Creo que comienzo a hartarme de mi trabajo. Se ha vuelto demasiado fácil. No tengo retos, no tengo una gran motivación para seguir adelante. Me da la impresión de haberme vuelto un oficinista, un alma gris que es manejada como cualquier máquina y que es controlada remotamente. Quizás sea el momento adecuado para moverme y saltar a otra empresa, conocer gente nueva, probar nuevos cafés y sentir el hambre de las nuevas cosas que has de aprender y el miedo escénico a fallar y que se den cuenta que eres un inútil. Soy demasiado bueno haciendo lo que hago.
Esta semana me migraron. Así como lo oís. Antes de irme de vacaciones entregué mi ordenador a un buen alma de la banda de IT y el martes me lo trajeron de vuelta y totalmente volteado. Lo formatearon, borraron todos mis datos, le arrancaron la configuración de Philips, también conocida como Code1 y lo han vestido con las ropas de la nueva empresa. Ha sido un cambio traumático. Atrás hemos dejado Lotus Notes y hemos abrazado Microsoft Outlook. Despedimos el Office 2000 y dimos la bienvenida al Office 2003. Me redujeron mis derechos como administrador local y cambiamos el Sametime por el Live Communication. Al principio no podía encontrar absolutamente nada y cuando tuve algo de tiempo descubrí que mi correo había desaparecido. Seiscientos megas de mensajes, archivos adjuntos y similares evaporados. Aún peor fue lo de las reuniones. Toda mi agenda estaba vacía. A la semana yo puedo presidir unas quince reuniones e ir invitado a otras diez más y de repente no había nada. La gente llegaba a mi despacho y yo no tenía ni idea del asunto que querían tratar. El pánico no me pudo porque ya estoy de vuelta de todo. Además de eso los programas que debían haber instalado no estaban y otros que yo ni necesito ni quiero aparecían en la lista de programas. Lo primero que hice fue volver a poner el Firefox y copiar mi perfil para recuperar las extensiones y mi configuración. Como adoro ese programa. Todo es sencillo.
Ahora la situación vuelve a estar más o menos bajo control. Los de IT están mirando como recuperar mi correo y agenda. Esta semana también tenía la reunión anual para analizar mi evolución dentro de la compañía. El año pasado tuve en total cuatro jefes así que ni me molesté en preparar nada. Algunos compañeros me habían dicho que les estaban restregando todo lo malo que habían hecho para evitar tener que subirles el sueldo. Ni siquiera sabía el día o la hora a la que tenía la reunión. Mi jefe vino a buscarme y nos sentamos a repasar el año. Fueron doce meses de película. Lo aprendí todo sobre centralitas telefónicas IP de gama alta, hice una instalación de una en un edificio enorme y hay seiscientas personas usándola felizmente, resolví problemas en los cinco continentes y di el salto hacia la introducción de productos que es lo que hago en estos días. En todo sobresalí y mi potra me salvó de los desastres. Demostré flexibilidad, capacidad de adaptación, dedicación y todas esas mierdas que se dicen en estos casos. Así que sin comerlo ni beberlo salí del examen con sobresaliente y con un nuevo aumento de sueldo. Por supuesto no he dicho nada a los compañeros, únicamente a mis ochenta mejores amigos.
Hoy me llamaron los del departamento de Logística. Su jefe quería hablar conmigo. Me temía lo peor, que se nos iban al carajo los objetivos del trimestre. Entré en su despacho y allí estaban todos. Miré a los ojos del hombre y le dije: Estamos bien jodidos, ¿no? ? todos se echaron a reír. Al final resultó que mi Ángel de la Guarda sigue bien activo. Llevo dos meses intentándolos convencer para que cambien su forma de trabajar y lo hagan a mí manera. Ellos llevan toda una vida haciendo las cosas de una forma y no les gustan las modificaciones de sus pautas de trabajo. Yo les he explicado lo que quiero de ellos, lo que creo que es mejor y los he liberado de todas las ataduras que tenían con mi división. Les di la libertad que jamás han pedido. Se lanzaron a la pizarra a organizar su trabajo, a repartirse tareas, a cambiar procesos y una hora más tarde se corrió la voz por la empresa: Los de Logística lo van a conseguir. Salí de esa reunión y teníamos otra del Departamento con todos los jefillos, vicepresidente, directores y la tropa. Yo siempre me escondo en un rincón para dormitar. El vicepresidente usaba mi portátil porque el suyo estaba siendo migrado. El por qué me lo pidió a mí y no a otro forma parte de los grandes misterios del mundo. En la pantalla aparecía la Estatua de la Libertad y Manhattan al fondo, una foto que ya habéis visto. Allí dentro había cuarenta personas pero fue a mí a quien preguntó si debía hablar en inglés o en holandés. Le respondí que prefería holandés para poder echarme mi siesta. Al acabar una hora más tarde nos esperaban los de logística para informarnos que el lunes nos enseñarán su plan para tenerlo todo preparado a finales de marzo y abril. Una vez más algo mágico ha ocurrido. Veinticuatro ojos estaban fijos en mí. Yo he hablado con unos, animado a otros, ayudado a quien lo necesitaba y con un poquito de esto y de lo otro ya no hay bloqueos. La locomotora vuelve a circular a toda máquina. El lunes continuará la guerra y hasta ahora todas las batallas las vamos ganando nosotros. Mi leyenda sigue creciendo y yo vuelvo a pensar que me aburro, que esto es demasiado fácil y ahora mismo lo que necesito es unos buenos enemigos con los que batirme a muerte. Tendré que buscar otro trabajo.