienza a subir. Son los heraldos de la primavera y como tales han de ser respetados.
No están solos. Me gusta acompañarlos con otras flores para que entre todas le den algo de color al jardín y lo pinten como si de un cuadro se tratara.
Y por supuesto, uso y abuso de los objetivos de mi cámara para ir tan cerca como puedo y abrir una ventana hacia esos universos diminutos de tan corta duración ya que cuando el tulipán se marchita y se le caen las hojas, ellos desaparecen.
A veces la belleza puede parecer pero no os preocupéis que no lo es, los tulipanes que pronto se marcharán volverán el año que viene, anunciando de nuevo la primavera y acompañados por cien o doscientos más que plantaré para que les hagan compañía.