Un día y dos noches en Salamanca


Para aquellos a los que las casualidades de los buscadores traen y nunca han pasado por aquí o quizás porque estás tratando de encontrar el punto en el que comienza este viaje, si quieres saltar al comienzo tendrás que ir a Vueldone con Vueling y al final de cada anotación tendrás un enlace al siguiente capítulo.

Normalmente me compro libros y preparo las vacaciones meticulosamente. Busco información, leo sobre el lugar y me gusta tener entre manos una guía Lonely Planet que me ayude a seleccionar los lugares que visito y aprovechar mejor el tiempo que paso en los sitios a los que voy. En mi visita a Salamanca no hice nada de ello, mi amigo Eme se encargó de la documentación y yo me limité a conseguir el lugar en el que nos hospedamos. Aunque voy a condensar nuestra visita en un solo día, lo cierto es que estuvimos algo más de tiempo ya que llegamos la tarde anterior y ya tuvimos la oportunidad de hacer algo de turismo por la ciudad. Si piensas visitar Salamanca calcula al menos dos días y una noche de por medio para poder verlo todo y si puedes pasar dos noches, mejor aún. Hay mucho que ver y es un sitio bastante agradecido porque todo está a distancia de paseo.

Comenzamos la jornada desayunando en una de los bares de la Plaza Mayor, toda una joya de estilo barroco construida hace más de doscientos cincuenta años y que posiblemente sea la plaza más bella de este tipo que he visto. Es un lugar recurrente al que vuelves una y otra vez a diferentes horas del día o la noche y siempre está animada. Es también el nudo desde el que se puede ir a todos lados. Desde allí queríamos tomar una foto de la ciudad con el Puente Romano al frente y salimos en su dirección. Pasamos por el Palacio de la Salina, sede de la Diputación de Salamanca y una auténtica maravilla. Era sábado por la mañana y estaba completamente vacío de gente pero pudimos entrar y admirar su patio y bajar a una sala en el sótano en la que había un barril de sal y todo ambientado con sonidos de agua goteando. Encontramos el edificio de casualidad y fue una de las sorpresas del viaje. Está junto a la Plaza de Colón y en realidad nosotros íbamos hacia la Torre del Clavero para hacerle unas fotos. Esta torre es lo único que queda de un palacio que había en el lugar y llama la atención por su forma. Metimos el hocico por la puerta del Convento de las Dueñas pero no pudimos ver ninguna monja, lo cual fue un poco decepcionante porque molan las fotos con monjillas. También estuvimos en la Iglesia convento de San Esteban, un edificio impresionante.

Nos desviamos de nuestra ruta para ver las antiguas Murallas de la ciudad pero lo cierto es que cuando las encontramos fueron una pequeña decepción, ya que quedan muy pocos restos y no dan la impresión de que quieran tenerlas en el circuito de cosas a visitar. Desde allí cruzamos el río Tormes por el puente Enrique Esteban desde el cual teníamos una vista preciosa del Puente Romano. El río venía con bastante agua y hay un precioso salto de agua cerca del puente. Un hombre pescaba en aquel lugar igual que posiblemente lo hacía la gente hace unos cientos de años. Este río es el mismo de cierto libro que todos hemos leído y que tenía como protagonista a un Lazarillo, el equivalente antiguo de los perros para ciegos actuales. Hicimos fotos con el Puente Romano y la ciudad al fondo. Ese puente fue construido en el siglo primero, así que cruzar por el es caminar por casi dos mil años de historia y ahí sigue, tan fresco. Cerca de él vimos un toro de piedra que al parecer se menciona en el libro del Lazarillo de Tormes. Nada más cruzar de vuelta hacia la ciudad hay un grupo de casas preciosas, cada una de ellas con una placa en la puerta que dice la familia que la construyó y el año. Subimos por una pequeña cuesta y llegamos a la calle del Expolio número 1. Los más avezados sabrán por qué se llama así pero para los otros, decirles que esa es la ubicación del Archivo Histórico de la Guerra Civil. Estaba cerrado y nos tuvimos que conformar con hacer unas fotos por fuera.

Ya estábamos junto a la Catedral Vieja y pagamos para subir a Las torres medievales de la Catedral. Es una de las mejores atracciones turísticas que he visto en mi vida y tengo que descubrirme y alabar a los que han restaurado el lugar y creado el circuito turístico porque es excelente. Absolutamente recomendado. Mientras paseas por su interior te vas adentrando en novecientos años de historia a través de una exposición, ves diferentes estancias y finalmente llegas al Andén de la Torre Mocha desde el que se disfruta de unas vistas espectaculares de la catedral y la ciudad. También cruzas desde lo alto por el Andén interior de la catedral nueva y hay una vista maravillosa del interior de dicha catedral, una visión única. Un poco más arriba, en el punto más alto al que se puede acceder en la visita la vista es incomparable. Sólo la visita a esta catedral merece la estancia en la ciudad. Me faltan halagos que le hagan justicia. Comentar que las dos catedrales, la Vieja y la Nueva están unidas. La una es del siglo XII y de estilo románico y la otra es del siglo XVI y de estilo gótico. Una combinación fantástica.

Salimos de la Catedral flipados y entramos en la Catedral Nueva para pasear por ella y hacer fotos desde otro punto de vista. Tienen un brazo de un mártir o santo que da un poco de grima pero bueno, son las cosas del catolicismo, que uno se muere y a poco que te descuides te despiezan para las iglesias.

Bastante cerca está el edificio de la Universidad con su fachada espectacular. Encontramos la calavera con la rana como manda la tradición y aprovechamos para entrar en la Plaza Patio de Escuelas Menores, un sitio bellísimo y muy fotogénico en el que se estaba celebrando algún tipo de acto pero nos colamos sin que se dieran cuenta. Justo al lado hay un museo y ese día la entrada era gratuita. Yo no soy animal de museo pero bueno, lo visitamos. En su interior había una exposición fotográfica pero no me llamó mucho la atención. Me gustó más el edificio, esas construcciones con unos cientos de años a sus espaldas y que tan bien se mantienen.

En nuestro peregrinar por la ciudad fuimos hacia la Casa de las Conchas, una construcción de finales del siglo XV de estilo gótico civil y con una fachada decorada con conchas de vieira. Un edificio de nuevo precioso y con un patio interior también digno de mencionar. Creo que en la actualidad es una biblioteca. Por all´nos dejamos ir, comimos algo, paseamos sin rumbo fijo y en definitiva le buscamos el pulso a la ciudad.

Nuestro hostal estaba cerca del Convento de las ?rsulas y tratamos de visitarlo pero no era posible. Estuvimos también en la Iglesia de San Marcos, una pequeña preciosidad redonda de arte románico de la que se dice que fue construida sobre restos de la muralla de la ciudad (no estoy muy seguro sobre esto, creo haberlo leído). Esa tarde fuimos a una exposición fotográfica en el Palacio de Garci-Grande y también le hicimos fotos a la coqueta Torre del Aire. Se me olvida mencionar que también entramos en la Iglesia de San Martín, fría y poco acogedora pero con sus siglos a cuesta.

Seguro que me estoy dejando atrás algunas cosas aunque estas fueron las más relevantes. Caminamos por la ciudad, nos sentamos en sus terrazas a tomar unas cervezas con pincho, comimos muy bien e hicimos cientos de fotos. Ahora que me acuerdo, por la tarde mientras caminábamos presenciamos varias bodas. Una de ellas era militar. De repente llega una carraca de coche y de él se bajan dos chorbas del quince vestidas de soldaditos de gala. Pensé que era una boda lésbica y corrí como una cabra para hacer la foto pero resultó que eran compañeras de otra que se casaba y llegaban juntas. Me hubiera gustado más lo de la boda lesbiana. Tarde o temprano pondré fotos de Salamanca y me temo que será más bien tarde porque se me acumulan las fotos.

Para seguir leyendo el relato de este viaje, salta a Visitando Ávila y de vuelta a Madrid

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