Distorsiones

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  • Mis manías

    27 de enero de 2006

    Es de todos bien sabido que yo hace bastante tiempo que paso de los MeMes estos de contar chorradas por llenar espacio en la bitácora. Gran parte de la culpa la tiene el que siempre tenga cosillas que poner y entre las fotos y mis frecuentes miradas de ombligo como que no me apetece el hacerlos. Erre, miembro fundador de la legendaria bitácora Cogiendo Caracoles, posiblemente la mejor bitácora de humor en Español y chiquistaní me ha invitado en al menos dos ocasiones y como es tan latoso, pues mira, hoy por joder voy a responder a esta.

    Esta es la confesión de cinco de mis manías, grupo en constante aumento y que debe rondar los millares. Mi problema es que cuando alguien me cuenta una corro el riesgo de implementarla y hacerla propia. Dicho esto, procedamos:

    • 1. Duermo con mi super-mega-maxi reloj en la muñeca y me despierto siempre por la noche al menos una vez a mirarlo y regodearme cuando se enciende automáticamente al levantar la mano para que yo pueda ver la hora con esos preciosos números que tiene. Mi reloj es un portentoso Casio SPF-70T Sea-PathFinder.
    • 2. Cuando voy de pasajero en un coche siempre bajo la ventana al llegar a un semáforo y la vuelvo a subir al arrancar. No importa si la temperatura exterior es de cuarenta o de menos veinte. Yo bajo y subo la ventana compulsivamente.
    • 3. Me rasco los huevos cada cincuenta y tres segundos. De hecho, se podría poner en hora un reloj atómico con mi precisión en esta tarea. Si alguien me lo reprocha incremento la frecuencia y entonces me los rasco cada veintiséis segundos y medio.
    • 4. Cuando visito España me torturo a mí mismo viendo los intermedios de TeleJinco y mamándome esos vídeos de putas y delincuentes metidos a cantantes de guarretón.
    • 5. Cuando me emputo silbo la misma canción continuamente. Es un politono multitono megatono que salía en una película de 1987 llamada Broadcast News.

    Y como estas mierdas hay que propagarlas para seguir contaminando la blogosfera y extender estos virus, propongo a Kike, Emo, Dani, Marta y que tienen bitácoras propias y activas que pueden ensuciar y para el resto, o sea María de los Monos, Inés, Bishop, M, Pues, Virtuditas y cualquier otra persona que comenta habitualmente por aquí pueden dejar sus manías en los comentarios.

  • Alta Velocidad

    26 de enero de 2006

    Mi indiferencia natural me lleva por caminos desconocidos y a veces hasta consigue sorprenderme. Después de volver de vacaciones de Navidad en mi empresa estaban buscando a alguien para dar un curso en algún lugar de Alemania de un producto que no vendemos hace dos años. Tenemos un departamento de formación y tal pero ellos parece que andan muy liados tocándose los huevos y mirándose el ombligo y de alguna manera mi nombre terminó aflorando. ?ltimamente ya ni me sorprende. Si uno compara la descripción de mi trabajo con lo que en realidad estoy haciendo, no hay color. Soy lo más versátil que han contratado en mucho tiempo: hago mi tarea y además traduzco, dirijo, controlo, manipulo, soluciono y todo lo que me echen por delante. Así que me ofrecieron el ir a ese lugar alemán a dar este curso de un producto muerto del que alguien se olvidó de informar a ese cliente.

    El cansancio de los aviones y las eternas esperas en aeropuertos me ha hecho elegir esta vez el tren como medio de transporte. Tengo que ir a la ciudad de Kaizerslautern (que vete a saber como se dice en español e incluso en catalán) y calculando tiempos resulta que tardo lo mismo cogiendo un tren de alta velocidad y encima veo paisaje. La experiencia del ICE es increíble. Yo estoy acostumbrado a las velocidades supersónicas que me estiran la piel siempre que viajo en el Vaporetto de bleuge, una máquina increíble que en ocasiones ha superado incluso los cuarenta y cinco kilómetros por hora. Siempre creí que eso era lo más pero estaba muy equivocado y está claro que iba a ciegas. Este cacharro corre que se las pela una vez dejas atrás colonia. No veo ni los árboles y cruzamos tunel tras tunel a unas velocidades pasmosas. Cada rato pasa un viejete con un carro vendiendo chucherías y café, algo que no veía desde hace cinco años en que eliminaron ese servicio de los trenes Intercity holandeses. La vuelta a casa la haré en un medio más tradicional, en un coche ya que hay un compañero en el lugar al que me dirijo y él me retornará a la patria del queso amarillo y las rubias de metro noventa.

    Mi empresa, habitualmente rácana con los billetes de avión es espléndida con los de tren y me han montado un viaje en primera clase. Los asientos en todos los trenes han sido brutalmente cómodos, de hecho creo que debería comprar de esos para mi casa, con su mesita, su conexión para el cargador del portátil, sus botones para manejar la tele y esos cabezales que te arropan y te dejan echarte una siestita sin reventarte la columna. Mientras cruzaba Alemania a más de trescientos kilómetros no dejaban de llegarme llamadas con los desastres más recientes y los llantos de mi jefe y uno que es de natural chimpúnico lo solucionaba todo sobre la marcha sin una mísera duda.

    Ya sé que esperáis que ponga a parir a las azafatas sin bragas y demás pero no va a ser posible porque no las hay y la puta eficiencia alemana no admite críticas. Este cacharro va puntual como un reloj suizo. Me sorprende el ver nieve en los campos ya que en holanda nos conformamos con el frío sin escarcha y ni de coña conseguimos que nos cuaje la nieve más de dos días. Cuando comenzó a nevar y el ICE iba a todo meter cortando la nieve (más de trescientos kilómetros según los paneles de información), con los copos juntándose y simulando rallas de ruido sobre un cielo entre despejado y nublado y con un sol blanco que lo iluminaba todo, flipé en colores.

    Lo que sí quiero resaltar es el puro lujo María que tienen los trenes alemanes si los comparamos con los holandeses. Los españoles los dejamos fuera de la competición porque sería muy injusto. Una cosa que me llamó la atención es que en los trenes de alta velocidad alemanes, que están por todos lados y recorren el país de cabo a rabo, cuando llegan a una estación no pasa nada. La gente entra y sale de los mismos, busca su asiento y ya está. En España se monta un espectáculo tercermundista en las estaciones (por ejemplo en Madrid) con un montón de arretrancos ubicados en cada una de las puertas (creo que las llaman azafatas) y representando un papelón del quince con todos esos coñillos que ponen allí nada más que para el disfrute visual de los pervertidos que viajan en el tren. Por algo España sigue en el tercer mundo y bajando.

    El relato del viaje continúa en Kaiserslautern

  • Albúm de fotos de Sudáfrica

    26 de enero de 2006
    Elefantes jugando

    Soy consciente de que aún no he terminado de relatar el viaje a Sudáfrica y creedme si os digo que las pesadillas que tengo por sentirme tan culpable no me dejan dormir. La semana que viene haré un esfuerzo infrahumano y terminaré aquello que debería haber acabado hace cosa de un mes. Para que veáis mi determinación y mi falta de alevosía, comenzaré por poner el álbum de fotos de Sudáfrica. Si quieres leer el relato de dicho viaje, tienes su índice en Memorias de Sudáfrica.

    Elefantes jugandoImpalaJirafaNidos de pájaros tejedores
    Búfalos junto al aguaRinoceronteCebrasImpalas
    Monos babuinosÁrbolHipopótamoAtención peligro: Hipopótamos y cocodrilos
    CocodrilosNialasKudúsOutboards
    Panic Button
  • Oliver Twist

    25 de enero de 2006

    ¿De verdad que existe la gente que no se ha leído alguna de las obras del magnífico Charles Dickens ? Espero que no. Yo tuve mucha suerte y desde pequeño me regalaban ediciones para chiquillos que devoraba inmediatamente. Cuando comencé a estudiar inglés los libros que nos recomendaban leer eran de … guess what? …. Charles Dickens y lo volví a descubrir en un entorno diferente pero también fascinante. Sus historias se han adaptado al cine , radio y televisión una y otra vez y la gente no se cansa de verlas. Hay clásicos suyos que visitan las cajas tontas todos los años y posiblemente habrán bestias que ni sepan quién escribió la historia.

    Oliver TwistDicho esto se entenderá que cuando veo en la cartelera de un cine que están dando Oliver Twist siento una necesidad imperiosa de comprar la entrada y perderme en ese mundo ya conocido. Para los cortos de mente recordaros que Oliver Twist es la historia de un huérfano al que la vida no le sonríe. Después de una serie de desgraciados trabajos en los que lo tratan como a una bestia se escapa y tiene la mala suerte de caer en las garras de unos delincuentes londinenses. Allí, en la gran capital del mundo continuarán sus aventuras y sus intentos por enderezar su vida y superar la adversidad. Es una historia con moraleja y que por descontado tiene un final de esos que te ponen un nudo en la garganta.

    Lo habitual en estos casos es que se revisite el clásico adaptándolo a nuestros días y ambientándolo en el Bronx, en Beverly Hills o en una base de misiles siberiana. Eso es lo que pasa cuando el dinero y el equipo viene de los Estados Unidos. Cuando son los europeos los que se juntan y ponen la pasta, se respeta el tiempo y el lugar en el que sucedió todo, se buscan actores de lujo, se encuentra la magia que hace falta para estos cuentos y se empaqueta todo en una entretenida y fantástica película. Ya se sabe lo que hay así que hay que esmerarse conl a ambientación y la interpretación y esta gente lo ha conseguido. El Londres de la película es increíble, sucio y peligroso a los ojos de un chiquillo que llega del extraradio y que de repente cae en medio de la mayor urbe del mundo y la capital de un imperio. La cámara consigue transmitir la angustia que siente el chiquillo mientras deambula por la ciudad perdido, sin saber qué hacer.

    Al mando del cotarro está un viejo conocido y un excelente director, Roman Polanski, el cual no se prodiga mucho pero en las pocas ocasiones en las que lo hace, deja claro su poderío. La historia de Oliver Twist se deja querer en sus manos y consigue sacar lo mejor de los actores que escogieron para los papeles, entre los que resplandece con luz propia el niño que da vida al protagonista, un tal Barney Clark que espero que continúe en esto del cine. Es encantador. Hay momentos en los que parece maduro y curtido por la vida y en otros no es más que un pobre chiquillo al que le ha tocado pasarlas putas. Hay muchos actores que han dado lo mejor de sí mismos y no acabaría si tengo que hablar de todos, así que dejémoslo estar.

    Podéis esperar unos años y ver la película cuando la empiecen a dar machaconamente en la tele o gastaos los cuartos, mover esos culos grasientos al multicine más cercano y retroceder en el tiempo a una época en la que las cosas eran bien distintas y en la que los milagros son posibles.
    gallifantegallifantegallifantegallifante

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