Siguiendo con mi semana de hacer amigos por doquier y ganarme el cariño y la comprensión del resto de los mortales hoy le toca el turno a otro de esos grupos que desprecio hasta el infinito y más allá. Tengo clarísimo que todos somos racistas de alguna forma, aunque dada la limitación étnica que impone la palabra racista, en mi caso requiere de algún retocado para que se ajuste al concepto que quiero definir.
Personalmente no tengo ningún problema con gente de otras razas y colores. A todos los desprecio por igual. Ya sean blancos, amarillos, negros, azules, chinos, españoles, americanos, africanos, hindúes o del mismo polo norte, los ninguneo de la misma manera sin que ninguno me pueda decir que lo trato peor que a los otros. Me importa un carajo que sean comunistas de mierda o fachas de los cojones, estar en un lado de la balanza o en el otro no hace que sienta algún tipo de inquina contra esas personas que los distinga del resto.
Sin embargo, y aquí respiramos hondo ya que llega la excepción que confirma la regla, soy un puto racista de mierda en lo que concierne a los fumadores. No los trago, tengo una tolerancia cero contra los chimenea y su maldito vicio. Los evito tanto como puedo, esquivo los lugares en los que se reúnen y he llegado a tal punto que cuando acabo de conocer a una persona y la veo fumar le quito inmediatamente cincuenta puntos de karma y la añado a mi lista negra e incluso a los que viven con un fumador les aplico la misma regla. Es algo bien sencillo y que seguro que cualquiera puede comprender: el color, la religión, las ideas políticas o la raza forman parte del bagaje de las personas y en cierta forma conforman su personalidad y les dan carácter. El vicio de fumar solo sirve para tocar los huevos a las personas que están alrededor que han de sufrir por culpa de esos miserables que te vomitan su humo en la cara, que consiguen que apeste tu ropa y que te obligan a ducharte al llegar a casa del asco que te produce el pestazo que te rodea.
Por lo tanto he optado por evitar a esa gente y ejercitar un racismo activo con ellas. Los desprecio, ignoro y haré todo lo que esté en mi mano para que haya tanta tierra de por medio como sea necesario. Poco a poco me he ido rodeando de gente que como yo no los tolera y no soy consciente de su existencia ya que su vida transcurre en un mundo paralelo al mío. Me alegro infinitamente cuando me entero de alguien que muere de cáncer de pulmón y estoy totalmente a favor de la penalización a los fumadores en forma de impuestos e incremento del seguro médico. Tampoco me importaría si crearan recintos exclusivamente para ellos y los obligaran a vivir allí. No tendría ningún problema en dividir el país en dos y que ellos se pudran en su lado y se asfixien con su humo.Ayuda muchísimo vivir en un país en el que cada vez les quedan menos recintos y están siendo acorralados. Los hemos sacado del transporte público, del entorno laboral y ahora los echaremos de los bares y restaurantes. Después vendrán lugares públicos y espero que algún día ni siquiera puedan fumar en las calles, que se tengan que esconder como miserables delincuentes y sean perseguidos y acosados hasta que les caiga todo el peso de la ley.
En la actualidad hay únicamente tres excepciones en mi entorno y escapan porque nuestra historia viene de mucho antes. Aún así, espero y deseo que pronto anuncien su renuncia y vuelvan al sendero luminoso.