Hoy toca una nueva ración de vida y obra de sulaco en los Países Bajos. Para aquellos detallistas y capaces de procesar algo de información quiero hacer notar que he renombrado la categoría Mi mundo y ahora se denomina Reality sucks.
Hace exactamente ocho días supe que continuaba trabajando para esta gran multinacional holandesa que nos ha vendido a esa otra gran multinacional japonesa que nos va a hacer más grandes que la Jurao. Ayer se cumplió la semana y tuvimos una de esas asambleas en las que el Director General nos informa de los resultados económicos del mes anterior y de paso nos habló de los planes de futuro. Esto de que el tipo más importante de la compañía hable mensualmente con sus empleados y cuente como va la cosa sería impensable en España, al menos no sucedía en la empresa en la que yo trabajaba. Después de su exposición habló el director de recursos inHumanos y estalló la bomba en el ruedo. El tío nos dijo que hoy sabríamos a que grupo íbamos a pertenecer y que antes del viernes recibiríamos información precisa del mismo y que el lunes 3 de abril estaríamos trabajando en dicho grupo. LA BOMBA. Los tíos del comité de empresa perdieron el color de la cara del pasmo que les dio. La gente se quedó callada y no fue capaz de articular preguntas. Salimos de allí con la sensación de que el final de los viejos tiempos había llegado y nos había cogido a todos con los huevos al aire. Como estas dos semanas estoy viniendo a trabajar usando exclusivamente transporte público (ya se sabe que no puedo sudar ya que el sudor conduce al odio, el odio conduce a la ira y la ira sin ducha conduce al mal olor) mi compañero de despacho se ofreció a llevarme de paquete en su bici a la estación. Iba con él y otro colega que después seguía conmigo en el tren. Todos comentábamos nuestras impresiones y nuestras esperanzas.
Esta mañana llegué a las ocho y veinte como viene siendo habitual y la gente estaba muy inquieta. Nos tenían que informar antes de las doce de la mañana. Las máquinas de café eran un hervidero de rumores. Activamos la red de información neural que pasa los mensajes entre departamentos y cruzamos los dedos. Sobre las nueve y media mi jefe se viene a mi despacho y cierra la puerta. Pachín, pachín, pachín ….
A mí cuando me cierran la puerta siempre me entra el mal cuerpo de las malas noticias. El hombre me dijo que no me preocupara aunque llegó tarde porque yo ya estaba hiperventilando y con la cabeza entre las piernas, aunque la saqué rápidamente porque los huevos tras tantos días sin ducha huelen a jarea, un tipo de pescado seco al sol que se puede comer en las Canarias. Me puso la mano en el hombro, otra de esas señales para preocuparme y me preguntó si ya lo sabía. Le dije que no tenía ni idea de lo que quiera que fuera. Me comentó que casi todo el mundo había recibido una invitación para la reunión de uno de los grupos y que yo era una de las excepciones. Me volví a ver en la calle pero me tranquilizó y me comunicó que me ponen en la división de soluciones de comunicación o algo por el estilo que soy muy malo traduciendo del inglés. También me dijo que nadie más de mis conocidos estaba en ese equipo. Fue el chimpún del milenio. Todo el mundo a un grupo y yo en otro. Tuve que esperar hasta las dos de la tarde para saber quien estaba conmigo ya que nadie había sido invitado a esa reunión y al contrario que las otras, en las que te llegaba la invitación por correo electrónico, para esta la invitación era con el tradicional boca-a-boca sin lengua.
Pasados tres minutos de las dos de la tarde fui a la sala de juntas que me habían dicho y escucho a un tipo gritando mi nombre, un conocido. Me dice que se ha enterado que yo estoy en el mismo grupo que él y que le da miedo entrar solo. Abrimos la puerta, entramos y me topo con el vicepresidente que nos saluda y nos da la bienvenida. Allí el único descamisado y trabajador era yo. Un equipo de cuarenta personas en el que han seleccionado lo más mejor de la empresa, lo más granado, la élite intelectual y amoral para cumplir con el cometido más difícil. Tuvimos tres horas de presentaciones a cargo de los jefillos. Aún no sé en cual de los cinco sub-equipos estaré integrado pero todo apunta a que mi jefe será el gerente con el que suelo ir al cine y que esta semana está de vacaciones. Por lo que nos contaron vamos a ser un equipo excepcional dentro de la compañía. Frente a las jerarquías tradicionales de las otras divisiones, a nosotros nos han encargado la cacería de elefantes, los proyectos imposibles o espectaculares y de golpe y porrazo me veo en el core de la compañía. Trabajando en Hilversum ya formaba parte del Camelot de nuestra empresa pero es que ahora soy un caballero de la mesa redonda y el mismísimo rey Jartúo se sienta en la misma. El Director general entró a media reunión y se sentó a mi lado con lo que tuve que dejar de pintar calaveras en mi libreta de apuntes y hacer como que escuchaba al que estaba echándonos el masque.
De lo que puedo contar que no está sometido a secreto os diré que me van a asignar a proyectos internacionales, inicialmente en Reino Unido, Bélgica, Holanda, Italia y los Países Nórdicos. Parece que viajaré bastante y que trabajaré como una mula en lo que mejor sé hacer: Solucionar imposibles. Empezaremos muy probablemente en Suecia en un proyecto imposible. Si se cumplen las previsiones, la sección de viajes de esta bitácora va a recibir un empujón increíble. También puede que se vea afectado mi frenético ritmo de escritura ya que no creo que pueda mantener el ritmo actual.
Cuando salí de esa reunión ya era tarde y no quedaban compañeros a los que preguntar sobre los otros grupos así que no sé que tal les fue. Para mí se abre un abanico increíble de posibilidades. Formación a granel, puntos para la tarjeta de Flying Dutchman y el privilegio de trabajar creando soluciones únicas en retos irrepetibles. El tiempo nos dará la respuesta. Por ahora voy a disfrutar el momento mientras dure ….