Algo que me llamó la atención fue la gran cantidad de nidos de cigüeñas que había en Salamanca. Prácticamente cada campanario tenía al menos uno de ellos y en muchas ocasiones varios.
Puedes encontrar más información sobre Salamanca en Un día y dos noches en Salamanca y ver más fotos de la ciudad en el Álbum de fotos de Salamanca.
Finalmente me he dado cuenta. Me ha tomado algo de tiempo y por el camino seguro que he dejado algún cadáver pero al final lo he terminado por descubrir: Brillo y por lo tanto debo ser una estrella. No me muevo por el mundo arrastrado por cadenas invisibles que me guían sino que soy uno de esos puntos de referencia que están en el cielo para los demás, ilumino caminos, descubro senderos y de alguna forma retorcida altero las vidas de aquellos que se fijan en mi luz.
Sucedió cuando volvía esta noche a casa, con dos grados de temperatura y la Dolorsi pintando el camino con sus luces. Elegí la ruta más larga para poder disfrutar del frío y la naturaleza y crucé ese enorme parque que hay cerca de mi casa. Una fina bruma escapaba de la hierba y dibujaba un mundo mágico en el que parecía pedalear sobre nubes, con las farolas pintando su luz en el aire y marcando sus dominios claramente. En mis oídos sonaba la mejor banda sonora de este siglo y podía sentir las manos de los músicos acariciando sus instrumentos para fabricar un clásico que marcará mi vida, sentía la tonada crecer y crecer y evolucionar azuzada por los violines que cortejan chelos y trombones y de su conversación surgen deseos que seguro se cumplen en algún lugar.
Mientras pienso en lo afortunado que soy cruzo junto a dos puercoespines que me miran entre sorprendidos y curiosos antes de volver a esconderse en la nube de niebla bajo la que se sienten seguros y la música alcanza un climax que me hace alzar la vista al cielo, un lienzo absolutamente limpio y moteado con otras estrellas que me observan y una de ellas se escapa y corre para cambiar de lugar y formulo mi deseo envolviéndolo en una lágrima que escapa de mi ojo y que atrapa alguno de mis siete ángeles de la guarda, esos que siempre me han concedido todos mis caprichos y que me llevan en volandas por esta reencarnación sin permitir que nada malo me suceda.
En ese momento veo a la Luna que comienza a crecer y que se ha despertado y ha salido de su casa en Lunetten, el lugar en donde vivo, porque ella también tiene un hogar y es una de mis vecinas. En Lunetten hay dos fuertes para protegerla porque los holandeses saben que no debemos permitir que le suceda nunca nada, es esa chica tímida que cuando más bella está la recorre un escalofrío de timidez y corre a esconderse a su casa para salir unos días más tardes y retomar su camino por el cielo y repetir una y otra vez esa eterna aventura.
Es en momentos como ese en los que la vida se muestra tan perfecta cuando levantas los brazos hacia el cielo porque sabes que aunque estás en una bicicleta no te puede pasar nada y mientras saludas a las estrellas puedes ver allá a lo lejos al mismísimo Dios que se entretiene diseñando nuevos universos en los que siempre sitúa una Holanda, un lugar pequeño y perfecto en el que el agua, la tierra y el aire se juntan para moldear un paraíso que con el otoño sorprende por sus fuertes colores, por esas hojas que como mareas corren por los campos mientras los jardineros las persiguen, por ese aire fresco que nos despeja y al que quizás suceda un buen invierno con los canales helados y una primavera llena de tulipanes, pequeñas joyas que irradian perfección y que al morir darán paso al verano y sus girasoles.
Vivo en Holanda y si el camino de mi vida no me hubiese traído hasta aquí tendría que haber inventado este país en mi imaginación porque este es mi mundo, este es el lugar al que yo estaba destinado y aquí es donde llegué como una estrella errante para encontrar mi hogar.
La Plaza Mayor de Salamanca fue construida en el siglo XVIII siguiendo el estilo barroco que imperaba en esa época. Es similar a otras que podéis encontrar diseminadas por toda España, con sus edificios rodeando la plaza y la multitud de arcos que la recorre. Es el corazón de la ciudad y el punto en el que tanto de día como de noche se reúne la gente para disfrutar del sol o beber o simplemente hablar. Si tuviera que elegir entre las de Madrid y Salamanca, creo que me quedo con esta última. No es tan grande como la de la capital y quizás por eso parece más acogedora.
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Por segunda vez en mi vida he superado el examen del segundo nivel de holandés. Estoy a cuatro niveles de distancia de la perfección absoluta y aunque pueda parecer algo muy lejano, está más cerca cada día. Lo he hecho con honores y con trompetas tocadas por los mismísimos arcángeles porque logré un 9 en el examen y eso sin estudiar prácticamente nada porque el día anterior mi amigo el Rubio me había invitado a su casa a cenar y llegué a mi casa medio borracho.
Al menos dos de mis compañeras han suspendido, una de las rusas, la más fea y la hija de la Gran Bretaña. El día del examen acudía por última vez una de las estadounidenses, la más modosita, una especie de ángel delicado y sensible como esos que se ven en las películas y al que los caminos del Señor y más concretamente sus drogas habían traído a Holanda. Durante la pausa del cafelito le pregunté por su repentina marcha y nos dijo que debía continuar con sus estudios. Resulta que en la Universidad de la vida se está graduando en las artes de la Meditación con el gurú Pachín y que éste no está muy satisfecho con su repentino interés en las lenguas bárbaras ya que ella se debe a la satisfacción personal de aquel al que sigue religiosamente y como castigo le ha ordenado hacer un curso de meditación profunda con ilusión y fantasía en el que durante diez días permanecerá en un lugar dejado de la mano de Dios retirada con otros estudiantes sin hablar o realizar sonido alguno, sin mirar a nadie a los ojos, sin escribir o leer y centrada doce horas diarias en el descubrimiento de su ser interior y limpiándolo de las suciedades de la vida. Después de esos diez días o se vuelve loca o más intelectual y entonces se le permitirá entrar en los cuarteles generales de su secta en Chicago en los que podrá servir desnuda a su maestro hasta que cumpla los veintitrés años, momento en el que será despedida por vieja e impura y sustituida por una nueva aprendiz. La chica está muy emocionada porque solo las más guapas consiguen este honor, ya que el gurú cree que la belleza interior es una puta mierda inventada por las feas y que Dios no es tonto y la belleza exterior es un reflejo de la interior.
Además de ella me temo que una de las rusas guapas está a punto de madurar y dejar las clases. Según nos ha confesado tiene problemas en casa. A ella la compró un holandés después de ofrecerse en el Gran Libro de las Esposas para venirse al primer mundo y comenzar una vida nueva. Alta, delgada, rubia, guapísima de morirse, ella se veía destinada a un gran hombre que le pague sus caprichos y visto que en su tierra no hay nada que hacer decidió emigrar por el camino más fácil que no es otro que el del coño. La compró un holandés joven, cejijunto, programador, sin vida social, enganchado a todo tipo de juegos y cegado por su odio a la empresa de la manzana mordida. Al principio todo fue maravilloso y únicamente tenía que comerle la polla y dejarse montar para tener acceso a su tarjeta Mastercard pero ahora la luna de miel ha pasado y el holandés le ha dicho que se tienen que encargar de la limpieza de la casa a medias, que ella también ha de hacer algo y por ahí sí que no traga, que ya bastante tiene con el biberón de lefa diario y con esos trajes de estudiante japonesa que la obliga a ponerse antes de follar. Lo de limpiar es para las mucamas y las feas, que a las guapas no las creó Dios con bayeta.
Lo de estas mujeres del Este de Europa es increíble y quien os diga lo contrario miente. Están hechas de otra materia, son insensibles al frío. Todas vienen a clase con minifalda y unas medias de encaje que no veas y en el Caribe puede que sea normal pero en Holanda, con cinco grados de temperatura exterior, lo de las minifaldas se me antoja excesivo. Estoy por creer que llevan sistema integrado de calefacción y se endiñan en el chichi un termo de agua caliente por la mañana para poder pasear medio desnudas.
Y así hemos llegado al ecuador del curso, con un examen que he superado y una semana de grandes despedidas.
