No sé si los españoles se dan cuenta de lo que están haciendo a su país pero os puedo asegurar que lo que está sucediendo aquí no tiene equivalencia en ninguno de los grandes países europeos. En un año he estado en Barcelona, Madrid, Ávila, Segovia, Salamanca, Málaga, Gran Canaria y Sevilla. En todos esos lugares hay un desmadre absoluto de nuevos edificios que crecen como setas y que cambian la orografía del lugar. Lo de Madrid es tan grave que ya desde el aire se puede ver otra ciudad, una nueva y de barriadas inmensas que crece en las afueras. En Málaga no han dejado un metro de tierra al aire libre, en todos lados han crecido edificios, que se ensañan con el mar, al que están acosando y en las otras ciudades, tanto de lo mismo. Uno se da cuenta también al mirar las fotos que hace y pasarse la tarde quitando grúas de las mismas, no una, ni dos, sino seis o siete. En cualquier dirección que apuntes, allí están.
Entre los años 2002 y 2004 en Utrecht, la ciudad en la que vivo, se aprobó el plan de ordenación urbana de los próximos veinticinco años. Fue una consulta popular en la que los ciudadanos tuvieron que elegir entre una ciudad pequeña y con edificios grandes en el centro o una ciudad más grande pero en la que está prohibido construir edificios salvo en un area muy limitada. Ganó la segunda opción. Cuando uno llega a Utrecht, sea desde donde sea, ve siempre la torre de la catedral y se asombra porque casi no hay torres de más de tres plantas. ?nicamente en el centro hay algunos edificios de seis pisos y en la zona industrial se han permitido torres de oficinas de más de diez y menos de veinte. También sabemos perfectamente como va a crecer la ciudad ya que ese plan de ordenación urbana que se aprobó determina cuando, como y de qué tipo son las viviendas que se irán construyendo a lo largo de estos veinticinco años. Las áreas de nueva construcción irán naciendo acompañadas del tren, autopistas y demás sistemas de transporte público para que desde el primer día la gente que decida vivir allí pueda ir y volver al trabajo sin coche.
Uno puede hacer una foto desde el DOM, ese magnífico campanario que es una seña de identidad de la ciudad, y no toparse en la misma con ninguna grúa. Aún así, los holandeses tienen la sensación de haber permitido construir demasiado y los oirás quejarse por el descontrol que hay. Yo les explico que cuando era pequeño e iba a Puerto Rico, en el sur de Gran Canaria, pasábamos por Maspalomas y había un inmenso erial. Ahora es una ciudad llamada Campo Internacional y no han tenido bastante con eso por lo que atacaron Meloneras, una de las mejores playas de la isla y la han convertido en lugar de apiñamiento de moles con todo-incluido, bestialidades que nunca se debieron haber permitido. También les cuento que en la ciudad de las Palmas tenemos Siete Palmas, la Minilla y otros nuevos barrios de los que ni siquiera me sé el nombre y en los que abundan los edificios altísimos porque aquí la gente gusta de vivir en colmenas.
Ya es muy tarde para salvar todas esas ciudades y conociendo a los españoles, es muy tarde para salvar muchas otras zonas. Aquí, en España, vale todo, se permite todo y se consiente todo. Las leyes están hechas para saltárselas. Mientras el campo se vacía las ciudades seguirán engordando, el cemento seguirá ganando terreno y un buen puñado de desgraciados se enriquecerán con este crimen. Es lo que hay.