Acabas de comenzar a leer la anotación que hace el número MIL en distorsiones. Han tenido que pasar más de tres años para llegar a este hito histórico en la pequeña vida de este espacio atemporal. Todas esas historias han sido comentadas más de cinco mil setecientas veces aunque sólo unos tres mil novecientos comentarios han sobrevivido a los filtros y a mi dedo asesino. Merece la pena que nos volvamos a detener (una vez más) y repasemos nuestra historia.
Distorsiones surgió como una necesidad de comunicación con toda la gente que dejé atrás el día que salí de España y me marché a vivir y trabajar en el extranjero. Era (y es) el eslabón que me mantenía (mantiene) unido con la gente que quedó allí. Al comienzo tenía la forma de una lista de distribución (que sigue activa) y más adelante fue adoptando el aspecto de una bitácora. Con cada nuevo cambio ganaba en riqueza visual y perdía en complicidad y proximidad. Cuanto más pasa el tiempo más complejo se hace el contar cosas de mi vida sin perturbar las de aquellos que forman parte de ella. Distorsiones es un lugar bastante abierto en el que entra mi familia, casi todos mis amigos y compañeros de trabajo. Nunca he ocultado la existencia de este lugar y cualquiera que me conozca sabe de su existencia. Esta es mi casa y la ventana que hay abierta para que la gente pueda mirar la hace un blanco fácil para aquellos que llegan aquí y caen en cualquier lugar de la misma. Distorsiones es una historia, es el relato de una vida fuera de su país, es imaginación y vulgaridad, alegrías y tristezas. Por aquí pasan las cosas que me preocupan y las que me gustan, se asoman algunas de las fotos que hago, se habla de cine y de libros y relato los viajes para recordarlos en el futuro. Aquí algunos de mis amigos han conseguido vidas paralelas en las que los veo como me gustaría que fueran o como en realidad son. Mi universo seguramente es minúsculo comparado con el de otra gente pero es mío y estoy muy orgulloso del mismo. En este patio de recreo suceden cosas increíbles y absurdas porque así lo quiero yo, porque es lo que me gusta leer y porque en muchas ocasiones es lo que surge de mis dedos al sentarme frente al ordenador y comenzar a escribir a un ritmo frenético. Aquí hay cientos de horas invertidas en escribir, en adornar, en luchar contra las herramientas que permiten la publicación de la bitácora o en jugar con el aspecto de la misma para que continúe su eterna distorsión.
Hoy celebramos el MILLAR de distorsiones y quiero aprovechar para dar las gracias a todos los que han comentado en alguna ocasión, a todos los que leen esto en silencio y muy especialmente a todos los amigos que he hecho gracias a esta página. Distorsiones seguirá aquí y por ahora no veo razón alguna para que acabe. Sigue siendo igual de divertido que al comienzo, sigo aprendiendo cada día y recordando palabras que de otra forma habrían desaparecido engullidas por los idiomas foráneos que están tratando de apoderarse de mi cabeza.
Alcemos nuestras copas y brindemos porque pronto lleguen mil distorsiones más. Felicidades a todos.