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  • El otoño es una época tan especial …

    24 de octubre de 2007

    En el bosque

    Tener diferentes estaciones a lo largo del año no tiene precio. Es algo único, mágico. Tener otoño es un regalo divino, un lujo increíble, sobre todo para alguien como yo que viene de las Canarias y que ha crecido sufriendo primaveras y veranos seguidos de nuevas primaveras y nuevos veranos y absolutamente nada más. Me gusta el sol, lo adoro, pero el otoño es irreemplazable. No hay estación más hermosa. Puedes andar por bosques como el de la primera foto y tropezarte con setas, con animales que se preparan a marchas forzadas para el invierno y con miles de millones de hojas caídas. La luz adquiere tonalidades que no existen en ninguna otra época del año, quizás por lo bajo que vuela el sol sobre el cielo y por lo limpia que se vuelve la atmósfera. Hay días que voy con la bicicleta abriéndome camino entre una montaña de hojas rojas, amarillas, canelas y de mil colores más y veo entre ellas una pequeña seta a la que un sólo rayo de luz señala entre la multitud y me tengo que parar a mirarla durante unos minutos y dar gracias al altísimo por permitirme vivir todo esto, por descubrírmelo y por dejarme vivir mi sueño.

    Terrazas al final del Oudegracht

    En otoño también tenemos cambios bruscos de temperatura y si una mañana es tan fría que tenemos la primera helada la siguiente puede ser prácticamente veraniega y así no es raro que un día la gente esté en camiseta y disfrutando del sol en las terrazas que hay a lo largo del Oudegracht, en la ciudad de Utrecht y al día siguiente tengan que arrancar el hielo de los cristales de su coche porque ha helado durante la noche.

    La primera helada

    En los últimos siete días hemos estado a cerca de veinte grados un día y otro a menos un grado y medio. Me encantan esas diferencias extremas. Me cuentan desde las Canarias que se están asando por una especie de verano insidioso que lleva días azotando las islas. Aquí ya estamos con la calefacción de la casa encendida, con los abrigos de invierno, las bufandas, los guantes, los gorros y todas esas prendas que nos ayudan a mantener la movilidad.

    En otoño también tenemos el Bokbier Festival el cual tendrá lugar este fin de semana en Amsterdam y en donde espero probar al menos diez de las cincuenta cervezas Bok que han seleccionado este año. Son cervezas únicas, que no puedes encontrar en ningún otro lugar del mundo, que en ocasiones ni siquiera puedes comprar en el supermercado porque solo se venden en el lugar en el que se fabrican, unas cervezas con carácter y señorío que arrastran al menos seis grados y medio de alcohol cada una. No es el brebaje tipo pils al que estáis acostumbrados sino cerveza de verdad. Cosillas como esta, como los paseos por el bosque buscando setas, como la niebla por las mañanas y al atardecer cubriéndolo todo con un manto blanco que parece flotar a unos centímetros del suelo y que desaparece con la misma rapidez con la que lo ves aparecer son las que me hacen pensar que el otoño es una época tan especial y amarlo cada año más.

  • Volviendo a casa

    24 de octubre de 2007
    Volviendo a casa

    Volviendo a casa, originally uploaded by sulaco_rm.

    Hace unos meses veíamos otra foto tomada instantes después que esta de hoy. El lugar es uno de los puntos mágicos de la ciudad de Ámsterdam, ese en el que se pueden ver siete puentes sobre un canal. De todas las fotos que he seleccionado para esta pequeña y subjetiva serie la de hoy es mi favorita. He suprimido los colores salvo por un verde muy específico que se puede ver en algunos árboles y por el amarillo que se volvió naranja y que podemos ver reflejado en el gris del agua.

    En mi casa no hay absolutamente nada colgado en las paredes. No hay fotos, ni posters, ni cuadros ni ninguna otra cosa. No me gustan, no aportan nada y siempre me ha gustado la limpieza de las paredes, la belleza espacial que aportan al conjunto. Esta foto puede que sea la excepción, me gusta tanto que creo que la mandaré imprimir en un lienzo y la pondré en algún rincón para poder mirarla cuando necesite recargar las pilas porque esa es la sensación que me da, transmite energía, fuerza, decisión, la voluntad de elegir el camino que quieres seguir, de salvar obstáculos. En nuestra vida estamos siempre volviendo a casa, no importa lo rápido que corras o la determinación que tengas para escapar, en realidad al final, en el último instante, habrás vuelto al hogar y de alguna forma muy subjetiva esta imagen me lo recuerda.

  • Ciudadano van der Chino

    23 de octubre de 2007

    En la vida de todo ser humano hay un momento muy especial que por desgracia no recordamos. Es ese en el que sacamos el cabezón del recipiente en el que nos han contenido durante nueve meses y si hay suerte puedes oler pasados unos instantes el fabuloso aroma de una hamburguesa recién hecha en cualquiera de esos restaurantes de comida basura que reciben ese nombre porque la carne no parece carne, las verduras no se las pondrías ni a los cerdos de una granja de Chernobyl y el refresco viene en vasos enormes y llenos de hielo y son más agua que otra cosa.

    En la línea del tiempo ese momento llega muy pronto y por eso no lo podemos disfrutar como deberíamos. Sin embargo, unos pocos afortunados reciben la exclusiva oportunidad de nacer por segunda vez, de revivir ese instante mágico y lo pueden hacer siendo adultos. No es algo que tú, o tú o incluso aquel pueda hacer. Tienes que cumplir una condición muy particular. Has de nacer como ciudadano de un país hereje, de una tierra en la que no hayan rubios y después de unos años de duro entrenamiento, después de aprender la lengua sagrada neerlandesa o copiar en el examen que viene a ser lo mismo, después de aprender sobre la cultura holandesa, su forma de vida, su maravillosa historia, después de todo esto recibes una carta en la que te informan que aceptan tu solicitud y tras pasar un último trámite te darán el sacrosanto pasaporte holandés, ese libro que te abre las puertas del cielo, que te vuelve bendito a los ojos del gran Dios de los cristianos.

    Esa última prueba, la definitiva, ese momento tan especial es llamado la Ceremonia de Bienvenida. Es el momento en el que vuelves a nacer, escupes y pisoteas la mierda de pasaporte de tu país tercermundista de origen y se te llena el corazón de orgullo al saber que vas a ser holandés. Para ese día tan especial cada ayuntamiento prepara una fiesta en la que los nuevos ciudadanos reciben la bienvenida al Primer Mundo.

    A mi amigo el Chino le llegó su hora la semana pasada. Mediante una carta certificada y bendecida por el gobierno holandés se le informó que el martes pasado decía adiós a la mierda de pasaporte chino y a partir de ese instante sería conocido como Burger van der Chinees o Ciudadano van der Chino. El hombre no cabía en sí de gozo porque desde que nació, desde que vio la luz del sol por primera vez sabía que su aspiración máxima era llegar a ser holandés, ser conocido como ciudadano del país del queso y pasear por el mundo con orgullo. El día designado se puso sus mejores ropas de saldo y fue al salón de recepciones del ayuntamiento de la ciudad de Utrecht en el que tendría lugar la ceremonia. Estaba muy nervioso por tener que afrontar ese momento tan importante de su vida.

    Al llegar lo recibieron unas chicas rubias guapísimas envueltas en velos que dejaban ver todo el material que había bajo ellos y que se agitaban al ritmo de música holandesa y se ponían duros los pezones con cubitos de hielo para enaltecer a la audiencia. Esas chicas son vírgenes auténticas, seleccionadas entre lo más granado de la población y podrán poner en su currículo que han colaborado a recibir a la nacionalidad verdadera a nuevos ciudadanos. Hasta hace unos veinte años lo de encontrar vírgenes era una tarea relativamente sencilla pero desde que Colgate hizo los tubos esos grandes que parecen consoladores y se empezó a importar en Europa las bananas de Costa Rica es cada vez más difícil encontrar una virgen de verdad. Para suplir la carencia primero se echó mano de las cuervos, las hijas del profeta, esas que no comen carne de cochino, no te miran a los ojos y se tapan con trapos la cabeza. La gente se quejó porque el espectáculo había perdido mucho y además eso de que las cuervos no follen está por demostrar, que algunas son arretrancos sobradamente conocidos. Se pensó en cambiar la ceremonia, en alterar el protocolo y saltarse la Ceremonia de Bienvenida con las vírgenes desnudas pero eso sería tanto como negar nuestro nacimiento, aunque a nadie se le ha ocurrido pensar que las mujeres que paren no son vírgenes, lo normal es que en algún momento anterior al embarazo pierdan ese pequeño sello que certifica su producto. Así que en un país de hombres y mujeres pragmáticos echaron mano de la ciencia y listo. Un día antes de la ceremonia se les restaura el himen a las vírgenes con un poquito de plastilina y así se puede considerar que técnicamente son nuevamente vírgenes.

    Tras el sobeteo y los rozamientos con las vírgenes que simulan el nacimiento llega la ceremonia del cordón umbilical en la que se le corta al nuevo ciudadano un mechón de pelo y en caso de calvos se echa mano del pelo del sobaco o del vello púbico. Después se les dan unas tortas en el culo y a mi amigo el Chino se le saltaron las lágrimas cuando le arrearon en el trasero para que llorara por primera vez siendo holandés. Mientras lloraba una de las vírgenes se acercó a cada uno de los candidatos y le ofreció el pecho para que mamara la santa leche neerlandesa y recibiera su bautismo en la nacionalidad verdadera. El Chino no tuvo mucha suerte con la hembra que le tocó y como la tipa estaba cargadísima de silicona acabó chupando plásticos y otras materias que seguramente sean cancerígenas. Aún así, disfrutó el momento y cuando acabó su primer biberón de auténtica leche holandesa firmó los papeles, la gente lo felicitó y lo abrazó y le sugirieron que se tiña el pelo de rubio y afronte esta nueva etapa de su vida con optimismo.

    A partir de ahora, el hombre anteriormente conocido como el Chino será el Ciudadano van der Chino aunque en esta bitácora seguiremos llamándolo el Chino porque hay confianza.

  • Los señores de la guerra

    23 de octubre de 2007
    Los

    Los señores de la guerra, originally uploaded by sulaco_rm.

    En mi visita a Barcelona descubrí que lo que me gusta de la ciudad es Gaudí y poco más. Toda su obra me fascina y una de mis amigas y comentarista habitual acabó regalándome un libro sobre ese genio en el que cuentan algunas cosillas sobre él. Ya habíamos visto la foto de hoy, pero fue en colores y ahora que las comparo me da la impresión que el original es muy plano, le falta profundidad, emoción, sentimiento o quizás otra cosa. Esta versión en blanco y negro fuerte y violento me fascina por la fuerza que parece contener en la ausencia de colores. Esta no fue una conversión clásica desde el color al blanco y negro, fue un robo despiadado de colores y una exaltación del negro, que reluce tanto que asusta.

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