Un resfriado de estos de cambio de temporada está friéndome por dentro y ha conseguido liquidar las escasas neuronas encargadas de proveer de contenido exótico y divergente a esta bitácora. Imagino que lo pillé el día que estuve comiendo costillas y bebiendo cerveza como un cosaco y al volver a casa en modo automático no me abrigué convenientemente.
Vista la desgana no me queda otro remedio que hablar de un asunto que no requiere gasto neuronal. Hoy reflexionaremos sobre la Bobosfera, ese mundillo de creadores y consumidores de bitácoras en el que parecen correr aguas revueltas desde el inicio de los tiempos. Creo que si descontamos las sectas del tipo Opus Dei no hay nada más endogámico y patético que la Blogosfera. Cuando Dios creó la Internet no se pudo imaginar que aquel universo tan hermoso se poblaría tan rápidamente de hienas y serpientes. Se olvidó de la naturaleza humana y particularmente de la hispana, la ralea más zafia que pobló su creación. En los años que llevo escribiendo la bitácora he tenido el dudoso placer y el privilegio de ver nacer, crecer y ofuscarse diosillos y gurús de esta tierra emergente. El primero te hace gracia y al segundo comienzas a aprender técnicas para ignorarlos y ahora es que ni sé si existen porque no los sigo.
Yo entré en este mundo de la mano de una armada invencible. Eran Priscila con sus Calumnias, Pepo y su Sanchiguarro y Rodolfo y sus Pelotas. Ese trío creaba auténticas maravillas y te hacían morderte las uñas esperando su siguiente anotación. Eran originales, frescos, diferentes y navegaban a su propia bola. A través de sus bitácoras encontré un montón de lugares especiales que comencé a seguir, algunos de ellos aún los podéis ver en la lista de enlaces que hay en la barra lateral. Los tres dejaron de escribir, imagino que por distintas razones. Tuve el placer de conocer en persona a Rodolfo y estuvimos hablando un par de horas. En un mundo tan lleno de egos y prima donnas me sorprendió encontrar a alguien centrado y que sabía lo que quería. Desde entonces ha llovido mucho y cuando miro hoy en día a la Blogosfera lo que veo no me gusta. Por cada bitácora que merece la pena seguir al menos durante un tiempo hay quinientas generadoras de ruido blogosférico que no aportan nada a esta conversación distribuida y que solo buscan el repetir lo que el iluminado de turno ha apostolado. En su momento llegué a seguir casi ciento cincuenta líneas de contenido a través de bloglines y ahora mismo no creo que lleguen ni a sesenta y de ellas más de veinte son bitácoras en inglés en donde encuentro la información que se repite hasta el infinito en español patéticamente traducido unas horas más tarde. Escasean los sitios para la creación de historias y abundan esos relés estupidizados que dan la razón a los que piensan que por cada pastor hay siempre un millar de ovejas y por cada diez pastores un lobo.
A día de hoy el único referente digno de mención es cogiendo caracoles, una bitácora colectiva que se reinventa a sí misma continuamente gracias a la frescura de todos sus autores y a su incapacidad para mirarse el ombligo.
El resto de lo que hay ahí afuera es mediocridad, mediocridad y mediocridad. Sigo ávidamente lo que ?l o ?l/Ella/Ello/Legión descubren esperando encontrar nuevos lugares que visitar con excitación cada día pero por lo que se ve, esos sitios ya no existen o están tan escondidos que es imposible encontrarlos. Resulta irónico pensar que aquel lugar que estaba destinado a ser el referente social y cultural ha terminado convertido en una cloaca de vulgaridad. Descubrimos la red, ayudamos a reinventarla y hemos terminado asfixiados por los rebaños que acudieron a la llamada.
Ya no me molesto en hacer clic en los enlaces que veo en otras bitácoras porque el enlace, como conducto para desvelar un nuevo mundo ha perdido su valor y se ha convertido en moneda de cambio. Yo te enlazo y tú me enlazas a mí y a mis ochenta mejores amigos cibernéticos y si la pirámide crece adecuadamente pronto tendré cientos de enlaces y las estadísticas me auparán al Olimpo en el que merezco estar porque lo valgo, aunque jamás haya escrito nada original o cuanto menos interesante. Es lo bueno de crear listas en las que la popularidad se basa en el número de gente que te enlaza porque así no hay que preocuparse por la mierda de contenido que hay en el lugar, si es que alguien en realidad los visita, cosa que dudo.
Podría seguir escribiendo sobre el tema pero la verdad es que no merece la pena. Un día apagaré las luces y me marcharé siguiendo la estela de otros, pero hasta que me llegue la hora, espero divertirme, hablar de chorradas, retorcer las cosas zafiamente y no tomarme nada de esto en serio, que por si aún no os habéis dado cuenta la Blogosfera es el patio al que salen los adultos a la hora del recreo porque dentro de todos y cada uno de nosotros hay un chiquillo.